* Por Michael J. Rhodes
Todo el mundo ama una historia de David contra Goliat. En los últimos días, millones de aspirantes a ser como el rey David se enfrentaron a uno de los Goliat más odiados de nuestra sociedad: Wall Street.
Todo comenzó con un foro de la red social Reddit llamado WallStreetBets (En español apuestas de Wall Street). Muchos de los 3 millones de inversores aficionados que participaron en el foro decidieron unirse para coordinar la compra de acciones en un puñado de empresas que estaban desacreditadas por los mercados convencionales y contra las que estos apostaban. Al hacerlo, generaron un aumento masivo en el valor de las acciones de esas empresas. El valor de mercado de GameStop, una de las empresas en la que invirtieron, por ejemplo, pasó de 2 mil millones de dólares a 24 mil millones en solo unos días. Si bien esto creó un enorme margen de beneficio para los inversores individuales de WallStreetBets, también casi que llevó a la bancarrota a un fondo de cobertura de Wall Street que había apostado en contra de GameStop y que vendía las acciones de la empresa en corto, una modo de operación en el que el inversionista gana cuando la acción de la empresa pierde su valor.
Según todos los informes, muchas personas involucradas celebraron los resultados del incremento en los precios de las acciones de estas empresas, contra las que los inversores tradicionales apostaban. “Representas todo lo que he odiado durante [la crisis financiera]”, escribió un usuario en una carta abierta a los fondos de cobertura, haciendo referencia a la crisis financiera de 2008. “Eres una empresa que gana dinero explotando una empresa y manipulando los mercados y los medios a tu favor”, escribió otro usuario de Reddit a los inversionistas de los fondos de cobertura. Un pastor evangélico incluso se basó en la parábola de Jesús sobre el rico insensato (Lucas 12: 13-21) el cual usó sus ganancias para construir un granero más grande para describir lo que estaba sucediendo. “Desde 2008, parece que Wall Street ha tenido una cosecha sobreabundante, financiada con el dinero público, y en lugar de compartir los miles de millones con los menos afortunados, han construido graneros cada vez más grandes”.
Ciertamente veo lo que quieren decir, especialmente cuando consideramos las posibles realidades económicas detrás de la parábola. Cuando el hombre rico derriba sus graneros para construir otros más grandes, probablemente no esté creando un enorme fondo de ahorro para tiempos difíciles. Es más probable que esté abriendo el equivalente del primer siglo de un fondo de cobertura de un solo hombre. Pero centrarnos en la forma en que la parábola pone a los Goliats financieros en la mira puede hacernos perder a otro grupo al que apunta la extraña historia de Jesús: nosotros.
Contando la parábola de Jesús en su contexto
Si bien la gran mayoría de los agricultores de la época de Jesús se dedicaban a alguna forma de agricultura de subsistencia, los grandes terratenientes se beneficiaban cada vez más de la especulación con los cereales. Aquellos que tenían suficiente excedente agrícola podían permitirse mantener sus granos fuera del mercado mientras los precios eran bajos. Luego, cuando el grano escaseaba y la gente pasaba hambre, podían vender su excedente con una ganancia enorme. Tal especulación causó estragos en la economía local y permitió a los oportunistas beneficiarse tanto financiera como socialmente del caos que ayudaron a crear.
En este contexto, Jesús condena al menos dos aspectos de la codicia del rico. El hombre rico no solo no comparte su abundancia, sino que aparentemente planea usar el poder económico que su abundancia le brinda para obtener más riquezas para sí mismo a expensas de sus vecinos.
La parábola de Jesús ofrece una advertencia para aquellos que obtuvieron ganancias descomunales mientras creaban una crisis que devastaba a la economía global. Es difícil imaginar que el Jesús que caracterizó al agricultor rico del siglo I como un tonto malicioso pasaría por alto la forma en que los directores ejecutivos de los bancos reclamaban bonificaciones multimillonarias de Wall Street mientras los pequeños y medianos negocios pasaban momentos realmente duros. Seguramente el Jesús que se dio cuenta de la hipocresía de los fariseos amantes del dinero (Lucas 12: 1) tendría algo que decir sobre la manipulación del mercado financiero de hoy en día.
Pero deberíamos notar por qué Jesús cuenta esta parábola en primer lugar. Un hombre de la multitud le pide a Jesús que le ayude a obtener una parte de su herencia. Si bien no sabemos nada seguro sobre el estatus económico de este hombre, sí sabemos que la gran mayoría de la audiencia de Jesús enfrentó una pobreza brutal, como la que casi ningún estadounidense podría imaginar. Carol Wilson sostiene que una cuarta parte de la población de Palestina en la época de Jesús era tan desamparada que estaban “muriendo de hambre lentamente”, mientras que otro 30 por ciento se mantenía “precariamente cerca del límite de la subsistencia”. Solo una élite del 3 por ciento de la población era lo que podríamos llamar ricos, quienes estaban asegurados contra la pobreza económica. Es probable, entonces, que el hombre que pidió ayuda con su herencia se enfrentará a graves dificultades económicas. Lo cierto también es que la mayoría de la audiencia de Jesús experimentaba una gran pobreza.
Es a esta audiencia principalmente pobre a la que Jesús advierte sobre la necesidad de “guardarse de todo tipo de codicia”. La parábola de Jesús contra la codicia no fue solo una advertencia para los súper ricos. También fue una advertencia sobre el tipo de insaciabilidad financiera en la que Jesús creía que incluso los pobres podían verse atrapados.
Lo que podemos aprender de aquello que enseñó Jesús a los pobres de su tiempo
Lo mejor que podemos decir sobre el caso de la gente de WallStreetBets es que se involucraron porque querían ganar dinero rápidamente. Una de las plataformas más populares de trading, Robinhood, promocionó sus servicios para permitir que “personas como nosotros”, en este caso personas como los jóvenes de WallStreetBets, comerciaran “como los grandes”. Entonces, si bien las acciones de estos inversionistas presionaron a un fondo de cobertura, su manipulación del mercado también buscó crear ganancias rápidas y sustanciales para ellos.
No estoy seguro de que todo lo que han hecho los inversores de WallStreetBets sea necesariamente un pecado. Pero cuando esgrimimos la parábola del rico insensato como arma contra los súper ricos, corremos el riesgo de perder la forma en que Jesús la ofreció como un desafío para las personas como nosotros.
El peligro aquí es mucho mayor que la historia del mercado de valores de la semana pasada. El peligro es que frente a un sistema económico profundamente disfuncional y la corrupción de los cristianos estadounidenses súper ricos y de clase media, olvidemos que, en términos globales e históricos, somos parte del 1 por ciento ¿Suena descabellado? Veámoslo en detalle.
Cada inversor en GameStop vive una vida de comodidad y riqueza inimaginables en comparación con la gran mayoría de aquellos a quienes Jesús advirtió sobre su codicia. La mayoría de nosotros somos más ricos de lo que fue el rico insensato ficticio en términos de esperanza de vida, salud y artículos de lujo. Económicamente hablando, en comparación con el típico seguidor de Jesús del siglo I, somos reyes y faraones que viven vidas de seguridad y tranquilidad inimaginables. Sin embargo, los cristianos de clase media leen constantemente la advertencia de Jesús sobre los ricos como si se aplicara a otra persona. Nosotros, las personas más ricas que hemos vivido en la historia, nos leemos en el papel del campesino y encontramos a alguien más arriba en la escala económica que haga el papel del rico insensato.
Todos hacemos esto. Hablamos de ser “estudiantes universitarios pobres”, mientras asistimos a escuelas que cuestan lo suficiente para alimentar a pueblos enteros en el sur global. Los pastores y profesores como yo le recordamos regularmente a la gente “seguro que no hacemos nuestro trabajo por el dinero”, aunque el dinero nos brinda algunos de los estándares de vida más altos experimentados en la historia de la humanidad.
Como deja en claro el anuncio de Robinhood, la plataforma de trading en la que hoy puede invertir cualquier persona, a menudo criticamos el comportamiento a gran escala de los “grandes” mientras lo imitamos en nuestras propias prácticas económicas. Durante años, el economista cristiano Bob Goudzwaard ha advertido sobre las formas en que los mercados financieros se han salido de control, con efectos devastadores sobre la “economía real” tanto en Estados Unidos como en el extranjero. Si bien yo no diría que todos los fondos de cobertura son intrínsecamente inmorales, hay aspectos de nuestros mercados financieros contemporáneos, como aspectos del mercado de granos en los días de Jesús, que exigen una confrontación profética.
Pero no debemos confundir la lucha por un mejor asiento en la mesa de juego con el hecho de enfrentar y denunciar a una economía adicta al juego. Eso es especialmente cierto cuando la pérdida de cualquiera de los jugadores puede causar estragos en la vida de otros. Después de todo, no solo los financieros de Wall Street invierten en fondos de cobertura; los fondos de pensiones, como los que financian las jubilaciones de maestros de escuela y bomberos, también lo hacen. Cuando entramos al mercado buscando vencer al rico en su propio juego, ignoramos la forma en que somos los ricos insensatos a nuestro propio riesgo moral y espiritual y a expensas de nuestros vecinos.
Jesús no le dice a su rebaño que le gane al rico insensato en su propio juego. Lo que él hace es invitarnos a vivir una vida económica libre de codicia o miedo, acumulando tesoros en el cielo dando generosamente a los pobres (Lucas 12:33).
Tales inversiones del Reino de los Cielos incluyen la caridad para los indigentes, pero, recientemente yo mismo argumentaba en un podcast, también incluye orientar toda la vida económica de uno hacia el amor a Dios y al prójimo.
Si queremos invertir en el reino de Jesús, sospecho que hay mejores acciones que podemos tomar en vez de exprimir a los fondos de cobertura, pues tal cosa no pasa de ser una protesta pasajera o en un caso peor, la reproducción del pecado que estamos denunciando. Podríamos invertir en negocios de afroamericanos e hispanos con la ayuda de plataformas de préstamos como WeFunder y Kiva. Podríamos invertir nuestro dinero y nuestras conexiones sociales en organizaciones que ayuden a las personas que son económicamente pobres a generar riqueza mediante la educación o la propiedad de una vivienda. Podríamos protestar creativamente por algunas de las disfunciones de nuestro sistema económico mientras recordamos que la parábola de Jesús es una advertencia tanto para nosotros como para los profesionales financieros.
*Michael J. Rhodes es experto en Antiguo Testamento y académico en el Carey Baptist College.
Con información de Christianity Today
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