En su cuento La biblioteca de Babel (1944), el escritor argentino Jorge Luis Borges imaginó una biblioteca muy particular: era infinita y tenía galerías hexagonales para guardar todos los libros posibles. Teniendo en cuenta esa referencia, supongamos que la web es un universo infinito de galerías hexagonales que contienen todos los volúmenes de libros, es decir, todo el conocimiento que existe impreso en millones de espacios digitales. Durante varias décadas, ella ha sido un lugar de descubrimiento, un laberinto en el que casi siempre se puede encontrar cualquier cosa que se nos ocurra.
En el centro de ese universo existe un “bibliotecario principal” (por decirlo de alguna forma) llamado Google. Este no ha escrito ningún libro, pero tiene un catálogo maestro, un listado de información tan gigante y preciso que hasta parece que es omnisciente. Él posee solo una función, un acuerdo sagrado que ha pactado con los millones de autores que han puesto sus libros en la gran biblioteca —ya sean un gran medio digital o un bloguero solitario—: guiar a los lectores hasta el estante hexagonal exacto en donde está su contenido y dejar como registro de esto una “visita”.
Pero, un día, el bibliotecario quiso cambiar de oficio. Pensó que, en vez de guiar a los lectores a los estantes hexagonales que contenían las respuestas a sus consultas, podía ahorrarles tiempo entregándoles una sola página redactada de forma sencilla, clara y resumida. Así, aprovechando que él conocía la información de cada volumen de la biblioteca, empezó a redactarles síntesis a partir de frases y párrafos de varios autores. El amplio catálogo de volúmenes subidos por miles o incluso millones de autores dejó de ser frecuentado, y el número de las visitas empezó a decaer.
Esta alegoría del bibliotecario y la biblioteca infinita permite ver cómo se está gestando un cambio clave y deliberado en el funcionamiento de Google, el cual podría afectar significativamente la forma en la que consumimos contenido de la web. Ahora, vayamos a los hechos.

De buscador a motor IA
En su conferencia de desarrolladores I/O de mayo de 2025, Sundar Pichai, CEO de Google, anunció lo que él llamó “el siguiente paso en la evolución de la búsqueda”. Los desarrolladores y medios de comunicación que estaban en el auditorio escucharon cómo Google había empezado a implementar a gran escala un “modo IA”, que según Pichai buscaba mejorar la experiencia de consulta del usuario con respuestas más rápidas e intuitivas, algo que la compañía ha llamado “búsqueda generativa”. Pero este cambio pronto se convirtió en una cruda realidad para millones de creadores de contenido —especialmente escrito—, editores y compañías de todo el mundo: representó el desmantelamiento del modelo que ha sostenido a la web abierta durante al menos dos décadas.
Quizá tú mismo ya has notado esta transformación y sus implicaciones. Antes, las búsquedas en Google mostraban un listado de páginas web relacionadas con lo que escribiste. Luego, tú elegías la que más te llamaba la atención o la que mejor se ajustaba a tus necesidades. Pero ahora encuentras una respuesta corta que, en la mayoría de los casos, responde a tu pregunta de forma clara, concisa y directa, regularmente basándose en el primer resultado. No necesitas nada más, así que te vas.

¿Cuál es el problema detrás de este reajuste? Para entenderlo, veamos cómo funciona Google, el buscador cuyo éxito histórico fue la originalidad a la hora de presentar sus resultados. Estos estaban basados en un algoritmo que la compañía llama PageRank, un sistema de votación digital que mantenía a las web relevantes arriba y a las irrelevantes al final, según su reputación. La reputación de una página se construía con base en la cantidad de webs que la citaban. Entonces, al analizar qué páginas tenían enlaces a otras, Google no creaba contenido, sino que organizaba el ya existente, actuando como un curador y organizador masivo de gran escala. En conclusión, su producto era una lista de enlaces a sitios web previamente clasificados por el algoritmo de PageRank.
Pero el giro que Google dio el año pasado apunta hacia la “búsqueda generativa” (conocida internamente como “SGE” y públicamente como “AI Overviews” y “Modo IA”), que funciona bajo una lógica muy diferente. Esta nueva tecnología usa grandes modelos de lenguaje (LLM por sus siglas en inglés), los mismos que emplean sistemas como ChatGPT (OpenAI), Claude (Anthropic) o Gemini (Google DeepMind). Estos modelos sintetizan información: en lugar de guiar al lector hacia las páginas web donde se encuentra, la consumen desde múltiples fuentes, la procesan y generan una respuesta inmediata y única directamente en el espacio donde se formuló la búsqueda.
“Para quienes quieren tener una experiencia de búsqueda con IA integral, presentamos un nuevo Modo IA”, afirmó Sundar Pichai durante su presentación. “Es una reinvención total de la búsqueda”. En otras palabras, Google está pasando de ser un motor de búsqueda a un motor de respuestas. El objetivo ya no es enviar al usuario a la web que mejor responda a su pregunta, sino evitar que el usuario tenga que ir a otro sitio web en absoluto. Para Google, esto representa el pináculo de la eficiencia para servir al usuario.

Impresiones sin clics
A partir de entonces, se empezó a tener el presentimiento de que esta nueva forma de responder al usuario iba a tener unos profundos efectos en la industria del contenido digital, y algunos datos ya han empezado a confirmarlo Aunque varían de acuerdo al sector, los números dejan ver un panorama realmente alarmante para los creadores de contenido:
- Un informe de mayo de 2025 de BrightEdge encontró una tendencia clara: tras el lanzamiento de los AI Overviews, las impresiones en las búsquedas de Google crecieron un 49%, mientras que el CTR (click-through rate o tasa de clics en español) medio cayó cerca de un 30%. En la práctica, esto significa que Google está aprovechando la autoridad de las marcas para sustentar sus respuestas generativas al tiempo que reduce el tráfico que ellas reciben en sus sitios.
- Según reportes de la consultora 39 Celsius y de la agencia Whistler Billboards, sitios de contenido práctico, es decir, páginas que enseñan cómo hacer algo concreto o resolver un problema cotidiano, han visto caídas de hasta el 70%, mientras los medios caen cerca de un 30%. Incluso el e‑commerce reporta una caída de hasta el 25% en su tráfico.
- La compañía de software SparkToro reportó en 2019 que el 50% de las búsquedas terminaban sin un solo clic. Estudios posteriores de SparkToro y la compañía Datos encontraron que la ratio rozaba el 60% en 2024, justo antes de la gran expansión de los resúmenes de IA de Google. Un informe de Similarweb muestra que, un año después del lanzamiento de AI Overviews (2024), la proporción saltó al 69% en mayo de 2025. Diversas proyecciones independientes apuntan a que la cifra superará el 70% antes de que acabe el 2025.
“Es como pedirle un libro a un bibliotecario, pero que simplemente te hablen del libro. Creo que esa sensación de que la web es una gran biblioteca para todos ha desaparecido”, afirmó para la BBC Gisele Navarro, editora de HouseFresh, una web dedicada a realizar análisis de productos para el hogar. Pero el mismo Google cree que estas afirmaciones pueden ser exageradas. “Diariamente, enviamos miles de millones de clics a sitios web, y conectar a las personas con la web sigue siendo una prioridad”, afirmó un portavoz de la compañía. “Nuevas experiencias como Resúmenes IA y el Modo IA mejoran la búsqueda y amplían los tipos de preguntas que se pueden hacer, lo que crea nuevas oportunidades para descubrir contenido”.

Nick Fox, vicepresidente de conocimiento e información de Google, aseguró que “la web está prosperando”. Citó un crecimiento del 45% en el contenido en los últimos dos años e insistió en que “la gente sigue navegando activamente por la web”. En contraste, Navarro dijo: “hace unas semanas, notamos un aumento de las impresiones. Pero, al mismo tiempo, los clics tienden a disminuir; Google muestra nuestros enlaces con más frecuencia, pero nadie hace clic. Esto se correlaciona con los Resúmenes IA”. En entrevista para la BBC, también concluyó:
“Creo que esto va a destruir la web abierta tal como la conocemos, sin duda. Probablemente ya lo ha hecho”.
Editores vs. Google
La situación ya ha escalado hasta el ámbito legal. En julio de 2025, más de 200 editores (Independent Publishers Alliance) formaron una coalición con creadores de contenido de Estados Unidos y Europa para presentar una demanda colectiva contra Google. Los denunciantes presentaron dos argumentos principales.
El primero era una infracción de derechos de autor a escala masiva, ya que, según ellos, el uso de contenido para entrenar a los LLM de Google constituye una violación de sus derechos de autor. El segundo era que Google estaba usando su posición dominante en el mercado de las búsquedas para fortalecer y privilegiar a su propio producto (AI Overviews) en detrimento de los demás creadores de contenido, lo cual consideran una violación de las leyes antimonopólicas.
En otro caso muy resonado en los medios, Chegg —una empresa de educación en línea que ofrece alquiler de libros de texto y asesoría escolar— acusó a Google de provocarle una caída del 49% en su tráfico y un colapso del 90% en su cotización en la bolsa.

Los resultados de estas batallas legales recorren un sendero incierto. A diferencia de otras disputas en el pasado, este caso se va hacia el territorio inexplorado de la legislación sobre IA generativa, obligando a los tribunales a interpretar cómo se aplican los derechos de autor y las leyes de competencia a modelos que “aprenden” de la información pública. Este desafío podría redefinir las reglas del juego para la innovación futura.
Pero tenemos que pensar en un problema que va mucho más allá del rol de Google en todo este asunto. Es uno bien conocido y aceptado incluso por los profesionales en mercadeo y en generación de contenido: la integridad y confiabilidad del contenido generado por la IA.
Según un informe de Ahrefs, empresa especializada en herramientas de SEO y marketing digital, el mayor riesgo percibido al usar contenido de inteligencia artificial es la difusión de desinformación (62%), y la principal barrera para su adopción es la preocupación por su falta de exactitud (60%). El informe, que corresponde al segundo trimestre de 2025, revela que el 97% de los profesionales hace algún proceso de revisión del contenido de IA, y una abrumadora mayoría del 80% lo inspecciona manualmente en busca de errores. De hecho, solo un 4% de los encuestados se atreve a publicar contenido “puro” de IA, sin supervisión humana.
El corazón del problema está en una desconexión oculta que la gran mayoría de usuarios de Google no puede notar: los creadores saben que la IA puede fallar y actúan con cautela, pero el usuario promedio del buscador no. Cuando Google presenta una respuesta generada por inteligencia artificial, limpia y con apariencia de autoridad, la persona que hizo la consulta la toma por cierta.
Así, la responsabilidad de comprobar la información pasa del proveedor, que conoce bien las limitaciones de su tecnología, al lector, que no tiene por qué estar al tanto de cómo funciona la IA. Aunque el 65% de los profesionales reconoce que el contenido humano suele ser superior, la presentación pulcra de la IA borra esa diferencia a ojos del público. El pacto de confianza se rompe implícitamente ya que se entrega un dato potencialmente erróneo como si fuera infalible y, en consecuencia, se amplía el riesgo de desinformación. Mientras tanto, la responsabilidad se diluye.

Desinformación y brecha de confianza
Ahora llevemos esta situación al terreno de la Iglesia. Cada vez que hacemos una búsqueda en Google para resolver dudas sobre la fe, la doctrina o la Biblia, dependemos de lo que el algoritmo decida mostrarnos. Por eso, los ministerios y creadores de contenido cristiano no podemos bajar la guardia: allí, en esa primera pantalla de resultados, se juega la fidelidad de nuestro mensaje.
Para los creadores de contenido cristiano, el golpe va más allá de lo económico. Nuestro retorno de inversión primordial es el espiritual, lo cual se traduce en alcanzar vidas con un mensaje sólido, que parte de una sólida doctrina bíblica. Durante años, la búsqueda orgánica fue el puente entre la duda de un creyente que navega en la web y un artículo confiable de un ministerio como Coalición por el Evangelio, Ligonier Ministries, Gracia a Vosotros y muchos más. Pero con el Modo IA de Google, ese puente entre el creyente y la respuesta bíblica se agrieta; ahora la respuesta se queda en la propia página y el clic, que antes permitía un proceso de relación entre el ministerio y el creyente, es inexistente.
La cuestión aquí es ética antes que técnica. Esto es lo que en el mundo corporativo se llama brand safety (seguridad de marca): para un ministerio, la “marca” representa testimonio público, escrutinio dedicado, piedad práctica, conocimiento y tiempo con el texto bíblico, experiencia académica y/o pastoral, etc. Pero las alucinaciones de la IA no solo pueden llegar a desinformar; también mezclan fuentes y, al hacerlo, pueden terminar ofreciendo un híbrido entre información basada en la sana doctrina con afirmaciones de doctrinas erradas sostenidas por sectas.
Si un lector toma estas respuestas generadas como una autoridad incuestionable, es muy grande el potencial que tiene para ser dañino y hasta mortal para el alma. El lector, cristiano o no, confiado en la pulcritud visual de la respuesta, puede absorber un sincretismo que ninguna visión fiel y ortodoxa de la fe cristiana avalaría. Así, el algoritmo se convierte en un predicador sin rendición de cuentas (como sí lo pueden y deben hacer ministerios que operan bajo un nombre o marca específicos).

Web sintética vs. web artesanal
Si llevas años navegando por Internet, quizá recuerdes aquellas páginas modestas que nacían en el cuarto de un creyente o en la pequeña oficina de una iglesia: HTML hecho a mano, actualizaciones semanales y la calidez de un foro donde la oración se cultivaba en comunidad. Era la “web artesanal”, un tejido de estudios bíblicos, devocionales y sermones que respiraban el esmero y la cercanía de quienes los creaban.
Hoy, en cambio, una búsqueda en Google, o incluso en un chat de IA, suele devolver respuestas sintéticas: párrafos pulidos por IA, veloces y funcionales, pero con un sabor plástico que deja fuera la voz humana. El creyente recibe la información, sí, pero pierde el roce pastoral que añadía profundidad y compañía.
Por eso, es necesario que los creyentes puedan distinguir cuando el resultado de su búsqueda en Google es un resumen impersonal hecho por un modelo de inteligencia artificial o cuando es un recurso hecho por un hermano en Cristo. El cristiano que ha escrito tiene al Espíritu Santo, ha estudiado el tema durante horas y ha vivido experiencias personales relacionadas durante su caminar como creyente. Adicionalmente, ha meditado el asunto en oración y se ha expuesto al doble filo de la Palabra para escribirlo. Luego, probablemente su texto ha pasado por un proceso de edición, publicación y presentación al público como una pieza artesanal, hecha no solo por un humano, sino por un hermano de carne y hueso que puede conectar con nosotros de una manera en la que un LLM nunca podrá hacerlo.
El desarrollador de software y conferencista John Allsopp escribió: “La web se está dividiendo en dos futuros distintos: uno impulsado por incansables agentes de IA, el otro moldeado por la mano del hombre”. ¿Escogeremos uno de estos? Si no, ¿cómo aprenderemos a convivir con la información que ambos caminos nos brindan? ¿Qué tan fundamentados estamos en la Palabra para discernir las respuestas de las IA?
Nota del editor: Este artículo fue redactado por Giovanny Gómez Pérez y las ideas le pertenecen (a menos que el artículo especifique explícitamente lo contrario). Para la elaboración del texto, ha utilizado herramientas de IA como apoyo. El autor ha revisado toda la participación de la IA en la construcción de su texto, y es el responsable final del contenido y la veracidad de este.
Referencias y bibliografía
La Biblioteca de Babel | Jorge Luis Borges
AIO Overviews One Year Review Research Paper and Deep Dive | BrightEdge
The Impact of Google’s AI Overviews on Website Traffic | Whistler Billboards
Less than Half of Google Searches Now Result in a Click | SparkToro
Zero-Click Searches And How They Impact Traffic | Similarweb
IA: la novedad que lanzará Google que promete cambiar internet | BBC News Mundo
Exclusive: Google's AI Overviews hit by EU antitrust complaint from independent publishers | Reuters
Google's AI previews erode the internet, US edtech company says in lawsuit | Reuters
The State of AI in Content Marketing | Ahrefs
Again with the AI? | Web Directions
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