Si me conocieras, sabrías que no he sido dotado con el cuerpo de un escalador. Sin embargo, hace unos años, me obsesioné un poco con el documental ganador del Óscar Free Solo, que captura el asombroso ascenso de Alex Honnold al monolito llamado “El Capitán” en el Parque Nacional de Yosemite: 2900 pies (884 metros) en 3 horas y 56 minutos, sin cuerdas ni ayudas de seguridad.
En partes de la escalada, la cara de la roca se ve tan vertical y lisa que parece imposible que Honnold pueda agarrarse (¿podría ser Spiderman?). No obstante, al inspeccionar más de cerca, descubrimos hendiduras, protuberancias y abrasiones, por pequeñas que sean, que Honnold utiliza creativamente, por no mencionar con gran esfuerzo y paciencia, para obtener tracción y continuar su viaje hasta la cima.
Participar en la cultura moderna tardía, y de hecho en cualquier cultura, en términos de nuestro pastoreo, predicación y persuasión, puede parecer como si estuviéramos tratando de escalar una lámina de vidrio. Es posible que no nos guste admitirlo, pero a menudo luchamos por obtener tracción; por entender y conectar con las personas donde realmente están —sus esperanzas, sueños y miedos—. Se puede sentir como si estuviéramos perdiendo el agarre y resbalando hacia abajo. ¿Cómo conseguimos tracción ante tal desinterés tan generalizado e incluso ante tal antagonismo?
Sin embargo, como cristianos evangélicos, obtener tracción no es nuestra única preocupación, y aquí es donde mi ilustración de Free Solo se rompe. Alex Honnold no debe ser nuestro ejemplo. Hay un montaje trágico en el documental que muestra cuántos de los amigos de Alex, en la comunidad de escalada en solitario, han caído hasta la muerte. La escalada en solo integral (sin ayudas ni cuerdas) es una locura absoluta. Sí, queremos obtener tracción, pero también sabemos que necesitamos estar anclados.
Si nuestro ministerio, en todas sus facetas, realmente va a dar vida, debe estar anclado a Cristo y Su Palabra. Aquí es donde encontramos no solo seguridad y protección, sino también visión. Lejos de ser restrictiva, tal ancla nos da confianza, libertad e imaginación para obtener tracción en cualquier contexto cultural en el que el Señor nos haya colocado, porque aprendemos de la Palabra de Dios que siempre hay un punto de contacto para confrontar y llamar a nuestra cultura a venir a Cristo.

Viendo la cultura a través de las Escrituras
Lo que he dicho hasta ahora no es nada original. El torbellino y la interacción entre nuestra confesión y nuestro contexto —a lo que yo añadiría nuestro carácter— son problemas perennes en la teología y la misiología que pueden desconcertar y paralizar. ¿Qué teoría de la “contextualización” podemos llegar a entender, por no hablar de llegar a aplicar? ¿Cómo encontramos el tiempo y la energía para mantenernos al día con la constante transformación de las tendencias y artefactos culturales? ¿Acaso todos los pastores de hoy necesitan doctorados en sociología de la religión y una teoría intrincada de la secularización?

Para ayudarnos en nuestro progreso, he encontrado en el misiólogo reformado neerlandés J.H. Bavinck (1895–1974), sobrino de Herman Bavinck, un guía experto que nos ayuda a obtener tracción mientras permanecemos firmemente anclados: nos enseña a interpretar la cultura a través de la exégesis de las Escrituras. En este ensayo, expongo la antropología teológica de Bavinck en su comprensión de la conciencia religiosa de la humanidad, desarrollada en lo que él llama los “puntos magnéticos”, los cuales son subversivamente cumplidos en Jesucristo. Luego, aplico esto a nuestro pastoreo, predicación y persuasión.

El “intercambio peligroso”
Para explicar qué significa que la humanidad tenga conciencia religiosa, Bavinck centra su atención en Romanos 1:18–32. Dice que, en el juego cósmico de las escondidas, Dios no es el que se esconde. Él se ha dado a conocer en todo lo que ha creado, siendo los portadores de Su imagen el clímax de la creación. Esta revelación es dinámica, personal y relacional.
Más de lo que lo hace la mayoría de los comentaristas sobre este importante pasaje, Bavinck desentraña la revelación de las “cualidades invisibles” de Dios (Ro 1:20, NVI). El “poder eterno” de Dios señala nuestra dependencia como criaturas de nuestro Creador. Su “naturaleza divina” reconoce nuestra responsabilidad personal ante Alguien —el Alguien— y no ante un “algo” o un “eso”. La dependencia y la responsabilidad están codificadas en los seres humanos (algo a lo que volveremos en breve).
¿Qué hacemos con este conocimiento personal? En el juego que se ha jugado desde el Edén, nosotros somos los que intentamos escondernos. Suprimimos la verdad e intentamos ahogarla, y con esa elección viene un “intercambio peligroso” en el que, de forma idolátrica, sustituimos todo tipo de cosas creadas por el Dios no creado, en el intento insensato de extraer de ellas el “poder eterno” y la “naturaleza divina”. Esta supresión y sustitución de la verdad revelada puede ser difícil de entender, pero Bavinck ofrece una ilustración memorable en la metáfora de un sueño —o mejor aún, una pesadilla—.

En una pesadilla, los fenómenos que experimentamos en la realidad durante el día son arrancados de sus contextos originales y se vuelven nuevas ideas y fantasías grotescas, torcidas y distorsionadas. Todo este proceso constituye lo que Bavinck llama la “conciencia religiosa” universal de la humanidad. Somos portadores de la imagen de Dios, hechos para la adoración y, sin embargo, nos hemos rebelado contra nuestro Creador. Conocemos a Dios y, por lo tanto, no tenemos excusa, pero también somos ignorantes de Él. Corremos hacia Él y, al mismo tiempo, huimos de Él. Esta es la dignidad y la depravación de nuestra humanidad.
Esta mezcla desordenada es lo que creo que Pablo está señalando en Hechos 17 cuando llama a los atenienses “muy religiosos” y menciona a su “dios desconocido”. No está elogiando su idolatría (se ha sentido profundamente angustiado, señala su ignorancia y los llamará al arrepentimiento), pero comienza donde ellos están, reconociendo su necesidad de adoración como un punto de contacto (o mejor dicho, de ataque).

Cinco puntos magnéticos
La experiencia de Bavinck en el campo misionero en Indonesia y luego en un seminario teológico en los Países Bajos lo llevó a desarrollar esta conciencia religiosa. Sí, las diferentes religiones y cosmovisiones son enormemente diversas y, sin embargo, él escribe:
Parece que hay una especie de marco dentro del cual las religiones humanas necesitan operar. Parece que hay puntos de contacto definidos alrededor de los cuales se cristalizan todo tipo de ideas. Parece que hay sentimientos bastante vagos —uno podría llamarlos mejor “señales de dirección”— que han estado gestándose activamente en todas partes... Tal vez esto pueda expresarse de la siguiente manera: parece que hay puntos magnéticos definidos que, una y otra vez, atraen irresistiblemente al pensamiento religioso humano. Los seres humanos no pueden escapar de su poder, sino que deben dar una respuesta a esas preguntas básicas que se les plantean.
Estos “puntos magnéticos”, formados a partir de nuestras distorsiones del “poder eterno” y la “naturaleza divina” de Dios (que enfatizan nuestra responsabilidad como criaturas), pueden manifestarse en una multitud de mutaciones, pero “puesto que están arraigados en nuestra existencia, son más fuertes que nosotros mismos, y de alguna manera debemos enfrentarlos”. Incluso si estos puntos nunca son articulados conscientemente, los seres humanos aún responden a ellos a través de “toda su conducta” y su “actitud ante la vida”: su “forma de vida en su totalidad ya implica una respuesta, y es una respuesta”. Estas son las inquietudes que sentimos la necesidad de atender, aunque solo nos lleven a una mayor irritación.
Bavinck señala que hay cinco de estos puntos magnéticos, y que cada uno ofrece una perspectiva sobre la única conciencia religiosa. A continuación, presento mi propia síntesis de ellos.

- Totalidad: ¿existe una manera de conectar?
Todos los seres humanos tienen un sentido innato de totalidad y conexión que moldea nuestra identidad. Por un lado, a menudo nos sentimos pequeños e insignificantes, meros puntos en el vasto universo sin valor ni dignidad, y somos tratados como tales. Y, sin embargo, cuando nos conectamos con algo o alguien más grande, encontramos significado a través de la pertenencia y disfrutamos de una conciencia comunitaria. Por lo tanto, ansiamos la conexión; a menudo nos sentimos abandonados después de haberla experimentado, y la anhelamos una y otra vez.
- Norma: ¿existe una manera de vivir?
Tenemos un sentido vago de que hay reglas que deben obedecerse. Las personas reconocen y aceptan estándares y códigos morales que provienen de fuera de ellas y a los cuales deben adherirse. Este conocimiento conlleva un sentido de responsabilidad de estar a la altura de esas normas. Incluso los grupos que procuran ser contraculturales tienen su propio conjunto de reglas de inconformidad.
- Liberación: ¿existe una manera de salir?
Sabemos que algo está mal en el mundo. Hay finitud, quebrantamiento e injusticia, y los problemas del sufrimiento y la muerte nos confrontan constantemente. Lamentamos algún tipo de paraíso perdido y deseamos la liberación de estos males, anhelando redención. Y, sin embargo, no podemos ponernos de acuerdo sobre cuál es nuestro problema último, y mucho menos sobre si hay una solución que nos libere.

- Destino: ¿existe una manera de controlar?
Aunque nos sabemos agentes activos en el mundo, tenemos la persistente sensación de que también somos participantes pasivos en el mundo de alguien más. Al mismo tiempo, lideramos y soportamos nuestras vidas. A veces nos sentimos seguros de que somos dueños de nuestro destino, con capacidad y poder para determinar la realidad. Otras veces, nos sentimos restringidos y atrapados, sin capacidad, como peones en un juego cósmico de ajedrez o marionetas en un hilo; somos víctimas. Oscilamos entre estos dos estados de ánimo y no podemos encontrar descanso cognitivo o existencial.
- Poder Superior: ¿existe un camino más allá?
Este es el punto metamagnético en el cual convergen todos los demás. Los humanos percibimos que detrás de toda la realidad, más allá del velo, hay una gran realidad. Cuanto más profundizamos en la búsqueda de conexión, en descubrir la norma, en buscar la liberación y en relacionarnos con nuestro destino, más llegamos a la pregunta de un poder superior. Pero, ¿qué es? ¿Quién es?
Estos, entonces, son los puntos magnéticos que conforman nuestra conciencia religiosa, todos ellos formados a partir de la arcilla antropológica de Romanos 1 y de la más amplia antropología teológica de las Escrituras. En la vida y el ministerio de Bavinck, los fenómenos que tenía ante sí (y con los cuales aplicó este marco) eran lo que podríamos llamar tradiciones religiosas y cosmovisiones reconocidas. Y dicho análisis en contextos interculturales es tan relevante entonces como lo es ahora.
Sin embargo, creo que este marco antropológico, estos cinco puntos magnéticos, son igualmente relevantes en nuestro contexto occidental moderno tardío y poscristiano. Estos puntos magnéticos pueden ser el lente a través del cual comenzamos a leer nuestra cultura. Pueden ayudarnos a conectar con aquellos a nuestro alrededor que están buscando aliviar sus inquietudes “muy religiosas”. Pueden ser los polos magnéticos que usamos para orientar a las almas errantes hacia el Verdadero Norte.

Una Persona magnética
Utilizar este marco nos permite conectar y confrontar nuestra cultura con el Señor Jesucristo. En Él, todos los puntos magnéticos son sí y amén. En Él se encuentra la tracción. El Evangelio de Cristo confronta y subvierte la conciencia religiosa idólatra y sus manifestaciones históricas, pero también proporciona su cumplimiento. Como observamos en 1 Corintios 1, Cristo crucificado confronta todas las narrativas culturales idólatras (1 Co 1:20–25). Es una locura y un escándalo para los judíos (que buscan poder) y para los griegos (que buscan sabiduría). Y, sin embargo, para aquellos que son salvos, Jesús es el poder y la sabiduría que completa estas historias (y la miríada de otras historias que contamos).
El Evangelio de Jesucristo es el cumplimiento subversivo de los puntos magnéticos. Él es la Persona magnética que presentamos a la gente. En el juego cósmico de las escondidas, donde Dios no es quien se esconde sino nosotros, Jesús, la luz del mundo, atraviesa la oscuridad. Él es el mayor buscador, quien viene a buscar y salvar a los perdidos (solo puedo presentar aquí el esbozo más simple. Te dejo a ti la tarea de colorear estos puntos con los colores más audaces y ricos del evangelio).
- Primero, Jesús es el cumplimiento subversivo de la totalidad (el camino para conectar).
La hermosa doctrina de la imagen de Dios afirma tanto nuestra insignificancia (no somos Dios) como nuestra importancia (somos imágenes de Dios). Somos Adán, es decir, seres “de la tierra”, por lo que nuestra necesidad de conexión es natural. Y, sin embargo, estamos desconectados: de nosotros mismos, de los demás, de la creación y, sobre todo, del Creador, contra quien nos hemos rebelado. Estar conectados con este mundo significa estar conectados con un mundo que está bajo juicio y pereciendo.
Jesús, el Segundo Adán, ofrece un nuevo reino al que entramos mediante el arrepentimiento y la fe. Entrar en este reino requiere muerte y sacrificio, pero no la pérdida del yo en términos de individualidad y responsabilidad. Más bien, trae renacimiento y resurrección, comunión con Dios en nuestra unión con Cristo y comunidad en el cuerpo de Cristo, la Iglesia.

- Segundo, Jesús es el cumplimiento subversivo de la norma (el camino para vivir).
Jesús se ofrece a sí mismocomo el estándar y el Salvador. Al seguir a Jesús, las personas llegan a ver que la santa ley inmutable de Dios es para nuestro florecimiento. Sin embargo, Él ofrece compasión al marginado y al rechazado, y odia la hipocresía religiosa.
- Tercero, Jesús es el cumplimiento subversivo de la liberación (el camino para salir).
La guerra entre nosotros, dentro de nosotros y con nuestro entorno tiene una causa raíz: nuestra enemistad con Dios. Nos enfrentamos a Su justa ira y a una eternidad en el infierno. La liberación solo puede encontrarse a través de un único Mediador, el Dios-hombre Jesucristo, y solo a través de Él. En Él no solo hay escape, sino también restauración y bendición eterna.
- Cuarto, Jesús es el cumplimiento subversivo del destino (el camino del control).
Nuestro mundo no está gobernado por un destino ciego o fuerzas malévolas, sino por un Dios soberano que es Señor sobre toda la creación, tanto natural como sobrenatural. Esta soberanía no elimina la libertad humana, sino que es su precondición. El destino cristiano es liberador y gozoso.
- Finalmente, Jesús es el cumplimiento subversivo del poder superior (el camino más allá).
No adoramos a una deidad no absoluta ni a una fuerza impersonal, sino a un Alguien, máximamente Absoluto y máximamente Personal, quien es a la vez trascendente e inmanente, Juez y Salvador. Adoramos a Aquel que ha descendido hasta nosotros en gracia: el Verbo hecho carne.

Muchas personas magnéticas
Ahora que hemos considerado los cinco puntos magnéticos y a la única Persona Magnética, Jesucristo, ¿cómo podríamos utilizar este marco en nuestro ministerio y misión?
Pastorear en dirección a la Persona Magnética
Primero, podemos utilizarlo en nuestro pastoreo. Nuestro evangelismo y apologética fluyen de nuestro discipulado. En 1883, Charles Spurgeon predicó un sermón sobre Juan 12:32 titulado The Marvelous Magnet (El Maravilloso Imán). Él dijo:
Todo el magnetismo proviene del primer lugar de donde este comenzó, y cuando cesa en la fuente, se acaba por completo. De hecho, Jesucristo es el gran imán atractivo, y todo debe comenzar y terminar con Él (…). Así la influencia mística se propaga de uno a otro, pero toda la fuerza permanece en Jesús. Más y más crece el reino, “siempre poderoso para prevalecer”, pero todo el crecimiento y la victoria provienen de Él. Así es como trabaja Jesús: primero por Sí mismo y luego por todos los que están en Él. Que el Señor nos haga a todos imanes para Él.

Un maestro me escribió recientemente sobre esta cita y me dio una lección de física. Algunos materiales pueden volverse magnéticos cuando se colocan en un campo magnético, ya que están compuestos por muchas regiones llamadas “dominios”, que son esencialmente “mini imanes”. Cuando no están en el campo magnético, estos dominios se alinean de manera aleatoria y se cancelan entre sí, de modo que no hay un campo magnético general. Pero, en presencia de un campo magnético externo, estos dominios se alinean de tal manera que, en lugar de cancelarse entre sí, sus fuerzas se combinan para hacer que el material se vuelva magnético.
Nuestros corazones son como el material no magnetizado: estamos fragmentados. Nuestros deseos internos, compromisos, amores, emociones y creencias son atraídos por todo tipo de cosas creadas. Tenemos corazones divididos (Sal 86:11). Lo que necesitamos es estar cerca de Cristo. Al contemplar Su gloria (2 Co 3:18), pasando tiempo en Su campo magnético, todos nuestros “mini imanes” fragmentados son atraídos hacia Él y comienzan a alinearse. Él nos hace magnéticos.
Estamos siendo formados por Cristo o estamos siendo deformados por algo o alguien más. Si no estamos siendo atraídos hacia Cristo, estamos siendo alejados por otra cosa. Los puntos magnéticos sirven como una herramienta diagnóstica útil mientras pastoreamos nuestras propias almas y a aquellos bajo nuestro cuidado. ¿En dónde están buscando nuestros corazones conexiones, normas, liberaciones, destinos y poderes superiores que no están en Cristo?
Entonces, la pregunta es: ¿cómo podemos mantenernos correctamente magnetizados? La respuesta extraordinariamente sencilla es, por supuesto, amando a Jesús y amando a Su cuerpo, la iglesia, a través de la cual el Espíritu Santo nos remagnetiza cada semana, y nos envía en misión y hacia nuestras vocaciones dadas por Dios. ¡Que el Señor nos haga a todos imanes para Él!

Predicar con los puntos magnéticos
En segundo lugar, podemos utilizar este marco en nuestra preparación para la predicación. Para conectar cada aspecto de sus sermones con la vida de las personas en sus iglesias, los puritanos utilizaban cuadrículas de predicación que ayudaban a trazar aplicaciones específicas del sermón. Los puntos magnéticos pueden cumplir una función similar, actuando como un puente para conectar nuestra predicación con la vida y las preocupaciones de nuestros oyentes. Debido a que son una manera de comprender la propia antropología de la Biblia, utilizarlos como una cuadrícula de aplicación no es una imposición artificial sobre el texto. Dado que son parte de quienes somos, no podemos evitar tocar estos temas.
Los predicadores no tienen que explicar los puntos magnéticos en sus sermones. Al igual que el andamiaje en un proyecto de construcción, una cuadrícula como esta es temporal y no estará visible en el producto final. Pero los puntos magnéticos sí proporcionan una cuadrícula útil mientras buscamos presentar a Cristo en nuestra predicación como el cumplimiento de nuestros anhelos más profundos.

Persuadir con espacios magnéticos
En tercer lugar, en nuestra persuasión. Como ya he señalado, los puntos magnéticos proporcionan un marco útil para conectar con los no cristianos que Dios ha puesto en nuestras vidas de una manera natural pero intencional. A veces esto ocurre en interacciones evangelísticas más directas e inmediatas. Sin embargo, dado que nuestra cultura poscristiana es cada vez más frenética, fragmentada y polarizada, el diálogo civil y la conversación se han vuelto más difíciles. ¿Cómo podemos siquiera crear oportunidades para hablar de Cristo donde las personas realmente escuchen y se involucren? Cada vez más, algunas relaciones requieren una preparación más prolongada.
Entre los muchos pasos que las iglesias podrían tomar, consideremos la creación de “espacios magnéticos”, lugares donde las personas puedan hacer una pausa en su viaje por la vida y encontrar un alivio en medio de la tormenta. Como los antiguos hospiciums (hospicios), que antes del siglo XIX no eran lugares para los moribundos sino casas de descanso para viajeros, dichos espacios podrían proporcionar un respiro de las tormentas de la vida y oportunidades para reflexionar sobre las muchas cuestiones que enfrentan las personas. Un espacio magnético podría ser un club de lectura o de cine, una reunión regular de padres o empresarios, un ministerio deportivo, un grupo de discusión sobre salud mental, entre otros.

Debe señalarse que estos espacios magnéticos no incurrirían en lo que podría llamarse “tácticas de anzuelo y cambio”. Aunque cada espacio magnético es construido por una iglesia local, estos serían plenamente autónomos y mantendrían su propósito original de servir a la comunidad (por ejemplo, ayudando a formar mejores líderes, padres o promoviendo la salud mental), y fomentar y promover la civilidad. Nos encantaría que todos los ciudadanos de nuestra cultura hostil y fragmentada aprendieran una urbanidad con convicción, que combine una perspectiva cívica con una intensidad apasionada y donde haya una mejor autocomprensión, conciencia y escucha. Podríamos llamar a esto pre-pre-evangelismo.
Sin embargo, debemos destacar que el ayudar a las personas a reflexionar sobre las cuestiones de la vida a través de los puntos magnéticos es un servicio al Evangelio, pues les ayuda a descubrir los compromisos fundamentales de sus corazones. Como dice Isaías en su gran sátira de la idolatría, el problema del idólatra es que “ninguno se detiene a pensar” (Is 44:18–19, NVI). Los espacios magnéticos serían lugares para que las personas se detengan y piensen en sus compromisos y en los objetos de su adoración. Por medio del Espíritu de Dios, podrían comenzar a ver la futilidad de vidas que no están edificadas sobre Cristo, el único que puede darnos conexión, norma, liberación y destino.
En otras palabras, la diferencia en la conversación crea el espacio y la plataforma para una diferencia en la conversión. Podríamos llamar a esto pre-evangelismo. En este punto, las iglesias que hayan construido estos espacios estarán abiertas y serán acogedoras para quienes desean escuchar más sobre Cristo, quien es el cumplimiento subversivo de sus anhelos idólatras.
Tracción y anclaje
Abordar el pastoreo, la predicación y la persuasión en nuestra cultura moderna tardía puede parecer tan abrumador, vertiginoso y arduo como una de las escaladas de Alex Honnold. Sin embargo, los puntos magnéticos pueden proporcionarnos tanto la tracción como el anclaje que necesitamos para llegar a la cima. Sí, tal escalada requiere creatividad, imaginación y resistencia, pero no estamos escalando solos. Tenemos al Espíritu de Dios con nosotros, y confiamos en lo que dice la Palabra de Dios sobre la naturaleza religiosa de todos los seres humanos, nuestra seguridad como discípulos cristianos y el magnetismo del Señor Jesucristo. ¡Qué emocionante participar de esta aventura!
Este artículo fue traducido y ajustado por María Paula Hernández. El original fue publicado por Dan Strange en Desiring God. Allí se encuentran las citas y notas al pie.
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