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¿El evangelio de la prosperidad ha llegado a su fin? Cuando nombramos esta falsa enseñanza, vienen a nuestra mente frases como “Si agradamos a Dios, seremos ricos” (como dijo Jerry Savelle) y “Ser pobre es un pecado” (como enseñó Robert Tilton). También se produce en nosotros una conexión inmediata entre las megaiglesias, las estafas y el abuso espiritual al que someten a sus feligreses. Tal ha sido la cobertura mediática que han recibido los pastores de la prosperidad, que ya no es un secreto que millones de personas han sido empobrecidas por ofrendar el poco dinero que poseen por creer en promesas de riqueza material.
Las críticas están llevando a dichos pastores a cambiar sus metodologías. Si un rótulo tan negativo como “evangelio de la prosperidad” es condenado en la escena pública, se necesitan otros nombres, menos hostiles y más atractivos. Por ejemplo, aunque se considera que Joel Osteen es uno de los maestros más influyentes a nivel mundial de este falso evangelio, él mismo afirmó para Huffington Post que sus enseñanzas no eran de ese tipo. Cuando el entrevistador le preguntó “¿Eres un ministro de la prosperidad?”, su respuesta fue:
No, no me gusta ese término. Nunca supe qué significaba. Para mí, cuando alguien dice: “Eres un ministro de la prosperidad”, suena como alguien que habla de dinero todo el tiempo. Yo no hago eso (…). Para mí, la prosperidad es tener buenas relaciones, gozar de salud, cumplir tus sueños y tener dinero para pagar tus cuentas. Es ser bendecido para poder ser una bendición.

Dicha respuesta de Osteen suena bastante parecida al contenido de un libro de autoayuda. ¿En qué medida es eso distinto de la teología de la prosperidad? Muy a menudo, los mensajes que se oyen en estas megaiglesias se enfocan en las fortalezas personales, las emociones positivas y el desarrollo del potencial humano, más que en los milagros como resultado de la fe. Por eso, en un sentido, el evangelio de la prosperidad está muriendo: cada vez se ejerce menos presión para dar dinero. Pero, en otro sentido, está más vivo que nunca.
De la culpa a la realización
En 2023, la BBC publicó la historia de “Sarah” (se cambió su nombre real), una mujer estadounidense que era presionada a dar “ofrendas semilla” con la promesa de que su dinero se multiplicaría. “Recuerdo una vez en la iglesia que una señora dijo: ‘He estado pagando mi diezmo, pero no tengo suficiente dinero a fin de mes’”, contó Sarah, y señaló que la gente pagaba las ofrendas incluso con sus tarjetas de crédito. La respuesta del pastor fue que dar era más importante que pagar el alquiler. “No oraste lo suficiente”, les decía a quienes no recibieron los milagros prometidos, “no sembraste suficientes semillas. No tuviste suficiente fe”. En otras palabras, “eres pobre por tu culpa”.


Pero ese mensaje es cada vez menos atractivo por una razón: la nuestra no es una época que vea la culpabilidad con buenos ojos. Aquella persona que opta por una cirugía de cambio de sexo señala su naturaleza como el origen de sus deseos. Si alguien tiene una adicción al consumo de sustancias, se trata de una enfermedad fuera de su control. El que mata y roba, lo hace porque el sistema económico hace que las personas sean pobres, y un largo etcétera. Las sociedades antiguas tendían más a responsabilizar al individuo por sus actos y a victimizarlo menos frente a los factores externos. Gran parte de ello se debe a la masificación de un nuevo paradigma psicológico.
En la década de 1990, Martin Seligman, el entonces presidente de la Asociación Americana de Psicología, impulsó formalmente la “psicología positiva”, un nuevo paradigma en ese campo de las ciencias. En contraste con otros enfoques que se dedicaban al tratamiento de trastornos y patologías (como la psicología clínica), esta nueva rama revisaba las bases del bienestar, la felicidad y el florecimiento humano de aquellos que no necesitaban tratamientos. Así, Seligman proponía que los psicólogos no solo estudiaran lo que va mal en las personas, sino también lo que les permite encontrar satisfacción.

En lo que llevamos del siglo XXI, la psicología positiva ha permeado todo Occidente. El mismo Seligman expuso sus principios en sus obras La auténtica felicidad (2002) y Florecer (2011) y, junto con él, muchos autores siguieron investigando y dándole bases científicas a este enfoque. Inicialmente, sus principios se introdujeron en diferentes tipos de terapias, y se promovieron intervenciones basadas en la gratitud, el optimismo y la resiliencia. Sin embargo, esta psicología se extendió a ámbitos como la educación y el trabajo, y rápidamente se comercializó a través de las redes sociales. Hoy, desde charlas TED hasta canales enteros de YouTube utilizan los principios de la psicología activa para promover el optimismo en la sociedad.
Y, por supuesto, la psicología positiva ha impactado al evangelicalismo. Un ejemplo de esto es el predicador Steven Furtick, fundador y pastor principal de la iglesia Elevation Church, en Charlotte, Carolina del Norte. Según el portal de discusión bíblica GotQuestions, en muchos sentidos, “Furtick también se acerca peligrosamente al falso evangelio de la prosperidad”: tiene una gran fortuna, su estilo de vida es lujoso, sus sermones están llenos de anécdotas, tiene el reconocimiento de una celebridad y ha compartido el escenario con otros líderes que promueven el mismo mensaje, como Joyce Meyer, Brian Houston y Joel Osteen.

Sin embargo, su enseñanza es muy distinta al mensaje clásico de la prosperidad. En lugar de hacer un llamado constante a dar dinero, su enseñanza se basa en la autoestima. Es común ver en sus sermones frases como las siguientes:
- “Si quieres cambiar la dirección de tu vida, cambia la declaración de tus labios”.
- “¡No puedes cumplir tu llamado si permaneces en tu zona de confort!”.
- “Muchas personas nunca alcanzan algo más grande porque no dejan atrás lo suficiente”.
Entonces, ahora la enseñanza de la prosperidad se está convirtiendo en, por así decirlo, una “enseñanza positiva”, en la cual no cabe la culpabilidad por no tener suficiente fe y no recibir los milagros prometidos. El dinero es un elemento más del bienestar integral del ser humano; en lugar de ser la vara que mide la fe de una persona, es un tema recurrente en las sesiones de coaching y la promoción de una mentalidad de gratitud y abundancia. Ahora, ¿es esto realmente tan malo?

Cuando la psicología se predica desde el púlpito
La psicología positiva ha generado importantes controversias en la sociedad, y quizás el ejemplo más notable es la positividad tóxica: “La idea de una interpretación optimista forzada de nuestras experiencias junto con la supresión de las emociones negativas puede resultar ser muy dañina, y en muchos casos invalidante y paternalista”, explicó la psicóloga y psicoterapeuta Alejandra de Pedro González. Los principios de esta rama de la psicología también son criticados por fomentar una visión individualista de la felicidad, en la que el individuo es el único responsable por su bienestar, y por simplificar la complejidad emocional de la experiencia humana, dejando por fuera el dolor como una condición imprescindible para el crecimiento.
Pero, más allá de hacer una crítica o una defensa de los principios de la psicología positiva —porque abundan tanto los proponentes como los opositores de esta ciencia—, la Iglesia evangélica debe ser consciente del verdadero problema: el Evangelio no está siendo predicado y la Palabra de Dios no está siendo expuesta. Steven Furtick se graduó del Southern Baptist Theological Seminary (una institución tradicionalmente reconocida como doctrinalmente sana) y, a excepción de algunos casos muy específicos, sus enseñanzas no contradicen las doctrinas centrales de la fe (como demuestra buena parte de la confesión de fe de Elevation Church). Pero, el hecho de que no rechace la cruz de Cristo en sus sermones tampoco significa que la predique.

A diferencia de los muchos escándalos legales y financieros en los que se han visto envueltas varias megaiglesias de la prosperidad, Elevation Church parece tener todo en orden. Según su reporte público anual de 2023, la iglesia recaudó 108 millones de dólares en diezmos y ofrendas, todo sin la necesidad de presionar a la gente a ofrendar. ¿Cómo lo hicieron? La respuesta simple es que la psicología positiva no genera hostilidad; a diferencia del abuso económico y emocional propio de los predicadores tradicionales de la prosperidad, difícilmente las charlas motivaciones de hoy producirán una persecución mediática.
Cuando el entrevistador de Huffington Post le preguntó a Joel Osteen sobre si lo que él enseñaba era “religión”, él dijo que hacía algo distinto:
Algunas personas crecen viendo la religión como un conjunto de reglas: se trata de lo que haces mal, de que nunca podrás estar a la altura. Vas a la iglesia solo para sentirte culpable, y la mayoría de las personas ya se sienten suficientemente culpables. Así que, para mí, la diferencia está en las connotaciones. La religión suele tener cierta connotación, pero me gusta decir que de lo que realmente hablamos es simplemente de una relación con Dios. Somos personas normales hablando de vivir una vida bendecida, de ser una bendición para otros, de ser felices y tener buenas relaciones.

Así, la línea que divide la religión y la psicología se ha desdibujado; la relación con Dios —sin importar lo que creas acerca de Él— no es más que un medio para encontrar un desarrollo holístico personal. Incluso si no se les dice a las personas que su fe es muy pequeña por no recibir milagros o si no se abusa de ellas a través de las ofrendas, el Evangelio se ha perdido.
La Buena Nueva de la Escritura comienza con el hecho de que Dios está terriblemente airado contra el pecador, por lo que se necesita de Cristo para encontrar salvación y perdón de pecados (Ro 1:18, 3:22-23). La imagen que la Biblia ofrece del hombre es una de total perdición e impotencia, no la de alguien que solo debe explotar su gran potencial para alcanzar la felicidad. Aunque es cierto que Dios “hace salir Su sol sobre malos y buenos” (Mt 5:45) y que la gracia común ha llenado a todos los seres humanos de diferentes formas de bienestar, eso no significa que se pueda prescindir de la ira de Dios y de la injusticia del hombre como elementos fundamentales en el plan redentor.

Una herejía en la flor de la vida
Pero este énfasis en la psicología positiva no es otra cosa que un retorno a los rasgos más primitivos del evangelio de la prosperidad. En otro artículo detallamos los orígenes de esta enseñanza, así que no trazaremos toda su historia aquí. Sin embargo, es fundamental recordar en la presente reflexión un elemento clave de sus inicios: el así llamado “nuevo pensamiento”.
Esta corriente filosófica surgió en el siglo XIX en Estados Unidos y se caracterizó por la creencia en que la mente humana tiene la capacidad de influir en la realidad física, promoviendo ideas de salud, éxito y prosperidad a través del pensamiento positivo. Essek William Kenyon (1867-1948), un influyente pastor y evangelista estadounidense, entró en contacto con estas ideas durante su formación y ministerio, adoptando y adaptando estos conceptos a su doctrina. Sus enseñanzas fusionaron elementos del nuevo pensamiento con la enseñanza cristiana tradicional, enfatizando que la fe y las declaraciones positivas podían conducir a la prosperidad material y la salud física.
Kenyon se apoyó en el primer capítulo del Evangelio de Juan, donde se habla del Verbo de Dios, para predicar sobre el “poder de la palabra”. Ya que Dios había creado y sostenía al mundo con Su Palabra (Gn 1:3; Jn 1:3; Heb 1:3), eso demostraba que el mundo se regía por leyes espirituales. La “palabra hablada” debía ser el patrón de conducta para los cristianos, incluso por encima de la “palabra escrita” de la revelación bíblica. El creyente, afirmaba Kenyon, podía sobreponerse al pecado y recuperar esa autoridad que la palabra espiritual tenía sobre el mundo material, lo que le abriría la puerta a los milagros.

Por esta combinación de ideas entre el Nuevo Testamento y el nuevo pensamiento es que Kenyon llegó a ser reconocido por su influencia en la formación de la teología de la prosperidad —aunque él mismo no llegó a ser un pastor de la prosperidad en el sentido tradicional—. La influencia de esta corriente filosófica se reflejó en sus enseñanzas, que integraron conceptos como la “confesión positiva” y la “fe de superación”. Esto facilitó la adopción de un discurso centrado en la abundancia y el bienestar individual dentro de las iglesias. Las ideas de Kenyon fueron adoptadas y abrazadas por líderes como Kenneth Hagin y Kenneth Copeland, quienes finalmente construyeron lo que se conoce tradicionalmente como “evangelio de la prosperidad”.
El nuevo pensamiento del siglo XIX y la psicología positiva actual difieren en su fundamento: mientras el primero se basa en la metafísica y la espiritualidad, la segunda se apoya en la investigación científica y empírica. No obstante, su punto de convergencia es innegable: ambas promueven la idea de que los pensamientos y afirmaciones positivas tienen un impacto en la vida de las personas. Aunque en la actualidad existe una menor expectativa respecto a los poderes milagrosos de la palabra, la creencia en la capacidad del pensamiento para mejorar el bienestar sigue siendo una constante en el discurso moderno sobre la superación personal y el éxito.
Así, concluimos que el evangelio de la prosperidad está más vivo que nunca. Al adoptar principios de la psicología positiva, su alcance es cada vez mayor en el mundo occidental, donde el optimismo parece ser la regla de vida. El discurso de esta enseñanza genera poca hostilidad entre los medios, y al no presionar a nadie para ofrendar, pueden recibir millones en ofrendas de personas agradecidas y optimistas, creciendo como nunca lo han hecho. Ya no son iglesias que estafan; son empresas con una gran rentabilidad.

Tendrán comezón de oír
El apóstol Pablo le advirtió a Timoteo (2 Ti 2:4-5) sobre esto hace mucho tiempo:
Predica la palabra. Insiste a tiempo y fuera de tiempo. Amonesta, reprende, exhorta con mucha paciencia e instrucción. Porque vendrá tiempo cuando no soportarán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oídos, conforme a sus propios deseos, acumularán para sí maestros, y apartarán sus oídos de la verdad, y se volverán a los mitos. Pero tú, sé sobrio en todas las cosas, sufre penalidades, haz el trabajo de un evangelista, cumple tu ministerio.
Ya que Occidente tiene comezón de oír un Evangelio que le hable acerca de la ira de Dios y la necesidad de morir al viejo hombre, se han buscado maestros que hablen sobre el optimismo y los aparten de la verdad. Calman sus almas al ir a las iglesias más famosas y ofrendar generosamente, pero salen tan vacíos como entraron. ¿Usar algunos principios de la psicología positiva en otros ámbitos, como el trabajo y la educación, es pecado? No, pero hacerlo desde el púlpito para reemplazar la cruz de Cristo es algo diabólico.
Referencias y bibliografía
El atractivo de las promesas imposibles del evangelio de la prosperidad | Coalición por el Evangelio
Joel Osteen dice no ser del Evangelio de la Prosperidad | YouTube
Joel Osteen On Homosexuality And Gay Marriage | YouTube
I’m a scholar of the “prosperity gospel.” It took cancer to show me I was in its grip. | Vox
Psicología positiva | Wikipedia
Auténtica felicidad, La - Seligman, Martin E. P.: Libros | Amazon
Florecer: La nueva psicología positiva y la búsqueda del bienestar | Amazon
Who is Steven Furtick, and are his teachings biblical? | GotQuestions.org
The Best Strategy For Happiness - Steven Furtick | YouTube
Charting African Prosperity Gospel economies | Research Gate
9 Things You Should Know About the Prosperity Gospel | The Gospel Coalition
What Is the Prosperity Gospel? | Ligonier
The Prosperity Gospel and the Need for Pilgrim Pastors | Southern Equip
El evangelio de la prosperidad: una crítica sobre cómo se utiliza la Biblia | Lausanne Movement
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