William Tyndale es hoy mayormente reconocido como el más importante traductor de la Biblia al inglés. Tyndale nació en Inglaterra en 1494 y creció a comienzos del tumultuoso siglo XVI.
A partir de 1521, Tyndale se embarcó en el gran proyecto de traducir la Biblia al idioma inglés, un proyecto al que le dedicaría el resto de su vida.
A continuación, un fragmento adaptado de La osada misión de William Tyndale (Poiema Publicaciones, 2018), escrito por Steven J. Lawson.
Nuevo Testamento para un labrador
En todos los pueblos y aldeas del país de Tyndale se abrieron las páginas sagradas, y los dichosos lectores encontraron allí aquellos tesoros de paz y gozo que el mártir había conocido. Muchos dijeron con él: “Sabemos que esta Palabra es de Dios como sabemos que el fuego quema; no porque alguien nos lo haya dicho, sino porque un fuego divino consume nuestros corazones”... Tyndale había deseado envolver el mundo en llamas con la Palabra de su Señor, y ese fuego estaba encendido.
— Jean Henri Merle D'Aubigné
William Tyndale era un hombre enfocado y decidido, una figura indomable que no pudo ser disuadida de proveer una Biblia en inglés para su tierra natal. El empeño inicial de Tyndale por imprimir su Nuevo Testamento en Colonia en 1525 fue detenido de forma inesperada por una incursión en la imprenta. Un hombre inferior podría haberse rendido, concluyendo que su tarea no debía ser la voluntad de Dios. Pero no fue así con Tyndale. La idea de abandonar su misión encomendada por Dios era completamente ajena a este valiente reformador. El sentido de deber para con Dios no pudo ser apagado. Abandonando toda precaución, Tyndale huyó rápidamente hacia el sur desde Colonia a Worms para evitar el arresto por parte de los oficiales que intentaban acabar con su empresa ilegal. Tyndale estaba resuelto a traducir el Nuevo Testamento al inglés a cualquier costo. Su objetivo permaneció inalterable: permitir que un labrador conociera la Escritura tanto como el papa.
Lo que encendía esta intensa pasión en el alma de Tyndale era su convicción fundamental de que la fe salvadora requiere del conocimiento de la verdad, el cual requiere que uno tenga la Palabra de Dios en su propio idioma. Nadie puede entrar en el reino de Dios, sostenía él, sin conocer la verdad del evangelio. Si el pueblo inglés iba a poseer el conocimiento salvador de Jesucristo, la firmeza de Tyndale lo llevaba a reconocer que era crucial contar con la Escritura en inglés. Más aún, él creía que ningún cristiano puede ser santificado sin la Palabra, lo cual hacía aún más importante una traducción al inglés. Tyndale quería conseguir que la Escritura estuviese abierta y a disposición del pueblo inglés, y quería poner la Biblia en manos de ellos, para que sus propios ojos la leyeran.
Para acrecentar su sentido de urgencia, Tyndale ya había sido testigo de que los líderes de la Iglesia Católica Romana no conocían ni siquiera las verdades más básicas con respecto a la salvación. Los mismos sacerdotes eran muy ignorantes de la Escritura: ciegos guías de ciegos. En consecuencia, Inglaterra se sofocaba en una niebla espiritual. Había una agobiante hambre de la Palabra del Señor en el país.
La misión delante de Tyndale estaba clara. Él estaba muy angustiado por el destino eterno del mundo angloparlante. Una Biblia en inglés no era algo opcional, sino imperativo. Sin la Biblia en inglés, afirmó Tyndale, el predicador podría igualmente estar hablando a cerdos:
Realmente es tan bueno predicarla a los cerdos como a los hombres si se la predica en una lengua que ellos no entienden. ¿Cómo me prepararé para los mandamientos de Dios? ¿Cómo estaré agradecido de Cristo por su bondad? ¿Cómo creeré la verdad y las promesas que Dios ha jurado, si me las dicen en una lengua que no entiendo?
Cuando no se puede entender el lenguaje de la Biblia, reconoció Tyndale, no hay diferencia entre un cerdo y un pecador. En palabras simples, si el mensaje de la Escritura no puede ser comprendido, nadie puede entrar en el reino de Dios.
Una nueva base de operación: Worms
Al seleccionar la siguiente ciudad donde imprimir su Nuevo Testamento, Tyndale sabía que ésta debía cumplir con varios criterios. En primer lugar, la base nueva tenía que ser una ciudad próspera donde pudiera realizar su trabajo que estaría cubierto por las distracciones de un lugar densamente poblado. Segundo, la ciudad tenía que contar con varias imprentas para elegir. Estos impresores debían tener a disposición los relativamente nuevos tipos móviles de la prensa de Gutenberg para que pudieran imprimir rápidamente y a bajo costo. Tercero, la ciudad tenía que estar estratégicamente ubicada cerca de una papelera que pudiese proveer una gran cantidad de papel de calidad. Sería demasiado caro y lento imprimir sobre vitela. Cuarto, la ciudad tenía que estar bien posicionada sobre un río navegable que corriera hacia el mar de modo que las Biblias pudieran distribuirse de manera eficiente. Considerando todos estos factores, Tyndale se decidió por Worms.
Worms fue por mucho tiempo una fortaleza católica muy leal. Fue allí en donde Lutero fue convocado para ser juzgado por herejía en abril de 1521. Sin embargo, la estrategia de Roma fue contraproducente. Lutero desafió la tradición de la iglesia y la autoridad eclesiástica diciendo: “Mi conciencia está cautiva a la Palabra de Dios. No puedo y no quiero retractarme de nada, pues no es seguro ni correcto ir contra la conciencia. No puedo hacer otra cosa. Aquí estoy, que Dios me ayude. Amén”. La posición valiente de Lutero a favor de la Palabra lo catapultó al rol de héroe del pueblo. El valor de este gigante alemán produjo un manantial de creencia protestante en Worms. Hacia 1525, la ciudad había cambiado su lealtad religiosa del catolicismo a las convicciones luteranas. Esto significó que cuatro años después del juicio de Lutero, Worms era el mejor lugar para que Tyndale imprimiera su Nuevo Testamento. A fines de 1525, Tyndale, acompañado de William Roye, viajó río arriba por el Rin hasta que llegó a Worms.
Worms estaba muy bien situada sobre el Río Rin, y proporcionaba la ruta acuática necesaria para exportar las Biblias recién impresas de Tyndale. Esto permitiría que su Nuevo Testamento fuera cargado en barcazas y navegara hacia el norte hasta llegar a un puerto en el Mar del Norte. Allí las Biblias podían transferirse a naves mercantes que zarparan hacia Inglaterra. El costo que significaba el transporte de las Biblias de Worms a Inglaterra era sólo algo superior al costo de embarcar desde Colonia. Lo irónico del caso es que estas Biblias navegarían por el Río Rin y pasarían por Colonia, donde anteriormente se había interrumpido la impresión de Tyndale.
Además de lo anterior, Worms le otorgó a Tyndale la necesaria exposición para mejorar su destreza en la lengua hebrea. Mientras preparaba su Nuevo Testamento en inglés, también adquiría habilidad para la traducción del Antiguo Testamento. A mediados del siglo XVI, pocos estudiosos en Inglaterra siquiera conocían el hebreo. Muchos menos podían enseñarlo. Pero Worms era uno de los pocos lugares en donde se podía aprender. Allí vivía una gran comunidad judía que le permitiría a Tyndale estudiar y aprender la antigua lengua del Antiguo Testamento con judíos instruidos. La casa de adoración judía más antigua en Europa, la sinagoga Hintere Judengasse, estaba también en Worms. Esta ciudad alemana tenía la fuerte reputación de ser “un lugar tan bueno para estudiar hebreo como ninguno en la cristiandad”. Por estas razones estratégicas, Worms fue la segunda opción de Tyndale, después de Colonia para imprimir su Nuevo Testamento.
A su llegada a Worms, de inmediato Tyndale intentó encontrar un impresor adecuado. Su opción fue Peter Schoeffer —hijo del pionero de la impresión de Mainz—, considerado el principal impresor de la ciudad. Es probable que el negocio entre Tyndale y Schoeffer se acordara a comienzos de 1526. El nombre de Schoeffer no aparece en el Nuevo Testamento de Tyndale, sin duda para proteger su anonimato como impresor. No obstante, varias pistas revelan que la Biblia de Tyndale fue obra de Schoeffer. El tipo gótico usado en la impresión, las marcas de agua distintivas sobre el papel, y los singulares grabados para las ilustraciones, todo eso identifica a Schoeffer como su impresor.
No había tipos de letra estandarizados para imprimir en el siglo XVI. Cada impresor creaba sus propias formas para las letras. Al intentar completar la impresión comenzada en Colonia, Schoeffer no pudo acomodar con precisión los tipos anteriores en tamaño y estilo. Esta discrepancia, no obstante, no detuvo el proyecto. Brian Moynahan explica: “Este era un libro para leer en secreto, no para exhibirse en una colección”. Schoeffer estaba muy bien calificado para llevar adelante este ambicioso proyecto y culminarlo. Era evidente que un tipo de letra distinto no iba a detener esta empresa.
Para imprimir el Nuevo Testamento de Tyndale, se requería de un papel de alta calidad. La impresión en piel de oveja o de becerro rasurada y afinada, conocida como vitela, habría sido demasiado costosa para una tirada tan grande. El papel que cumplía con los requerimientos era producido por una papelera en Troyes, Francia. Esta planta, operada por la familia Le Bé, producía un papel de alta calidad, pero a un precio más alto. No obstante, este importante proyecto, que llevaría el evangelio de Jesucristo, bien merecía este mejor producto, y Schoeffer pudo conseguir un gran suministro de papel de calidad de la planta de Le Bé para cumplir con la orden de Tyndale.
El papel de la planta de Le Bé era fabricado utilizando una técnica inventada en Italia dos siglos antes. Estaba hecho de fibras de algodón en lugar de pulpa de madera, con lo que se lograba un papel fuerte y duradero. Esta innovación hacía posible y razonable una impresión de gran tirada. Para hacer el papel, se precisaba de un generoso suministro de ligeras telas blancas. La tela se cortaba en tiras delgadas, se remojaban en agua, se colgaban y se batía para secarla. Se les aplicaba un tratamiento con detergente para producir pulpa, la que, a su vez, se sumergía en agua tibia. En el agua se hundía un marco de madera con alambres entrecruzados. Luego se levantaba el marco, y se quitaba el exceso de agua de las hojas presionándolas entre capas de fieltro. Las hojas se colgaban y recubrían de una fina capa de cera y arcilla. Luego se secaban y restregaban con pedernal.
El resultado era el papel, listo para ser entregado en resmas de veinticinco hojas a las imprentas de Worms. Schoeffer era uno de los principales compradores de este papel.
Característica de la edición de Worms
Schoeffer imprimió el Nuevo testamento de Tyndale en el formato octavo más pequeño, es decir, cada hoja se doblaba para producir dieciséis páginas de texto en ocho hojas. La versión de Colonia había sido impresa en el formato cuarto más grande, con ocho páginas de texto en cuatro hojas. La edición de Worms no tenía un prólogo al comienzo. Se incluyeron ilustraciones al comienzo de cada Nuevo Testamento. Además, no había divisiones por capítulos como en la edición de Colonia. Tampoco había una portada en la edición de Worms que llevara el nombre de Tyndale. En el prefacio de uno de sus siguientes trabajos, The Parable of the Wicked Mammon, Tyndale explicó que la omisión de su identidad fue para proteger su anonimato. Lo único que le importaba a Tyndale era que se distribuya la Biblia en inglés en las manos de la gente común. A Tyndale no le importaban los elogios personales.
Este tamaño más pequeño de la edición de Worms del Nuevo Testamento tenía varios beneficios. Primero, esta versión era más rentable. Se requería menos papel y tinta para imprimir este formato que la versión más grande de Colonia. Segundo, una Biblia más pequeña sería más fácil de exportar a Inglaterra porque necesitaría menos espacio a bordo de un barco. Tercero, una Biblia más pequeña sería más fácil de ocultar en fardos de algodón y hacerla entrar de contrabando a Inglaterra. Cuarto, un Nuevo Testamento más pequeño le facilitaría al dueño el poder transportarla en el bolsillo del abrigo o en un bolso sin que se note. En una época cuando el Nuevo Testamento impreso en inglés era ilegal, un tamaño reducido era una verdadera ventaja.
Cuando Tyndale traducía del griego al inglés, tenía una intención específica en mente. Su objetivo primordial era hacer que la versión inglesa fuera fiel al texto bíblico y accesible al lector promedio. El estudioso de Tyndale, David Daniell, elogia la labor de traducción de Tyndale en esta edición de Worms:
El Nuevo Testamento de 1526... es la obra triunfante de un erudito en griego que conocía bien ese idioma; de un hábil traductor que podía apoyarse en el latín de la Vulgata y de Erasmo, y en el alemán, para conseguir la ayuda necesaria; pero sobre todo es la obra de un escritor en inglés que había resuelto ser claro, sin importar cuán arduo pudiera resultar este trabajo.
En relación a la obra de traducción de Tyndale, cabe destacar varias cosas. Primero, Tyndale intentó una traducción de fácil comprensión para la persona común. Él tradujo para el labrador en el campo, no el profesor en el aula. Daniell explica: “Tyndale prefiere un inglés claro, cotidiano, oral” que “tenga el mayor significado para sus lectores ingleses comunes”. El verdadero genio de Tyndale radica en descubrir la forma en inglés más simple para comunicar las expresiones griegas más profundas. Este estilo accesible del inglés fue tomado del “lenguaje en uso de la época”. En otras palabras, Tyndale escribió en un lenguaje cotidiano para la persona promedio. Allí radica el gran atractivo que produjo su obra de traducción.
Segundo, Tyndale intentó que el lector avanzara a paso ligero a través de su lectura del texto bíblico. Eligió lo mejor que pudo las palabras más simples, monosílabas, sobre las más complejas y polisílabas. Cuanto más corta la palabra, creía él, tanto más fácil se le haría al ojo del lector avanzar sobre la página. Él estaba convencido de que las palabras más breves suelen ser más claras que las más largas. Cuando se necesitaban palabras más complicadas, Tyndale las ubicaba intencionalmente hacia el final de las oraciones de manera que el verso comenzara con la mayor facilidad de lectura. Cuando era posible, Tyndale convertía las frases con participios griegos en oraciones subordinadas inglesas con el fin de exigirle menos al lector. Además, de forma intencional le puso mucha atención al ritmo de la oración. Tyndale hizo todo esto para realzar una armonía activa para el lector.
Tercero, Tyndale pretendía hacer algo más que llegar a la mente. Su intención era también conmover el alma. Tyndale estaba tan interesado en el estilo de su lenguaje como en la sustancia de cada palabra y frase. Él elaboró con sumo cuidado cada aspecto de sus oraciones de manera que el Espíritu Santo impartiera la verdad de un modo que conmoviera el corazón. La misión de Tyndale era crear una obra que no solo le enseñara a la mente, sino que además “hablara al corazón”. En esto tuvo un notable éxito.
Este triple enfoque estaba en la mente de Tyndale mientras ponderaba cada palabra, frase, cláusula, y oración. En realidad actuaba como mediador entre el texto griego original y la página en inglés. Su propósito era elaborar una traducción que fuera fiel a la intención del autor, fluyera ante los ojos del lector y tocara su corazón. A través de esos grandes esfuerzos, Tyndale estaba cambiando el rumbo de la historia inglesa.
En esta edición de Worms, Tyndale decidió no incluir el prólogo que había incluido anteriormente en la edición de Colonia. Tampoco añadió las notas al margen de su versión de 1525. En lugar de ello, escribió una breve observación al final de su Nuevo Testamento. Esta palabra final tenía el propósito de llamar al lector a la acción en respuesta a la verdad de la Escritura.
En una apelación directa, esta nota final está expuesta con una urgente pasión. Tyndale llama al lector a considerar con cuidado el invaluable tesoro que tiene en sus manos: la Palabra de Dios escrita. Además, lo llama a responder a su mensaje con arrepentimiento y fe en Jesucristo.
En esta nota final, Tyndale extiende las riquezas espirituales del evangelio a pecadores que están en bancarrota moral. Llama al lector a entregarse a Dios mediante la fe en Cristo, y a no confiar en sus propios méritos. Tyndale escribe:
“Te exhorto, lector, a que seas diligente, y vengas con una mente pura, y como dice la Escritura, con ojos sinceros, a las palabras de salud y vida eterna, mediante las cuales, si nos arrepentimos y creemos en ellas, volvemos a nacer, somos creados de nuevo, y disfrutamos de los frutos de la sangre de Cristo”... Ésta “ha comprado vida, amor, favor, gracia, bendición, y todo lo que se promete en la Escritura para aquellos que creen y obedecen a Dios”, y es la sangre de Cristo la que “se interpone entre nosotros y la ira, la venganza, la maldición”.
Fragmento adaptado de La osada misión de William Tyndale (Poiema Publicaciones, 2018), escrito por Steven J. Lawson.
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