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Este clérigo de la iglesia anglicana es considerado hoy como el mejor escritor de himnos de todos los tiempos. Por su vida poco conocida y opacada por el legado de su hermano, a menudo es conocido como el “Wesley olvidado”.
Tomando en serio la fe
Charles Wesley (1707-1788) nació el 18 de diciembre de 1707 en el pueblo de Epworth, Inglaterra. Su nacimiento fue traumático, ya que en el momento de nacer parecía muerto y permaneció en silencio, envuelto en mantas, durante varias semanas. Fue el décimo octavo de los diecinueve hijos de Samuel Wesley (1662-1735), un clérigo anglicano, y Susannah Wesley (1669-1742). Aunque, como era común en esos tiempos, solo diez de los hijos de los Wesley sobrevivirían hasta la edad adulta.
Samuel, el padre de los Wesley, quería que sus hijos se convirtieran en eruditos y clérigos. Este deseo fue seguido por Susannah, su esposa. Así que, junto a sus hermanos, Charles se unía todos los días a su madre para recibir clases, quien hablaba griego, latín y francés. Susannah les enseñaría metódicamente a todos sus hijos durante seis horas todos los días. Charles aprendió de ella hábitos como el autocontrol, las rutinas, la oración y la devoción.
Charles ingresó en la Westminster School de Londres en 1716. En 1726 fue elegido miembro del Christ Church College en Oxford, mientras su hermano John Wesley (1703-1791) era ordenado y elegido miembro del Lincoln College. Estando en Oxford, Charles se dedicó a la traducción de algunos clásicos griegos y algunas obras latinas al inglés, mientras experimentaba un periodo de cierta apatía a la fe.
Durante el invierno de 1728, Charles empezó a pensar en formas de tomar más en serio su fe, lo que lo motivó a él y a varios amigos suyos a iniciar un club al que llamaron “Holy Club.” Este grupo de estudiantes entusiastas se reunirían todas las semanas para celebrar la comunión y seguir un estricto régimen de estudio bíblico, oración y ayuda social. Debido a su fuerte disciplina, se les puso el sobrenombre de “metodistas.” Si bien John tomaría el liderazgo del pequeño grupo, en realidad fue iniciado por Charles.
En 1735 Charles se convertiría en clérigo de la iglesia de Inglaterra, para luego unirse a su hermano John en un viaje misionero a Georgia, en las colonias británicas de Norteamérica. John cumpliría con la labor de ser el capellán, mientras que Charles sería el secretario del gobernador Oglethorpe. Pero la estadía en Norteamérica no fue del todo satisfactoria para Charles. Durante el viaje, experimentó emociones adversas, depresión y agotamiento físico.
Los problemas que experimentó en su labor condujeron a Charles a regresar a Inglaterra al poco tiempo de su llegada. Más adelante el propio John, quien permanecería un año más en Georgia, diría: “Fui a América para convertir a los indígenas, pero, oh, ¿quién me convertirá a mí?”
Una vez en Inglaterra, Charles se siguió moviendo en círculos académicos. Habiendo quedado profundamente impresionado por algunos piadosos moravos que conoció en las colonias, se sintió igualmente afectado al conocer a su líder, Nicolaus Ludwig von Zinzendorf (1700-1760) en Londres.
Después del regreso de John, los Wesley decidieron regresar a Oxford en medio de un periodo de sequía espiritual. Durante su regreso, conocieron al joven moravo Peter Böhler (1712-1775), a quien Charles empezó a impartir clases de inglés y de quien aprendería la esencia natural del evangelio y de la vida cristiana.
Despertar espiritual
En mayo de 1738, Charles comenzó a leer un libro de Martín Lutero sobre Gálatas mientras se recuperaba de una enfermedad, quedándose en casa de algunos moravos muy piadosos. Durante este tiempo escribiría en su diario: “Trabajé, esperé y oré para sentir 'quién me amaba y se entregó a sí mismo por mí.” Pronto se encontró convencido y escribió: “Ahora me encuentro en paz con Dios y me regocijo con la esperanza de amar a Cristo.” Dos días después comenzó a escribir un himno celebrando su conversión. Unas semanas más tarde el propio John tendría su propio encuentro espiritual con el evangelio.
Pronto un despertar espiritual se desembocaría en la vida de los Wesley. John y Charles se unieron a George Whitefield (1714-1770), otro antiguo miembro del Holy Club y muy amigo de Charles, para proclamar el mensaje del evangelio. En poco tiempo las iglesias establecidas empezaron a cerrar las puertas a la predicación de estos jóvenes entusiastas, así que, bajo la influencia de Whitefield, decidieron abandonar los edificios eclesiales y llevar el mensaje a las calles. En una ocasión el propio Charles preguntó sobre Whitefield en un evento evangelístico público: “¿Qué ha ganado Satanás al expulsar a Whitefield de las iglesias?”
Los Wesley comenzaron su ministerio itinerante, recorriendo miles de kilómetros a caballo a lo largo de los años en Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda, siendo Londres, Bristol y Newcastle los principales centros de su trabajo. El viaje le dio tiempo a Charles para reflexionar, y fue mientras montaba a caballo que compuso los versos de muchos de sus himnos.
En las anotaciones de su diario de 1739 a 1743, Charles calculó el número de personas a las que había predicado. De solo aquellas multitudes para las que indicó una cifra, el total durante estos cinco años ascendía a 149.400. Desde el 24 de junio hasta el 8 de julio de 1738, Charles informó haber predicado dos veces a multitudes de diez mil en Moorfields. Predicó a 20.000 en Kennington Common y dio un sermón sobre la justificación ante la Universidad de Oxford. Poco después, Whitefield se fue a una de sus muchas visitas a Estados Unidos, dejando a los Wesley para organizar el creciente movimiento metodista.
Himnos vitales
Pero si John Wesley fue un predicador y evangelista muy usado, el mismo Charles fue un predicador solo superado por el mismo Whitefield. “Su predicación en su mejor momento fue de truenos y relámpagos”, dijo alguna vez uno de los primeros metodistas.
Durante un viaje a Gales en 1747, Charles, que ya tenía 40 años, conocería a Sarah Gwynne (1726-1822) de 20 años, con quien se casaría, en una ceremonia oficiada por John y con quien tuvo dos hijos y una hija, los únicos dos descendientes que sobrevivirían de los ocho hijos nacidos del matrimonio. Sus hijos fueron considerados grandes prodigios musicales y compositores por derecho propio. Según varios testimonios de personas cercanas, el matrimonio fue feliz, piadoso y ejemplar, y para muchos debe calificarse como uno de los matrimonios cristianos más felices de todos los tiempos.
Durante los siguientes años, Charles continuaría viajando y predicando mientras el metodismo crecía de forma vertiginosa. Sin embargo, el cansancio llegó y tuvo que reconocer que no tenía las fuerzas de su hermano John o de Whitefield para sostener un ministerio tan itinerante. Su último viaje nacional fue en 1756. Posteriormente, su salud lo llevó a retirarse gradualmente del ministerio itinerante. Pasó el resto de su vida en Bristol y Londres, componiendo himnos, predicando y supervisando las capillas metodistas de la región.
Charles Wesley murió el 29 de marzo de 1788 en Londres a la edad 80. Su apasionada e intensa predicación no sería su trabajo más importante. Su obra más prolífica sería llevar el mensaje del evangelio a través de la composición de himnos para el uso en las reuniones metodistas. Así se ganó rápidamente la admiración por su capacidad para capturar la experiencia cristiana universal en versos memorables. La huella que Charles dejó en el metodismo, y de paso en toda la iglesia universal, fue de al menos 4.500 himnos y unos 3.000 en manuscritos.
Los metodistas se harían conocidos por la forma tan peculiar y entusiasta como entonaban los himnos compuestos por Charles. Un observador de ese tiempo registró: “La canción de los metodistas es la más hermosa que he escuchado (...) Cantan de manera adecuada, con devoción, mente serena y encanto.”
Se cree que Charles Wesley promedió 10 líneas poéticas al día durante 50 años. Sus casi 9.000 himnos compuestos superan al menos 10 veces en volumen compuesto al único candidato que se le acerca, Isaac Watts (1674-1748). En el siglo siguiente, Henry Ward Beecher (1813-1887) declaró: “Preferiría haber escrito ese himno de Wesley, 'Jesús, el amante de mi alma', que tener la fama de todos los reyes que alguna vez se sentaron sobre la tierra.”
Aunque John Wesley es considerado hoy como el arquitecto detrás de la conformación del movimiento metodista. Es posible que, sin los himnos de Charles, el movimiento no hubiera tenido la vitalidad, la fuerza y la influencia que tuvo. Alguna vez un historiador dijo al respecto: “A los primeros metodistas se les enseñó y se les dirigió tanto a través de los himnos de Charles como de los sermones y los folletos de John.”
El compilador del Diccionario de Himnología, John Julian (1839-1913), concluyó que: “Quizás, tomando en consideración la cantidad y la calidad, Charles Wesley es el mayor autor de himnos de todos los tiempos.”
¿Y tú? ¿Qué piensas? ¿De qué forma el Señor te está despertando para que lleves Su palabra a los perdidos? ¿Cómo crees que los cristianos de hoy pueden usar la música y el arte para llevar el mensaje del evangelio? ¿De qué formas usas tu tiempo para la gloria de Dios en tu día a día?
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