Arthur Walkington Pink fue un destacado teólogo del siglo XX, conocido por sus escritos sobre la doctrina cristiana y su estricta adhesión a la teología reformada. Pink dedicó su vida a vivir su fe, así como a escribir extensamente sobre temas teológicos y a predicar en congregaciones en Inglaterra, Estados Unidos y Australia.
Nació en Nottingham, Inglaterra, en 1886 y creció en una familia nominalmente cristiana, pero de niño mostró poco interés por la religión. Más bien, en su adolescencia se sintió atraído por el ocultismo en la forma de la “teosofía”, una secta británica de finales del siglo XIX que seguía el esoterismo y buscaba una sabiduría secreta. Asistió a sesiones de espiritismo e intentó comunicarse con los muertos a través de un médium.
A pesar de su fascinación por la teosofía, Pink tenía una sensación de vacío e insatisfacción en su vida. En 1908, a la edad de 22 años, tuvo una profunda experiencia espiritual, estando en su habitación y meditando sobre Proverbios 14:12, que lo llevó a renunciar al espiritismo y convertirse al cristianismo. Empezó a asistir a una iglesia local y a leer la Biblia, y pronto sintió una profunda “convicción de pecado” y la necesidad de salvación.
Alguien cercano a Pink contó la historia de conversión que escuchó de él mismo:
A.W.P. decidió que estaba fatigado, y que tomaría un baño para relajarse, pero durante este proceso todo lo que podía venir a su mente era: “Hay un camino que parece recto, etc.”. De nuevo volvió a trabajar en su discurso (para los teosofistas) y todo lo que su mente recordaba era Proverbios 14:12. A.W.P. nos dijo que no podía seguir rechazando al Dios de la Biblia y comenzó a clamar al Señor en oración, convencido por el Espíritu Santo y su poder de llevar a un alma a ver su condición perdida y creer en el Señor Jesucristo como su Salvador. Su formación temprana le enseñó acerca de nuestro Señor, pero ahora, como el Pablo de antaño, tenía una cita con un Dios Santo y Soberano. Durante casi tres días no salió de su habitación para reunirse con la familia, pero su padre y su madre oraron, y al final de la tarde del tercer día A.W.P. hizo su aparición y su padre dijo: “Alabado sea Dios, mi hijo ha sido liberado”.
La conversión de Arthur no estuvo exenta de dificultades y consecuencias. Luchó por conciliar su nueva fe con su pasado teosofista y se enfrentó a las críticas y burlas de sus antiguos compañeros. Sin embargo, se mantuvo firme en su compromiso con la nueva fe y se dedicó a estudiar teología y a compartir el mensaje cristiano con otros espiritistas.
Deseoso de convertirse en un ministro, pero reacio a asistir a una universidad de corte liberal en Inglaterra, Pink partió para los Estados Unidos en 1910. Allí estudió muy brevemente en el Instituto Bíblico Moody de Chicago, a los 24 años de edad. Pero no terminó sus estudios en dicho instituto, ya que deseaba entrar al ministerio pastoral a tiempo completo. Él mismo contó: “Después de seis semanas, me entrevisté con el Dr. Howard y le declaré que deseaba entrar al pastorado sin más demora, y que sentía que estaba ‘perdiendo el tiempo’ en el Instituto”.
El rector de Moody, Howard Hope, ayudó a que Pink empezara su nueva etapa como pastor al brindarle una recomendación. De esta manera, Arthur pastoreó primero en los estados de Colorado, California y Kentucky. Lo más notable de este tiempo es que se casó con Vera E. Russell, una mujer de Kentucky. Luego, Pink confesó: “En 1916 oraba mucho para que Dios me diera una esposa espiritual y piadosa”; la respuesta llegó y se casó ese mismo año a los 30. Pero fue en la ciudad de Spartanburg, Carolina del Sur, donde tuvo su primera experiencia pastoral profunda. Se trasladó hasta allí en 1917 para ocupar un cargo como ministro en la Northside Baptist Church de Spartanburg.
El tiempo de Pink en Spartanburg estuvo marcado tanto por los éxitos como por los desafíos. No tardó en ganarse la reputación de predicador enérgico y teólogo perspicaz, y consiguió fidelizar a los fieles de su congregación. También siguió escribiendo y publicando. De hecho, algunas de sus obras más importantes, como La soberanía de Dios, se produjeron durante su estancia en Spartanburg.
La soberanía de Dios (1918) fue un tratado sobre un tópico controversial pero que a la vez era muy desconocido, por esta razón el libro entró sin pena ni gloria en el mercado. Para Pink, el casi nulo interés por su libro se debía a la impopularidad de la doctrina de la soberanía de Dios en la teología moderna. Él dijo duramente en el prefacio: “Sería absurdo esperar que este trabajo contara con la aprobación general. La tendencia de la teología moderna, si se le puede llamar teología, es siempre hacia la deificación de la criatura en lugar de la glorificación del Creador”.
Este libro le cerró muchas puertas. Sin embargo, tras su muerte, sus escritos resultaron atractivos. En ese entonces, hubo una importante renovación en la teología calvinista, se redescubrió la “soberanía de la gracia divina” según el entendimiento calvinista-puritano. Así, la idea, que antes era tan ampliamente rechazada, se hizo atractiva a finales del siglo XX y Pink llegó a ser muy leído.
A medida que predicaba y que su libro circulaba, algunos miembros de su iglesia empezaron a sentirse muy incómodos con su visión de la soberanía de Dios y sobre todo con su falta de “familiaridad pastoral”. Pink predicaba tres veces a la semana y dedicaba mucho tiempo a la lectura de los puritanos como Goodwin y Owen; leía hasta doce libros por mes. Pero miembros de la congregación comenzaron a quejarse. Aunque Pink visitaba las casas de las personas, era muy parco en sus palabras. Esto chocaba con la cultura sureña, que se prestaba mucho para la conversación familiar.
El mismo Pink reconoció en una ocasión que su temperamento era poco sociable y más bien introvertido. Por ejemplo, hablando de las fiestas navideñas dijo:
Me alegro de que las vacaciones estén llegando a su fin. Siempre me parece desmoralizante. Este año hemos estado de un lado para otro todos los días, recibiendo a amigos en nuestra casa o visitándolos en la suya. Vamos a salir a cenar otra vez mañana, y otra vez el día siguiente, y entonces espero que se acaben estas festividades. Por temperamento natural soy un recluso e insociable nato, y desde que nací de nuevo, he evitado gastar el tiempo de Dios en recreaciones ociosas. A menos que pueda ayudar a alguien espiritualmente o ser edificado al salir, prefiero quedarme en mi estudio.
Pink también comenzó a sentir el deseo de dejar temporalmente el ministerio y dedicarse solo a escribir. A pesar de esto, siguió comprometido con su obra pastoral. Predicó dos veces por domingo, dirigió servicios de oración y de estudio bíblico los martes y viernes por la noche, hasta que su tiempo en Northside Baptist Church llegó a su fin en 1920.
La decisión de Pink de abandonar Spartanburg también se debió a que alegó desacuerdos doctrinales con algunos miembros de su congregación y el deseo de afrontar un nuevo reto. Aunque su estancia en ese lugar no estuvo exenta de dificultades, marcó una etapa importante en su ministerio, fue un antes y un después. Curiosamente, de esta iglesia solo recordaría con cariño a una anciana:
El obrero más activo de la última iglesia de la que fui pastor tenía setenta y siete años de edad cuando estuve allí, y durante mi estancia de tres años y medio, ella hizo más por el Señor, y fue un mayor estímulo para mí que cualquier otro miembro de esa iglesia.
En ese entonces solo deseaba escribir, y en 1922 empezó y publicó una revista mensual con el nombre de Estudios sobre las Escrituras, la cual contaba con más de mil suscriptores por correo. Él mismo redactaba artículos y compartía también los escritos de otros teólogos, en especial ingleses. Su esposa lo ayudaba como secretaria. La revista tuvo buena aceptación entre el público estadounidense, sus lectores enviaban ofrendas para financiarla, y esta sirvió como base para sus libros futuros. Durante ese tiempo vivió en Pensilvania.
Pink explicó cómo leer dicha revista, lo cual muestra el pensamiento general del autor acerca de todos sus libros:
Si esta revista se lee como se lee un periódico, poco provecho para el alma se obtendrá. Lo que pedimos a nuestros suscriptores es lo siguiente: en primer lugar, que antes de leer cualquier artículo, el lector eleve su corazón a Dios y le pida fervientemente un espíritu de discernimiento para reconocer Su verdad y un corazón abierto para recibirla. En segundo lugar, que con este fin el lector estudie cada artículo con la Biblia abierta delante de él, volviendo a cada pasaje citado para ver si el escritor prueba o no lo que dice con un “Así dice el Señor”. Y, en tercer lugar, que lea despacio, crítica y reflexivamente lo que se presenta en estas páginas.
Buscando un nuevo desafío y queriendo volver a la actividad pastoral, Arthur y su esposa se mudaron a Sidney, Australia, en 1925. Allí pasaron tres años y medio, en los que el ministerio de Pink tuvo mucho éxito. Predicó 250 veces durante el primer año y se decía que atraía a la gente “como un imán”. La pareja sintió una sensación de realización permanente durante este tiempo y experimentó una gran alegría. A pesar de trabajar muchas horas, la predicación y los escritos de Arthur tuvieron una respuesta alentadora, y la asistencia aumentaba en todos los lugares donde predicaba. También ayudó a un grupo de entre 40 y 60 personas a fundar una nueva iglesia durante unos diez meses.
Australia fue recordada por la pareja, 18 años después, como “los tres años y medio más felices y ajetreados de nuestras vidas”. Con respecto a ese país y a la necesidad de la evangelización allí, Pink una vez expresó:
La gran necesidad de Australia hoy es de hombres enviados y ungidos por Dios que no rehúyan declarar todo el consejo de Dios; hombres en quienes la Palabra de Cristo more abundantemente, de modo que puedan decir con el apóstol: “¡Ay de mí si no predicara el evangelio!”; hombres en los que repose el temor de Dios, de modo que se libren del temor de los hombres.
En 1928, Arthur volvió a Inglaterra, donde residiría unos años hasta 1936. Los tres años siguientes, los Pink vagaron, viviendo de un lado a otro, sin encontrar un hogar permanente para su ministerio. Luego, desde 1931 hasta 1936, Arthur vivió en Estados Unidos, Inglaterra y Escocia, tratando de encontrar una iglesia en la que pudiera ministrar. Su conclusión a finales de 1936 fue que no había ningún lugar en el que pudiera servir con buena conciencia.
Durante los cuatro años siguientes vivió en una ciudad costera del sureste de Inglaterra. Tras dos años de bombardeos a causa de la Segunda Guerra Mundial, los Pink optaron por trasladarse a Escocia, y se mudaron luego a la Isla de Lewis, en 1940. Arthur murió de anemia a los 66 años. Sus últimas palabras revelan lo que estaba en su mente mientras daba su último aliento: “Las Escrituras se explican por sí solas”. Su esposa contó sus últimos momentos de vida de la siguiente manera:
Una vez, en medio de una gran agonía, dijo: “Gusten y vean que el Señor es bueno, dichoso el hombre que confía en él”. Un querido amigo vino a reemplazar a la enfermera y a estar conmigo, y vimos su rostro radiante muchas veces, y estábamos seguros de que tenía visiones de la gloria. Luego lo oímos decir lo que fueron sus últimas palabras: “Las Escrituras se explican por sí solas”, mostrándonos en qué estaba pensando. Así que, habiendo terminado su curso y completado su trabajo, se ha ido para estar con aquel a quien amó y sirvió durante tantos años.
Arthur W. Pink dejó como legado un corpus teológico que sigue siendo influyente en los “círculos calvinistas” de hoy. Su compromiso con el estudio de la Biblia y su inquebrantable dedicación al estudio de la teología calvinista-puritana han hecho de él una figura muy querida entre muchos cristianos reformados. A lo largo de su carrera, Pink publicó varios libros sobre una amplia gama de temas teológicos. Entre ellos se pueden mencionar: Los atributos de Dios, El anticristo, La vida de Elías, Espigas en Génesis y La inspiración divina de la Biblia. Era conocido por su meticulosa investigación y su capacidad para destilar conceptos teológicos complejos en un lenguaje claro y accesible. Sus obras gozan de gran prestigio entre los “teólogos calvinistas” y siguen influyendo en el pensamiento cristiano hasta el día de hoy. Incluso, varias de ellas están disponibles en español.
Bibliografía: redactado con información de The Life of Arthur Pink by Ian Murray; y Arthur W. Pink: Born to Write by Richard Belcher.
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