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En el mundo antiguo, las fronteras culturales se expandían, las lenguas se desarrollaban y las personas terminaban dándole paso a un idioma común. Ejemplo de ello son el judaísmo y el cristianismo, que en su momento empezaron a ganar protagonismo y sus fieles recurrieron al idioma que hablaba la mayoría de la población. Entonces, surge un interrogante: ¿cómo una lengua antigua se convirtió en una pieza clave de la comunicación y la teología del Nuevo Testamento?
El griego koiné fue una forma común o una versión simplificada de la lengua griega clásica, que surgió y se usó durante el periodo helenístico (aproximadamente del siglo IV a.C. al IV d.C.). Su desarrollo se debió a las interacciones entre varias comunidades de habla griega por las conquistas de Alejandro Magno. El término ‘koiné’ significa “común” o “compartido”. Esta lengua terminó utilizándose durante el Imperio bizantino, así que tuvo una evolución histórica que se puede evidenciar a través de ciertas etapas clave que expondremos a continuación.
1. Antecedentes:
La Grecia clásica (ss. V-IV a.C.): este período está fuertemente asociado a importantes obras antiguas que fueron escritas en griego clásico, como Elementos de Euclides; los tratados filosóficos de personajes como Tales de Mileto, Heráclito, Parménides y Anaxágoras; los textos literarios de autores como Esquilo, Sófocles, Eurípides y Aristófanes; o títulos como Los diálogos o La República de Platón y Órganon o Historia de los animales de Aristóteles.
El griego clásico se formó a partir de dialectos como el eólico, jónico, ático, dórico, noroccidental y arcado-chipriota. Todos hablados en su momento en la región que hoy conocemos como Grecia y en otros territorios cercanos. Se caracterizaba por su rico vocabulario, su gramática compleja y sus diversos dialectos regionales.
2. Inicio:
Período helenístico (ss. IV a.C.-I d.C.): tras las conquistas de Alejandro Magno, quien falleció en el 323 a.C., la cultura y la lengua griegas se extendieron por distintas regiones. En ese periodo, se mezclaron varios dialectos que, según la enciclopedia de AcademiaLab, fueron principalmente áticos y jónicos. La gramática y el vocabulario se fueron simplificando para facilitar la comunicación entre las diversas poblaciones, se redujeron las inflexiones y las formas verbales. Así apareció el griego koiné, específicamente a partir del siglo III a.C.
3. Desarrollo:
- Época romana (ss. I a.C.-IV d.C.): con la expansión del Imperio romano, el latín empezó a dominar en muchas regiones. El griego koiné absorbió préstamos de él, especialmente en contextos administrativos y jurídicos. Comenzaron a desarrollarse variaciones regionales que dieron lugar a distintos dialectos de la lengua koiné, lo cual incidió en la pronunciación de las palabras.
- Antigüedad tardía (ss. IV-VII d.C.): la influencia del latín y el desarrollo de la cultura bizantina contribuyeron a la evolución de la lengua koiné. El vocabulario siguió cambiando y surgieron nuevas estructuras gramaticales.
4. Diversificación, variaciones y “decadencia”
El griego koiné fue evolucionando hasta convertirse en una lengua posterior debido a una combinación de factores históricos, culturales y lingüísticos. Aunque no desapareció del todo, con el tiempo se transformó en diferentes formas de griego.
- Imperio bizantino (ss. VII-XV d.C.): a medida que el Imperio romano se transformaba en el bizantino, la lengua hablada en los territorios romanos orientales fue evolucionando hasta llegar al griego bizantino, que puede considerarse una extensión del koiné con cambios en la pronunciación de las palabras, el vocabulario y la gramática. Se usó para la administración, la literatura y los textos religiosos.
- Transición al griego moderno (a partir del s. XV): la transición gradual del griego bizantino al moderno supuso una mayor simplificación de la gramática y cambios en la pronunciación. La ocupación otomana de Grecia influyó en la lengua, introduciendo préstamos turcos. Para el siglo XIX, el griego moderno ya había tomado forma, con el koiné y el bizantino como influencias.
El griego koiné y la Biblia
El koiné tiene una gran importancia para el cristianismo, porque fue utilizado para escribir un gran fragmento de la Biblia y para traducir otro. Mencionaremos a continuación la primera interacción del texto bíblico con esta lengua.
La Septuaginta
Muchos piensan que la primera relación del koiné con las Escrituras fue el Nuevo Testamento, pero no fue así. El primer fragmento que fue puesto en esa lengua fue la Septuaginta ―a menudo abreviada como LXX―, una traducción del hebreo al griego koiné de la tanaj, es decir, del Antiguo Testamento. Se hizo entre los siglos III y II a.C. y tiene una gran importancia para el judaísmo antiguo y el cristianismo primitivo. Su proceso de producción se hizo en Alejandría, Egipto, en donde había un importante número de judíos de habla griega.
El objetivo era proporcionarles a ellos una versión de las Escrituras hebreas que pudieran entender y leer, por eso se tradujo al griego koiné, ya que era la lengua común de la época y con la que estaban familiarizados. La traducción incluía algunos textos adicionales que formaban parte de la tradición judía, así que es posible afirmar que proporcionó un medio para que judíos de habla griega se comprometieran con su herencia religiosa y cultural.
Influencia en el cristianismo
Posteriormente, cuando el cristianismo se extendía por el Imperio, la Septuaginta jugó un papel clave. En ese caso la pregunta es: ¿cómo influyeron el griego koiné y la Septuaginta en el desarrollo de la Biblia que conocemos hoy? Podríamos decir que prácticamente todos los primeros escritores cristianos, incluidos los autores del Nuevo Testamento, conocían, estudiaban la Septuaginta y a menudo la citaban, lo cual terminó influyendo en el lenguaje, el vocabulario y los conceptos utilizados en sus textos.
Además, el impacto de esa traducción de las Escrituras y, por lo tanto, del griego koiné, ha llegado hasta nuestros días. Por ejemplo, la palabra “Cristo” (Χρίστος), con la que nos referimos a Jesús, es la traslación al griego del término hebreo מָשִׁיחַ (mesías). Lo mismo sucede con vocablos como: “gloria”, “Señor”, “evangelio”, “apóstol”, “expiación”, “fe”, “redención”, entre otras.
[Puedes leer o ver el video: ¿Cuál fue el origen de la Septuaginta y por qué es tan importante?]
El Nuevo Testamento
Todo el Nuevo Testamento de la Biblia se escribió originalmente en griego koiné. Los apóstoles y otros escritores cristianos primitivos utilizaron esta lengua para registrar las enseñanzas, la vida y los mensajes de Jesucristo, así como para comunicar sus conceptos teológicos e instrucciones para las iglesias del primer siglo.
- Accesibilidad y difusión: que el griego koiné fuera una lengua franca y común, facilitó la difusión del evangelio y de las enseñanzas de Jesús. Los escritos del Nuevo Testamento fueron accesibles a un amplio público en distintas regiones.
- Precisión teológica: el vocabulario y la gramática matizados del griego koiné permitieron a los escritores del Nuevo Testamento transmitir ideas y conceptos teológicos con precisión. Ciertas palabras griegas tenían significados y connotaciones específicas, que permitían una comunicación más precisa de temas teológicos complejos.
- Traducción e interpretación: a lo largo de los siglos, los textos del Nuevo Testamento en griego koiné se han traducido a numerosos idiomas, lo que ha permitido a personas de diferentes culturas y regiones acceder a las enseñanzas de la Biblia. Los eruditos y teólogos también se remiten a los términos en el original para garantizar la exactitud de las traducciones y profundizar en el significado de los pasajes bíblicos.
- Estudio académico: si bien el estudio del griego koiné es esencial para eruditos, teólogos e historiadores, también termina siendo de mucho valor para cualquier creyente que tenga el deseo de crecer en el conocimiento de Dios. Comprender los matices de la lengua ayuda a analizar el contexto, la cultura y las intenciones de los escritores bíblicos, lo que a su vez contribuye a una interpretación más rica de las Escrituras.
Conclusión
Hoy, el griego koiné tiene una importancia crucial para eruditos, teólogos y estudiantes del Nuevo Testamento y otros textos cristianos primitivos. La comprensión de la lengua original permite una interpretación y un análisis más precisos de los pasajes bíblicos, arrojando luz sobre los contextos históricos, culturales y teológicos en los que se escribieron estos textos. Sin embargo, no debería verse como un asunto sólo de expertos, pues es un recurso valioso que lleva a todo creyente a sumergirse en las profundidades de los orígenes del evangelio y tener un mejor entendimiento acerca de la vida de Jesús y sus primeros seguidores.
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