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Existe una gran paradoja en cuanto a la espiritualidad cristiana, la práctica de la fe y la Biblia en la sociedad china. Este país que se reconoce a sí mismo como oficialmente ateo es el principal productor internacional de biblias, sin embargo dentro de su territorio impone restricciones muy fuertes a la distribución del texto bíblico, al tiempo que aplica grandes barreras a la práctica de la fe cristiana y de otras confesiones religiosas.
Este es un hecho poco conocido, y resalta el doble estándar que maneja China en materia cultural, política y religiosa. Mientras que al existir una demanda fuerte de la Biblia por fuera de China, y China permite el establecimiento de imprentas cristianas que venden las biblias a las diversas sociedades bíblicas internacionales que luego las distribuyen alrededor del mundo, la lectura independiente de la Biblia dentro del país se observa como una amenaza frente al poder y al control ejercido por el aparato estatal chino.
Visita desde Occidente
En el 2016, El Mundo, un periódico español, tuvo acceso a la fábrica de Biblias más grande del planeta, que tiene el tamaño de 8 campos de fútbol. Esta fábrica pertenece a una organización cristiana con 600 empleados que imprimen 70 biblias por minuto.
La fábrica, una vez fue iglesia cristiana, tal como lo atestigua una mujer que responde al nombre de Ma, una residente del vecindario en el que está ubicada la imprenta.
La Señora Ma recordó que la iglesia de Monchou Road Nanjing en China fue confiscada, como muchas otras en 1967, al comienzo de la Revolución Cultural, y no volvió a funcionar como iglesia cristiana hasta 1980.
"[La Iglesia] Se convirtió en una imprenta del Libro Rojo de Mao (Zedong)", explica sentada en una de las unidades del edificio. Durante los años turbulentos de 1967 a 1977, los Guardias Rojos confiscaron y quemaron Biblias.
El Libro Rojo (el compendio de la doctrina socialista de Mao) debería ser la única referencia ideológica. Esto llevó a que para las familias chinas, la simple lectura de la Biblia se convirtiera en una actividad casi subversiva. “Mi familia tenía una Biblia que manteníamos escondida. Nos conocimos en casa y otros cristianos copiaron pasajes para leerlos más tarde. Por lo general, la gente guarda capítulos de la Biblia escritos a mano y los junta todos cuando se conocen, para leer el libro completo”, recuerda la mujer de 69 años.
Nanjing Amity Printing se encuentra a pocos kilómetros de la iglesia evangélica adonde va Ma, en la ciudad de Najing (sur de China). El contraste entre sus recuerdos y la incesante actividad que se desarrolla en la imprenta, resume los inmensos cambios en la nación asiática en las últimas décadas.
Un buen ejemplo de las grandes diferencias entre entonces y ahora son las pocas decenas de biblias fabricadas clandestinamente durante la Revolución Cultural y las copias con portadas del bambú más exquisito que Amity produjo en 2012 para conmemorar la impresión de 100 millones de biblias.
“Sólo hay mil copias de esta edición. El bambú requiere mucha agua, y para nosotros la Biblia es 'agua viva'. Además, en China el bambú está asociado con la integridad”, explicó John Zhang, vocero de la empresa.
Según el presidente de Amity, aunque China es oficialmente un “país ateo”, también es donde se imprimen la mayoría de las biblias en todo el mundo. La compañía preveía llegar a los 150 millones de biblias impresas en el 2016, año en el que el diario El Mundo hizo su visita a la fábrica.
Amity Printing, que produce hasta 18 millones de biblias al año, es un proyecto conjunto de Amity Foundation, una ONG cristiana local y Sociedades Bíblicas Unidas, organización internacional que distribuye las versiones más populares de la Biblia como la Reina Valera, Dios Habla Hoy y la Traducción al Lenguaje Actual.
Las instalaciones de la fábrica son una sucesión interminable de maquinaria, toneladas de papel (consume 100.000 al año) y 600 empleados, capaces de imprimir entre 60 y 70 ejemplares de las escrituras por minuto.
Vendiendo biblias en China y en el extranjero
“La mitad de nuestra producción está dirigida a cristianos chinos y la otra mitad al extranjero. Publicamos biblias en unos 90 idiomas y las enviamos a 70 países. No solo se imprimen biblias protestantes, sino también para otras denominaciones”, señala Vivian Wei Zheng, una de las directoras de la Fundación Amity.
Las copias de la Biblia se venden en China por 32 yuanes (poco más de 4 euros), un precio por debajo de su costo de producción. Esto solo es posible gracias a los fondos que dan las asociaciones cristianas.
La Señora Ma ha pasado 20 años en Amity, en el departamento de biblias en braille. Fue allí, en 2003, donde se convirtió en cristiana. “Para mí este es un trabajo sagrado. Jesús me dio el privilegio de producir biblias”, explica.
Para Vivian Wei Zheng, “la respuesta está en la Biblia”.
Aprendizaje técnico y espiritual
Además de la formación técnica, Amity también busca promover el aprendizaje espiritual entre sus trabajadores. “No somos una iglesia. No hacemos proselitismo, pero es cierto que tenemos un número significativo de empleados cristianos, así como miembros del Partido Comunista Chino”.
“A menudo organizamos charlas para trabajadores con clérigos y figuras cristianas. Tratamos de concienciarlos de la naturaleza especial de esta empresa que produce Biblias, un libro que puede cambiar el mundo. Queremos que comprendan que lo que hacen tiene un enorme significado”, Dice Zheng, quien es cristiana.
Todo empezó con el presidente Carter
Las cosas en China podrían haber seguido igual para el cristianismo en el país, sino fuera por la labor diplomática que se realizó durante la administración Carter, la cual logró un cambio de enfoque de China, el menos parcial, respecto al cristianismo.
El origen de Amity Printing Company está estrechamente relacionado con la reunión que tuvieron Deng Xiaoping y el entonces presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, en 1979.
Carter, un cristiano evangélico, pidió al líder chino que reabriera las iglesias cerradas después de la Revolución Cultural, para permitir la impresión de biblias y el regreso de los miles de misioneros que habían sido expulsados del territorio en 1950. Deng estuvo de acuerdo en las primeras dos solicitudes, pero rechazó la última.
La decisión de Deng Xiaoping marcó el resurgimiento de una religión que durante casi una década había pasado a la clandestinidad y ahora supera los 60 millones de miembros, entre los que son reconocidos por el gobierno y los que viven su fe en la clandestinidad.
Incondicionalmente ateos
Sin embargo, desde que Xi Jinping, el actual presidente chino, llegó al poder, la situación se ha vuelto más difícil para los cristianos en este país.
Recientemente Xi advirtió sobre la supuesta “infiltración extranjera a través de la religión” e instó a los líderes del partido a seguir siendo “incondicionalmente ateos”.
Las sospechas de Beijing respecto a los predicadores han dado lugar a un ataque de poder contra el simbolismo cristiano en la provincia de Zhejiang, donde cientos de iglesias han visto destruidas las cruces que coronan sus edificios.
Todas las Biblias para el mercado nacional se venden a través de asociaciones como el Consejo Cristiano de China, que reúne a las iglesias protestantes controladas por Beijing, por lo que los cristianos en la clandestinidad tienen mayores dificultades que las comunidades reconocidas para acceder al texto bíblico.
Escasez de biblias y hambre por la Palabra de Dios
A pesar de que las imprentas cristianas en China están haciendo una gran labor y que el mercado de biblias se ha fortalecido con menores restricciones en el tiempo, lo cual permite producir más biblias para el mercado local como para el mercado internacional, lo cierto es que debido al control gubernamental, en el país se atestigua una escasez de biblias. Lo cual ha sido expresado por diversos líderes de las confesiones cristianas que se encuentran en la clandestinidad.
“Nuestras confraternidades están en el campo y durante muchos años hemos intentado obtener suficientes biblias para que todos los creyentes de nuestras iglesias puedan tener su propia copia. Anteriormente tratamos de obtener biblias de la Iglesia de las Tres Autonomías controlada por el gobierno, pero nos frustramos con sus muchas promesas incumplidas de entregar Biblias. A veces venían algunas; pero normalmente no habría ninguna o muchas menos de las que pedimos. Viajamos de confraternidad en confraternidad recolectando huevos, arroz o lo que la gente pudiera donar para recaudar fondos para comprar estas biblias, pero fuimos engañados muchas veces. Actualmente necesitamos 184.234 biblias para que cada creyente en nuestra confraternidad pueda tener su propia copia. ¡La entrega de la Palabra de Dios a nosotros es una respuesta a la oración y la agradecemos más allá de lo que las palabras pueden expresar!” dijo un líder de la Iglesia regional en la provincia de Heilongjiang en una entrevista para la ONG Asia Harvest.
Algunos líderes de iglesias y misiones de todo el mundo afirman que las iglesias en las casas de China también pueden obtener grandes cantidades de la Palabra de Dios a través de los canales gubernamentales, pero esta información es engañosa. En el pasado, han podido obtener algunas pocas biblias de parte de las iglesias gubernamentales, pero ese suministro se ha cortado. Las iglesias en las casas, que suman al menos 60 millones de creyentes en toda China, han sido deliberadamente privadas de biblias en un intento por obligarlas a registrarse en el Movimiento Patriótico de las Tres Autonomías, el movimiento eclesial controlado por el Partido Comunista Chino. Sin embargo, la mayoría de iglesias se niegan a registrarse independientemente de la presión y las manipulaciones.
Por tanto, las afirmaciones de que las biblias están disponibles gratuitamente para todos los cristianos en China resulta siendo algo difícil de verificar sobre el terreno y muchas veces algo engañoso. La trágica realidad es que las iglesias clandestinas en China están experimentando una enorme hambruna de la Palabra de Dios.
¿Una guerra contra la Biblia?
Otras organizaciones cristianas de alcance internacional han ido más lejos en sus acusaciones contra el gobierno de China, indicando que China le ha declarado la guerra a la Biblia. La ONG Back to Jerusalem ha expresado esta situación de la siguiente manera:
China ha tomado medidas extremas para bloquear también el acceso a Biblias en línea y aplicaciones de la Biblia para teléfonos. Una por una, el gobierno ha identificado aplicaciones de la Biblia y las ha bloqueado en China. WeDevote, una de las aplicaciones bíblicas más populares en China, alcanzó rápidamente las 10 millones de descargas antes de que China la bloqueara, por lo que también es ilegal tenerla en las tiendas de aplicaciones.
Los minoristas en línea, incluidos Taobao y JD.com, dejaron de vender biblias en línea en China.
El gobierno de Xi Jinping ha hecho que sea ilegal comprar biblias a cualquier persona dentro de China, excepto a través de las iglesias oficiales, las cuales han visto ahora mayores restricciones e incluso los cierres inesperados.
Para que la iglesia siga creciendo, se necesitan biblias. China lo sabe y por eso le ha declarado la guerra a la Biblia.
El futuro
Es bastante difícil hacer un pronóstico de lo que podrá suceder en China respecto a la censura y el control gubernamental sobre la Biblia. Se podría argumentar que el cristianismo saldrá vencedor y que la fe triunfará como lo ha hecho en otras ocasiones por la gracia de Dios, pero esto ciertamente es pensar con el deseo, uno noble ciertamente, pero un deseo al fin y al cabo.
El temor que expresa el gobierno chino frente a la Biblia se funda en su perspectiva totalitaria y de control que solamente admite lo que es funcional a su visión de sociedad. En este sentido, no solamente podemos hablar de la prohibición de la Biblia, sino de textos como el Corán, los vedas hindúes y el canon Pali de los budistas. Por ello, lo que pase con la Biblia en China tendrá también una fuerte conexión con lo que suceda con otros textos religiosos.
En 2019, la cadena de noticias Internacional France24 dio a conocer una noticia un tanto delirante y a la que en todo caso debería prestarse atención, y es el aparente interés del gobierno chino de reescribir y adaptar las partes de la Biblia y del Corán que sean molestas al régimen. El proceso de reescritura estaría a cargo de entidades del gobierno y los funcionarios encargados de censurar los libros sagrados podrán modificar o re-traducir los párrafos que vean como erróneos. El proceso también incluye la revisión, corrección y aprobación de Xi Jinping.
Al observar este proceso tenemos que recordar que la estructura y las formas de la religión pasan por luchas sociales y políticas internas que involucran no solo a las comunidades religiosas sino a sus entornos. Así vemos que la religión está formada por el texto que la rige, al tiempo que ésta define qué texto la rige. No debe extrañarnos pues las diferencias que surgen de comunidades eclesiales en Occidente que tienen perspectivas diversas en torno a la Biblia como a su correcta interpretación, el canon correcto de sus textos y cuáles son las traducciones apropiadas. Así que al hablar de lo que sucede con la Biblia en China, estamos hablando también de cuál será el futuro del cristianismo en China.
En la medida en que observamos una diversidad en Occidente en cuanto a formas de cristianismo guiadas por diversas formas de entender la Biblia, también estaremos abocados al hecho de ver formas nuevas de “ser cristiano” en China, algunas de las cuales muchos no concebirán como un auténtico cristianismo, al tiempo que otras se verán desde una perspectiva idealizada aún sin conocer de forma certera su contexto.
Por tanto, al hablar del futuro de la Biblia en China, hablamos del futuro del cristianismo. Este se encuentra así en un dilema: conservar la esencia que define lo auténticamente cristiano y es invariable en el tiempo o convertirse en algo distinto y ajeno a la Palabra de Dios. Precisamente, en medio de una sociedad como la china, que ha promovido con tanta fuerza el individualismo y el materialismo conveniente al régimen, tal vez sea preciso recordar las palabras de Jesús al enemigo en su momento de tentación. Las Escrituras dicen:
El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. — Mateo 4:4 (RVR160).
Los cristianos en China que quieran enfrentar este desafío, deberán entender que La Palabra tiene una capacidad de transformación frente a la sociedad en la que viven, por lo tanto “Vivir de toda Palabra pronunciada por Dios” significa también actuar con el deseo de transformar la realidad en la que viven de acuerdo a la Palabra de Dios y no solamente con una esperanza de ultratumba. Es precisamente por esto que el gobierno chino le teme tanto a la Biblia, por su poder transformador de las personas y de las estructuras sociales, y tal vez al entender esto podamos acercarnos a una forma más auténtica de vivir la Palabra que nos ha sido transmitida, tanto aquí como en China.
Con información de Evangelical Focus.
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