“Recuerda, recuerda, el 5 de noviembre, pólvora, traición y conspiración”.
En el Reino Unido, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Terranova, Canadá, San Cristóbal y Nieves, algunas partes de Estados Unidos y antiguamente en Australia cada 5 de noviembre, se celebra el fracaso del complot de la pólvora. A esta festividad se le conoce como La Noche de Guy Fawkes (en inglés: Guy Fawkes Night), también conocida como Bonfire Night (la noche de las hogueras), Cracker Night o Fireworks Night (la noche de los fuegos artificiales).
La rima que más se escucha durante la celebración es: “Recuerda, recuerda, el 5 de noviembre, pólvora, traición y conspiración”, cada 5 de noviembre de cada año, la figura de un hombre del siglo XVII aún se quema en hogueras en toda Inglaterra en memoria de la fallida conspiración. Aquella figura recuerda a Guy Fawkes, el nombre que se asocia más rápidamente con ese complot, aunque él no ideó ni dirigió el plan para asesinar al rey Jacobo I, sin embargo pasados más de 400 años después de su muerte sigue siendo señalado como uno de los más grandes villanos de la historia británica.
Esto se debe a que él fue a quien descubrieron merodeando en las bóvedas de la Cámara de los Lores a eso de la medianoche del 4 de noviembre de 1605. Estaba a apenas unas horas de hacer explotar la piedra fundamental del Estado inglés, es decir el palacio de Westminster (la sede del parlamento en Londres) el objetivo era matar al rey, sus ministros y gran parte de los parlamentarios, así fue como dieciocho meses de planificación meticulosa y engaño fueron frustrados con el arresto de Fawkes.
Este episodio no solo explica la festividad, sino también es fuente de inspiración para producciones audiovisuales [1] y literarias. Un estudio realizado en 2003 por el Centro de Estudios sobre Explosivos de la Universidad de Aberystwith, en Gales, calculó que si Fawkes hubiese podido prender los barriles de pólvora habría provocado una destrucción total en un radio de 35 metros, de muros y tejados a 90 metros y de ventanas a 800 m [2].
Trece conspiradores concibieron un complot de una escala sin precedentes. Volarían el Parlamento, lo que acabaría con el Rey y todo el establecimiento y desencadenaría un levantamiento popular que eventualmente traería de retorno al catolicismo. La confesión de uno de los conspiradores, Thomas Wintour, lo reveló todo.
El origen no está del todo claro, generaciones de historiadores lo aceptaron como un auténtico último intento desesperado por restablecer la religión católica. Otros han sospechado que fue el trabajo de un grupo de “agentes provocadores”, ansiosos de poner como traidores a una banda de hombres crédulos, para desacreditar a los jesuitas. Esto habría reforzado el predominio del protestantismo, desde la ola de repulsión popular y odio en el propio rey Jacobo. Varios comentaristas han postulado que todo el complot fue concebido por el Secretario de Estado Cecil, y sugerido a Catesby, pero hay poca evidencia que apoye esto [3].
El contexto: La muerte de Elizabeth I
Para comprender las motivaciones de estos conspiradores hay que remontarse al menos a 1558, cuando la reina Elizabeth I ascendió al trono inglés y con ello permitió el triunfo definitivo del protestantismo en Inglaterra tras décadas de tensiones, a veces sangrientas. Desde entonces, los católicos se habían convertido en una minoría discriminada y perseguida, pese a que representaban una parte significativa de la población y en particular de la nobleza, sobre todo del norte del país.
Con el objetivo de lograr la uniformidad religiosa, el régimen isabelino prohibió el ritual católico, incluyendo la celebración de bautizos, matrimonios y funerales. Ser católico practicante estaba castigado por ley y se imponían multas a quienes rechazaran asistir a los servicios de la Iglesia de Inglaterra. Imprimir o importar libros católicos se volvió un acto de alta traición, y los sacerdotes católicos ingleses que se habían formado en el extranjero y regresaban a Inglaterra fueron declarados traidores, así como quienes les ayudaran, acogieran o escondieran. Todos los hombres con un cargo administrativo, desde los miembros del Parlamento hasta los maestros de escuela, debían hacer un juramento negando el poder del papa y reconociendo a Elizabeth como cabeza de la Iglesia.
Por otra parte, los protestantes ingleses también se sentían amenazados por los católicos. Constantemente recordaban a las 289 personas que habían sido quemadas en sólo cinco años por la predecesora católica de Elizabeth, su hermanastra María I. También alertaban del riesgo de una rebelión católica, pues en 1570 el papado había promulgado una bula en la que declaraba ilegítima a Elizabeth y animaba a sus súbditos a sublevarse contra ella. Además, estaba la amenaza del Imperio Español.
Los católicos ingleses esperaban que Felipe II les apoyara enviándoles armas si se producía una rebelión y, de hecho, en 1588 la fracasada expedición de la Armada Invencible que tenía como objetivo instaurar el catolicismo en Inglaterra. La guerra de Flandes fue otro punto de tensión, pues Elizabeth I no dudó en prestar ayuda a los protestantes holandeses que luchaban por su independencia frente a España.
Tras la muerte de Elizabeth en 1603 hubo grandes esperanzas de que su sucesor, Jacobo I [4], inaugurase una nueva era de paz y reconciliación. Hijo de una reina escocesa católica y casado con una princesa danesa convertida al catolicismo. Jacobo pudo haber optado por ser católico o presbiteriano, pero por conveniencia o convicción fue anglicano. Era hijo de María Estuardo, la católica, por un tiempo, reina de Escocia, prima de Elizabeth I de Inglaterra, que la acusó de conspirar y la decapitó en 1587. Jacobo era rey de la presbiteriana Escocia desde 1567 por abdicación forzada de su madre. Bien asesorado, cultivó la amistad de Elizabeth I de Inglaterra, reina sin herederos. Jacobo tenía más derechos al trono inglés que nadie [5].
Aunque Jacobo era protestante, los católicos ingleses confiaban en que mostraría mayor simpatía hacia ellos. Asimismo, las relaciones internacionales tomaron un tono más tranquilo. Con la firma del tratado de Londres de 1604, Inglaterra se comprometió a dejar de enviar ayuda a los protestantes holandeses, y España, a no ayudar a los católicos ingleses.
En el año de 1605; el Reino Unido estaba en una gran inestabilidad política tras la muerte de la reina Elizabeth, quien había solidificado las bases del protestantismo anglicano para Inglaterra e Irlanda, separando así los asuntos políticos y religiosos de su reino con Roma, desprendiendo de esta forma a Inglaterra de la jurisdicción papal que involucraba el poder de la Iglesia Católica en el control del gobierno civil sobre las tierras, en el nombramiento de cargos eclesiásticos y en el ejercicio de la autoridad judicial [6].
En 1601, Jacobo I resumió así su posición frente a los católicos:
“Jamás permitiré que pese sobre mi conciencia que la sangre de cualquier hombre sea derramada por diferencias de opiniones religiosas, pero lamentaría que los católicos se multiplicaran y practicaran sus viejos principios por encima de los nuestros” [7].
El rey Jacobo, sin embargo, no modificó la política de intolerancia frente a los católicos. Por ejemplo, mantuvo las multas por no asistir a los oficios de la Iglesia protestante oficial. Decepcionados, algunos católicos pensaron que había que seguir actuando para colocar a un monarca católico en el trono. Una de esas personas era Robert Catesby, hijo de una noble familia católica del centro de Inglaterra. A pesar de que hoy es menos famoso que Guy Fawkes, de hecho fue el carismático y persuasivo Catesby quien organizó la conspiración de 1605.
El desarrollo de la conspiración de la pólvora
Se cree que Guy Fawkes nació en el año 1570 en York. Su padre murió cuando tenía ocho años y su madre se casó con un católico. Poco tiempo después, Fawkes ya se había convertido al catolicismo y, terminados sus estudios, viajaba a Europa continental. La razón de su travesía era luchar junto a los españoles y contra los protestantes holandeses en la que luego sería bautizada como “Guerra de los Ochenta Años”. Una vez concluido el conflicto, viajó a España intentando obtener apoyo para hacer una rebelión católica en Inglaterra, empresa en la que no tuvo éxito. Sin embargo, fue durante su estadía en el viejo continente cuando conoció a Thomas Wintour, con quien volvió a su país y quién le presentó a Robert Catesby [8]. Fue el carismático y persuasivo Catesby quien organizó la conspiración de 1605
La elección de Guy Fawkes no fue azarosa pues él era un hombre con amplia experiencia en el campo de batalla que luchó en un regimiento de exiliados católicos ingleses bajo estandarte español. A pesar de que el personaje de Harington se muestra reticente a su participación en la conspiración, sus “excelentes conocimientos de ingeniería y fortificación” hacían de Fawkes un colaborador ideal para la rebelión [9].
Cuando concibió el complot, Catesby tenía apenas treinta años y poseía una fuerte y atractiva personalidad. Un historiador victoriano declaró: “Se decía de él que ejercía una influencia mágica en todos aquellos con los que se relacionaba” [10]. Así, se valía de su carisma para tratar de convencer de que sólo una violencia extrema y espectacular pondría fin a las persecuciones sufridas por los católicos ingleses. La idea de usar la pólvora se le ocurrió en 1603, y a principios de 1604 comenzó a reclutar a sus secuaces. Su plan era hacer estallar el Parlamento y derrocar al rey Jacobo I con la esperanza de restaurar el gobierno católico.
Los primeros integrantes del complot pertenecían a la descontenta nobleza católica: Thomas Winter y Jack Wright, que rondaban los treinta y tantos, y Thomas Percy, algo más mayor. Winter viajó a Flandes, bajo dominio español, para tratar de obtener ayuda de España, que, sin embargo, no mostró interés. Afortunadamente para él, Winter encontró a alguien que sí lo mostró: Guy Fawkes, un antiguo compañero de estudios de Wright.
El tema moral del asesinato a inocentes en el atentado al parlamento fue puesto sobre la mesa y discutido entre los conspiradores, pues en el día planificado no solo acudirían el Rey y los Lores parlamentarios sino también los comunes, todos reunidos en la misma sala para escuchar el discurso del rey. Además, en las galerías estarían las esposas de los nobles, así como los hijos del rey y de la nobleza lo suficientemente mayores como para presenciar el acto. La clase gobernante por completo habría sido aniquilada. Ese dilema fue uno de los temas más cruciales que tuvieron que afrontar los conspiradores durante el mes en que el complot se fraguó. Conversando con Catesby, Tresham planteó el tema moral de si la conspiración era pecaminosa. Cuando Catesby le dijo que no, Tresham le replicó que aun cuando el gobierno cayera al principio en la confusión, rápidamente se reharía y devolvería el golpe, matando a todos los católicos de Inglaterra [11].
El complot de la taberna
Hasta aquí sabemos que Guy Fawkes, conocido como Guido por aquel entonces, se había convertido al catolicismo, era conocido por ser inteligente, resuelto y con sangre fría, fueron éstas las cualidades que los católicos ingleses apreciaron en él. Sabedor de su experiencia con explosivos, Winter lo convenció para que se uniera al complot. Los cinco hombres se reunieron en mayo de 1604 en el Duck and Drake Inn de Londres, donde hicieron un juramento de lealtad y, más importante aún, de confidencialidad.
El plan de atentado de Catesby fue tomando forma en los meses siguientes. Percy se fue a vivir a una casa cercana al Parlamento mientras que Fawkes, que adoptó el seudónimo de John Johnson, simulaba ser su criado. Los conspiradores comenzaron a comprar pólvora y el complot se amplió, incluyendo a nuevos integrantes que proporcionaron fondos y otros recursos: Robert Winter (hermano de Thomas), John Grant, Kit Wright (hermano de Jack) y el criado Thomas Bates.
En marzo de 1605, Percy alquiló un almacén en el sótano del palacio de Westminster. La pólvora se transportó directamente hasta allí, donde, bajo la experta supervisión de Fawkes, debía causar el mayor daño posible. Las casas del Parlamento y la abadía de Westminster habrían sido completamente destruidas, mientras que los edificios de la calle Whitehall, donde se ubicaba la residencia de los reyes, a casi medio kilómetro de distancia, también habrían sido dañados.
La idea inicial, era llevar a cabo el ataque cuando se inaugurara el Parlamento, pero ciertos retrasos los obligaron a esperar. En noviembre de 1605 parecía que el plan iba a ponerse en marcha. Resulta llamativo, que un complot así, con un número total de 13 conspiradores (también se unieron tres hombres ricos e influyentes, Ambrose Rookwood, Francis Tresham y sir Everard Digby) consiguiera mantenerse en secreto durante tanto tiempo. Hasta que alguien, aún no se sabe con total certeza quién, envió la carta anónima de advertencia a Lord Mounteagle y con ello dio lugar al registro de Thomas Knyvett y al arresto de Fawkes.
Captura y muerte de los conspiradores
Todo comenzó, cuando a finales de octubre de 1605, un noble inglés, Lord Mounteagle, recibió una misteriosa carta. En ella se le advertía de que su vida correría peligro si asistía a la apertura del Parlamento inglés, en Londres, unos cuantos días más tarde, el 5 de noviembre. El remitente anónimo le instaba a quemar la carta una vez la hubiese leído, pero Mounteagle la reenvió a Robert Cecil, primer ministro del rey Jacobo I.
El Gobierno sospechó enseguida que la misiva podía tener relación con algún tipo de ataque contra el Parlamento y el soberano. Por ello, el 4 de noviembre el conde de Suffolk llevó a cabo un registro de la sede del Parlamento, el palacio de Westminster, y sus inmediaciones. El conde no encontró nada, pero llamó la atención sobre un almacén a pie de calle, rentado por un particular, que contenía una cantidad de leña inusualmente grande.
Ese mismo día, pero en la tarde, un oficial de la casa real, Thomas Knyvett, realizó un segundo registro en los edificios próximos al Parlamento. Frente al almacén encontró a un hombre alto y con barba, tocado con un sombrero de ala ancha y, algo impropio de un supuesto vigilante: vestido con capa, botas y espuelas, como si estuviera preparado para una rápida huida a caballo. Los hombres de Knyvett rápidamente inspeccionaron el lugar y lo que encontraron los dejó estupefactos: nada menos que 36 barriles de pólvora cuidadosamente ocultados tras la leña. Además, al registrar al supuesto vigilante vieron que llevaba consigo fósforos, es decir, detonadores.
Así, Knyvett había destapado la llamada Conspiración de la Pólvora, un plan que pretendía hacer estallar a los miembros de ambas Cámaras del Parlamento, al propio rey y a la mayor parte de la familia real y altos oficiales del Estado. Este hombre primero dijo llamarse John Johnson, pero en realidad se llamaba Guy Fawkes, y no actuó en solitario, sino junto a otros doce hombres, todos católicos.
Fue conducido a la Torre de Londres en las primeras horas del 5 de noviembre, Fawkes resistió el interrogatorio hasta que al día siguiente confesó bajo tortura. Entretanto, muchos de los conspiradores habían huido, pero las fuerzas del rey los capturaron con rapidez. Catesby, Percy y Thomas Winter murieron en un tiroteo con los soldados de Jacobo I en Staffordshire, al norte de Inglaterra. La muerte le ahorró a Catesby sufrir los horribles castigos que se infligían a los traidores, pero también privó a los historiadores de su versión sobre el desarrollo de la conspiración: cómo se le había ocurrido la idea de volar el Parlamento y la manera en la que reclutó al grupo de conspiradores.
El archivo judicial señala lo siguiente:
“Esta última noche, Sir Thomas Knyvett registró la Cámara Alta del Parlamento,
y un Johnson, sirviente del señor Thomas Percy, fue aprehendido allí, que había
colocó 36 barriles de pólvora en la bóveda debajo de la casa con el propósito de soplar
[arriba] él y toda la empresa cuando deberían reunirse aquí” [12].
Los demás fueron capturados, enviados de nuevo a Londres y condenados a muerte por traición.
Francis Tresham murió en prisión; los demás conjurados fueron conducidos al patíbulo en dos grupos, el 30 y el 31 de enero de 1606. Cada uno de ellos era ahorcado, pero los verdugos descolgaron a la mayoría antes de que hubieran fallecido por lo que fueron descuartizados aún vivos. Guy Fawkes se arrojó con fuerza desde el cadalso y se rompió el cuello en la caída. Luego, su cadáver fue troceado y enviado a “las cuatro esquinas del reino”. Los demás hombres sufrieron la totalidad del castigo, como advertencia a otros posibles rebeldes. “[Catesby] concibió la manera ... de liberarnos de todos nuestros vínculos y de volver a plantar la religión católica, sin ningún tipo de ayuda extranjera”, dice la confesión escrita de Thomas Wintour [13].
Consecuencias y proyecciones
Sobre la conspiración y sus responsables Jacobo I señaló que: “esos desdichados que habían creído poder hacer saltar por los aires a todo el mundo en esta isla”, aún así la reacción del rey fue prudente. Estaba preocupado por evitar un pogromo contra sus súbditos católicos y nuevas tensiones con los estados católicos.
Su discurso en el Parlamento y los sermones oficiales de los líderes de la Iglesia exageraron la atrocidad del complot, pero también admitieron que muchos católicos ingleses seguían siendo súbditos leales. El milagroso descubrimiento de la conspiración fue una importante herramienta de propaganda. Las consecuencias del fallido golpe sobre los católicos no se hicieron esperar. Se les prohibió servir como oficiales del ejército o de la armada, se les estigmatizó socialmente y se les privó del derecho al voto, exclusión que se mantuvo hasta bien entrado el siglo XIX.
Desde 1606, por decisión del Parlamento inglés, todas las parroquias de Inglaterra debían organizar un sermón cada 5 de noviembre para dar las gracias a Dios por haberlos salvado del complot católico, fue declarado “fiesta perpetua para dar gracias a Dios por librarnos de los papistas y como muestra de nuestro odio hacia ellos”
Surgieron también cantos populares:
“Recordad, recordad el cinco de noviembre,
La conspiración de la pólvora,
No conozco razón alguna
Para que un día se olvide
La conspiración de la pólvora.
Guy Fawkes, Guy Fawkes, era su propósito
De volar el Rey y el Parlamento.
Tres veintenas de barriles de pólvora por debajo
Para derrocar a la vieja Inglaterra de un solo tajo;
Gracias a Dios, fue atrapado
Con una linterna sorda y una cerilla encendida en la mano.
Vamos muchachos, vamos muchachos, ¡toquen las campanas, toquen!
Vamos muchachos, vamos muchachos, ¡Dios salve al Rey.
¿Y de él, qué haremos? ¡Lo quemaremos!”. [14]
En el este de Essex, alrededor de 1890 , los niños se vestían con sombreros desechados y abrigos cubiertos con papel tapiz viejo hecho jirones y con sus rostros ennegrecidos con el hollín, cantaban la rima citada anteriormente pero con un segundo verso que decía lo siguiente:
“Este es el día en que idearon
Para volar al rey y al parlamento vivos
Por la gran misericordia de Dios fueron llevados
Con una mecha lenta y una linterna oscura
Chicos gritos, chicos gritos
Dios salve a la reina
Unos centavos para los Guys” [15].
Con el paso del tiempo, la celebración se convirtió en el Día de Guy Fawkes, también llamado la Noche de las Hogueras, allí se rememoran los acontecimientos con fuegos artificiales (que representan la pólvora) y hogueras, y en ellas arden figuras de paja de Guy Fawkes, conocidas como Guys. A pesar de que no fue el líder de la conspiración, Fawkes se convirtió en su rostro, adquiriendo así fama eterna. De hecho, en la actualidad, su imagen ha obtenido una fama mundial al ser adoptada como emblema por movimientos de protesta como Anonymous y Occupy. En realidad, estos activistas se inspiran en un cómic futurista de 1980, V de Vendetta, base de una película de 2006, cuyo protagonista es un rebelde anarquista que usa la máscara de Fawkes.
Ampliando y llevando al extremo el conflicto original entre un grupo de nobles católicos y el rey protestante, que con sus acciones encarnan los valores y cosmovisión del siglo en que vivieron, es decir un siglo en el cual la religión estaba al servicio de reyes e imperios, y que no solo determinaba la piedad personal sino también decisiones de relaciones internacionales y alianzas militares. Al respecto el famoso cómic V de Vendetta, cuyo protagonista en su estética y parte de su discurso toma la figura de Guy Fawkes, presenta un mundo ucrónico en el cual se levanta un rebelde ante un régimen totalitario, plantea el dilema:
¿Qué hacer ante un régimen totalitario que se levanta restringiendo las libertades más esenciales de los seres humanos?
Entonces, en la amplificación de la pregunta y situación original enmarcada en la instalación definitiva de una monarquía protestante, es donde cabe la duda del Tiranicidio o Magnicidio, como habría sido el caso de haber resultado el complot de la pólvora. En occidente, la discusión sobre la legitimidad del asesinato del tirano no es una novedad de la modernidad, sino una tradición que se remonta hasta la antigüedad griega.
Originalmente, los griegos de la época arcaica utilizaban el término tyrannos para referirse a todo aquel que se hiciera con el mando de la polis por medios no convencionales. En aquellos tiempos, la palabra, adaptada probablemente de alguna lengua oriental, no tenía asociados significados peyorativos. Servía, simplemente, para designar a individuos que, con el apoyo de las clases medias, se hacían con el gobierno en detrimento de la posición dominante de los elementos más aristocráticos de la sociedad [16].
Agustín de Hipona es uno de los primeros pensadores en limitar de manera estricta el tiranicidio, que deja de ser una suerte de derecho de los gobernados oprimidos. El único caso en el que Agustín lo considera válido es aquel en el que un gobernante impide la veneración de Dios, camino excluyente para alcanzar la felicidad. A pesar de esto, para que un acto de tiranicidio fuera justo debía apoyarse, según el autor, o en una ley divina justa o en un mandato expreso de Dios, limitando extremadamente su aplicabilidad práctica [17]. La discusión, desarrollada profundamente en la Edad Media de la mano del asentamiento de la monarquía (y su profundización con el derecho divino, que más tarde derivaría en el absolutismo monárquico) como forma de gobierno, fue traducida a la teoría política moderna de la mano del primer liberalismo en la obra de John Locke [18].
Así, la posibilidad histórica de atentar contra la vida de un monarca y su gobierno no puede adjudicarse, simplemente, a la atípica voluntad de un grupo de conspiradores, sino que se apoya en la discusión de un concepto político ya bastante desarrollado para comienzos del siglo XVII, en síntesis para la época de la Conspiración de la Pólvora, ésta parece una aplicación práctica de alguno de los múltiples apartados de la escolástica tardía en los que se justificaba la deposición del monarca por “no profesar la religión católica” [19].
Algunos historiadores católicos romanos del siglo XIX mantienen que no hubo conspiración alguna, y que todo fue una falsa propaganda ideada por el Gobierno. Según ellos, los conspiradores eran inocentes de los crímenes que se les imputaron y por los que sufrieron una muerte terrible [20] (y por lo tanto injusta). No obstante, sí hubo, efectivamente, un complot.
Sin embargo, el conflicto original que explica el fondo de la conspiración sigue siendo entre un grupo de nobles católicos liderados por el carismático Robert Catesby y el rey protestante Jacobo I. Todos ellos con sus acciones encarnaron los valores y cosmovisión del siglo en que vivieron, es decir un siglo en el cual la religión estaba al servicio de reyes e imperios. En el caso de quienes detentaban el poder, a religión no era un asunto privado que se remitía a la piedad personal sino también implicaba decisiones en las relaciones internacionales y alianzas militares, por lo cual era teñida por el pragmatismo que incluso llevaba a validar acciones violentas.
Actualmente, las Casas del Parlamento todavía son registradas por los Yeomen de la Guardia antes de la Inauguración del Estado que desde 1928 se ha celebrado en noviembre aparentemente para garantizar que ningún nuevo Guy Fawkes se oculte en los sótanos, esto se mantiene como una costumbre pintoresca más que como una seria precaución antiterrorista [21]. Y el dilema planteado, respecto a la actitud ante lo que puede ser percibido como tiranía, o siendo más precisos con el conflicto puntual que explica el complot: la intolerancia en el ámbito religioso, sigue presente. Considerando los resultados y consecuencias del complot de la pólvora el responder mal con mal ha sido y seguirá siendo una mala idea.
[1] Mónica Garrido “Gunpowder: los orígenes del complot de la pólvora de Guy Fawkes en una explosiva miniserie”, 16 de abril de 2020, disponible en: https://www.latercera.com/culto/2020/04/16/gunpowder-los-origenes-del-complot-de-la-polvora-de-guy-fawkes-en-una-explosiva-miniserie/, consultado septiembre de 2021; Mónica Garrido “V de Vendetta y Anonymous desde la perspectiva de Alan Moore”, 16 de abril de 2020, disponible en: https://www.latercera.com/culto/2020/04/16/v-de-vendetta-y-anonymous-desde-la-perspectiva-de-alan-moore/, consultado septiembre de 2021
[2] James Sharpe “El Atentando de Guy Fawkes contra el Parlamento de Londres en 1605”, noviembre de 2019, disponible en: https://historia.nationalgeographic.com.es/a/atentado-guy-fawkes-contra-parlamento-londres-1605_13427, consultado septiembre de 2021
[3] House of Commons Information Office “The Gunpowder Plot”, Factsheet G8, General Series, Revised September 2006, pág. 2; disponible en: https://web.archive.org/web/20070508050510/ - http://www.parliament.uk/documents/upload/G08.pdf, consultado septiembre de 2021
[4] Jacobo I de Inglaterra e Irlanda y VI de Escocia, en inglés James VI of Scotland and I of England, (Edimburgo, 1566 - Theobalds Park, Hertfordshire, 1625) Rey de Inglaterra e Irlanda (1603-1625) y de Escocia (1567-1625) con el nombre de Jacobo VI. Era hijo de María Estuardo y de su segundo marido, el barón Darnley. Aunque subió al trono escocés por la abdicación forzada de su madre en 1567, no gobernó personalmente hasta 1583. En 1603 sucedió en el trono de Inglaterra e Irlanda a la última Tudor, Elizabeth I, quien murió sin descendencia. Rigió conjuntamente Inglaterra, Escocia e Irlanda por espacio de 22 años.
Su política se centró en tres cuestiones fundamentales: la lucha contra los católicos, el freno a los presbiterianos (que pretendían limitar la autoridad real), y la obtención del reconocimiento oficial de sus derechos sucesorios sobre el trono de Inglaterra.
[5] Manuel Pablo Maza Miquel, S.J. “Jacobo I y su religión”, Puntos de vista martes, 14 de julio de 2020, disponible en: https://listindiario.com/puntos-de-vista/2020/07/14/626120/jacobo-i-y-su-religion, consultado septiembre de 2021
[6] Diana Cortés Acosta “Guy Fawkes: el personaje”, ComHumanitas, Vol. 4. No. 4. Año 4 · Págs.: 61-70 Universidad Autónoma de Bucaramanga, Bucaramanga, Colombia, Pág. 63
[7] James Sharpe “El Atentando de Guy Fawkes contra el Parlamento de Londres en 1605”, noviembre de 2019, disponible en: https://historia.nationalgeographic.com.es/a/atentado-guy-fawkes-contra-parlamento-londres-1605_13427, consultado septiembre de 2021
[8] Pablo Alejandro Marzocca “Liberalismo y tiranicidio en V for Vendetta”, en: “Filosofía y cultura popular
Cine, series, música y literatura desde las Humanidades”, Valeria Sonna y Rodrigo Illaraga (coord.), Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras, UBA, Colección Puentes. 2017, Pág. 117
[9] Aloña Fernández Larrechi “'Gunpowder': así desbarató España la mítica conspiración de la pólvora de Guy Fawkes”, 05 de noviembre de 2017, disponible en: https://blogs.elconfidencial.com/television/series/desde-melmac/2017-11-05/guy-fawkes-cinco-de-noviembre-gunpowder-bbc-miniserie_1472124/, consultado septiembre de 2021
[10] James Sharpe “El Atentando de Guy Fawkes contra el Parlamento de Londres en 1605”, noviembre de 2019, disponible en: https://historia.nationalgeographic.com.es/a/atentado-guy-fawkes-contra-parlamento-londres-1605_13427, consultado septiembre de 2021
[11] Diana Cortés Acosta “Guy Fawkes: el personaje”, ComHumanitas, Vol. 4. No. 4. Año 4 · Págs.: 61-70 Universidad Autónoma de Bucaramanga, Bucaramanga, Colombia, Pág. 63
[12] House of Commons Information Office “The Gunpowder Plot”, Factsheet G8, General Series, Revised September 2006, Pág. 3; disponible en: https://web.archive.org/web/20070508050510/http://www.parliament.uk/documents/upload/G08.pdf, consultado septiembre de 2021
[13] Redacción BBC “¿Quién fue Guy Fawkes, el hombre que los ingleses queman todos los 5 de noviembre?”, 5 noviembre 2017, disponible en: https://www.bbc.com/mundo/noticias-41835673, consultado septiembre de 2021
[14] Mamá Lisa's World en español. Músicas y culturas internacionales “Remember, Remember the Fifth of November”, disponible en: https://www.mamalisa.com/?t=ss&p=4611, consultado septiembre de 2021
[15] House of Commons Information Office “The Gunpowder Plot”, Factsheet G8, General Series, Revised September 2006, Pág. 5; disponible en: https://web.archive.org/web/20070508050510/http://www.parliament.uk/documents/upload/G08.pdf, consultado septiembre de 2021
[16] Pablo Alejandro Marzocca “Liberalismo y tiranicidio en V for Vendetta”, en: “Filosofía y cultura popular
Cine, series, música y literatura desde las Humanidades”, Valeria Sonna y Rodrigo Illaraga (coord.), Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras, UBA, Colección Puentes. 2017, Pág. 119 - 120
[17] Pablo Alejandro Marzocca “Liberalismo y tiranicidio en V for Vendetta”, en: “Filosofía y cultura popular
Cine, series, música y literatura desde las Humanidades”, Valeria Sonna y Rodrigo Illaraga (coord.), Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras, UBA, Colección Puentes. 2017, Pág. 121
[18] Pablo Alejandro Marzocca “Liberalismo y tiranicidio en V for Vendetta”, en: “Filosofía y cultura popular
Cine, series, música y literatura desde las Humanidades”, Valeria Sonna y Rodrigo Illaraga (coord.), Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras, UBA, Colección Puentes. 2017, Pág. 131
[19] Pablo Alejandro Marzocca “Liberalismo y tiranicidio en V for Vendetta”, en: “Filosofía y cultura popular
Cine, series, música y literatura desde las Humanidades”, Valeria Sonna y Rodrigo Illaraga (coord.), Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras, UBA, Colección Puentes. 2017, Pág. 123
[20] Claudio Pellini “El Complot de la Pólvora: atentado contra parlamento ingles de Jacobo I”, disponible en: https://historiaybiografias.com/miselaneas11/, consultado septiembre de 2021
[21] House of Commons Information Office “The Gunpowder Plot”, Factsheet G8, General Series, Revised September 2006, pág. 6; disponible en: https://web.archive.org/web/20070508050510/http://www.parliament.uk/documents/upload/G08.pdf, consultado septiembre de 2021
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