¿Es posible afirmar que Cristo y Su evangelio son “un mito”? En El mito se hizo realidad, C.S. Lewis dijo:
Pues este es el matrimonio del cielo y la tierra: mito perfecto y hecho perfecto, reclamando no solo nuestro amor y obediencia, sino también nuestro asombro y deleite, dirigidos tanto al salvaje, al niño y al poeta en cada uno de nosotros, como al moralista, el erudito y el filósofo.
Durante años, nos hemos topado en nuestros círculos cristianos con una gran cantidad de personas renuentes a la literatura secular, en especial, a la mitológica. Muchos han catalogado las fantásticas historias de La Ilíada y La Odisea; las aventuras de Heracles y Thor; y los misteriosos e intrigantes reinos del inframundo, Asgard y el Olimpo como historias de demonios que todo verdadero hijo de Dios debe evitar. Sin embargo, toda la verdad es de Dios, y los mitos, aunque contienen errores, también reflejan un fragmento quebrado de la verdadera luz, la verdad eterna que está con Dios.
Los fundamentos de la literatura occidental
La literatura es más que un conjunto de colecciones de tradiciones y escritos compilados para el disfrute de algunos. Más bien, es una forma de arte que amplía nuestra capacidad para entendernos a nosotros mismos y al mundo. La literatura nos permite explorar diferentes perspectivas y culturas; experimentar emociones y situaciones que enriquecen nuestra empatía y capacidad de reflexionar sobre la vida humana; y fomentar nuestro pensamiento crítico y creativo. De este modo, como la literatura es parte de una gran red de historias entrelazadas, es importante y necesario volver a los fundamentos de los libros modernos para comprenderlos mejor.
Conviene que todo ser humano –especialmente el cristiano– entienda dos hechos. Uno: que, después de la Biblia, ningún conjunto de historias exhibe mayor riqueza y profundidad; y dos, que ciertamente ningún grupo de relatos ha sido más influyente que el de la ‘mitología’, en particular aquellos provenientes de los griegos, según lo indica el erudito clásico Richard Buxton en The Complete World of Greek Mythology (El mundo completo de la mitología griega). Esto convierte a tales conjuntos en las dos fuentes principales de nuestra literatura; aunque el origen geográfico y cultural de la Biblia es el Medio Oriente, esta ha venido a ser considerada parte integral de la literatura occidental por su profunda influencia en nuestra sociedad.
Sin un conocimiento de la mitología, es imposible comprender la literatura antigua, medieval o moderna en su totalidad, y es muy difícil asimilar numerosas referencias literarias o algunos versículos de la Biblia, como Hechos 14:12: “Y llamaban a Bernabé, Júpiter, y a Pablo, Mercurio, porque este era el que dirigía la palabra” (NBLA). Aún más, con las Escrituras y la mitología griega, es posible entender las dos cosmovisiones que han estado en conflicto durante miles de años.Como indica el educador especializado en historia y teología, Ben House, autor de The Ancient World (El mundo antiguo) ambas presentan respuestas a las preguntas clave sobre cómo fue creado el mundo, por qué estamos aquí, por qué suceden las cosas como suceden, cuál es el gran misterio de la muerte y de la vida después de la muerte.
Pero, ¿qué es un mito?
Podemos encontrar una gran variedad de definiciones acerca de lo que es un mito. Unos dicen que es una historia tradicional socialmente poderosa; otros que son parábolas que tratan de advertir acerca de algún peligro en particular; algunos que son explicaciones sobre las creencias comúnmente aceptadas de una cultura; y muchos más que son mentiras. No obstante, en su nivel más básico, los mitos son simplemente historias.
Según la Encyclopedia of Greek and Roman Mythology (Enciclopedia de mitología griega y romana), la palabra griega mythos, de la cual proviene nuestra palabra “mito”, tenía varios significados: “discurso”, “historia” y, más tarde, “mito” o “fábula”. Sin embargo, a pesar de que esta palabra a menudo implica una creencia que es demostrablemente falsa, pero que ha logrado una amplia aceptación, según la Encyclopedia: “en el mundo antiguo, en cambio, no existía una división estricta y aplicada consistentemente entre el conocimiento mítico y la verdad descubierta racionalmente”.
Aunque en algunos casos los filósofos e historiadores antiguos desafiaban la autoridad del mito como fuente fundamental de conocimiento, no lo rechazaban por completo. Más aún, para los poetas griegos, las historias tradicionales constituían un conocimiento inspirado divinamente y, para los historiadores, no presentaban nada inherentemente falso. Por lo tanto, es posible concluir que un mito es una historia tradicional socialmente poderosa, a menudo arraigada en culturas antiguas, que explica las creencias, valores, costumbres, fenómenos naturales u orígenes de una sociedad.
Los mitos suelen centrarse en dioses, héroes y seres sobrenaturales, y sirven para transmitir importantes lecciones culturales, éticas y morales que guían el comportamiento y la toma de decisiones. A menudo, abordan y proporcionan explicaciones a preguntas fundamentales sobre la vida, como la creación del mundo, los fenómenos naturales, la naturaleza de los dioses, los orígenes de los seres humanos y su comportamiento, así como los orígenes de ciertas costumbres y tradiciones. Son narrativas atemporales transmitidas de generación en generación, generalmente a través de la tradición oral, y juegan un papel crucial en la formación de los valores y las cosmovisiones de las culturas que los cuentan. Por ejemplo, en la mitología griega, el mito de Prometeo explica el origen del fuego y las consecuencias de desafiar a los dioses, mientras que la historia de Perséfone explica el cambio de las estaciones.
House, quien también es pastor de Grace Covenant Church y director de Veritas School, expresa que “todos los mitos son imágenes de una cultura. Si entiendes los mitos, entiendes la cultura. Cambia los mitos, y cambias la cultura”. Dicho de otra forma, los mitos son evidencias de las creencias comunes y los fundamentos religiosos de una cultura.
El mito que se hizo realidad
A través de los años, numerosos cristianos han expresado rechazo y crítica hacia la lectura y el estudio de la mitología debido a que lo han considerado incompatible con su fe por sus implicaciones paganas. El teólogo y filósofo cristiano San Agustín, por ejemplo, en su libro La Ciudad de Dios, rechazó la mitología grecorromana al contrastarla con la fe cristiana. Calificó los mitos como creaciones humanas llenas de error y depravación, sin la verdad y la salvación que provienen del cristianismo: “Los dioses de la mitología no son más que demonios disfrazados”.
Por su parte, en su obra Institución de la Religión Cristiana, Calvino criticó fuertemente las creencias mitológicas paganas al describir los mitos como historias supersticiosas e idolátricas que desvían a las personas del verdadero conocimiento de Dios: “Todo lo que los paganos atribuyen a sus dioses es pura invención y mentira”. Es claro que muchos de estos comentarios surgen del esfuerzo por establecer una clara distinción entre la revelación cristiana y las antiguas tradiciones religiosas y mitológicas, que eran vistas como supersticiones y representaciones de falsos dioses.
Sin embargo, para los primeros cristianos y para aquellos que vivieron en los primeros siglos después de Cristo, esto no era una mera colección de mentiras. El Dr. Christopher A. Perrin, editor del Classical Academic Press, expresa que:
…los cristianos medievales creían que la venida de Cristo fue el cumplimiento del anhelo y deseo pagano. Ese deseo se expresaba en los mitos paganos, filosofías, historias y en las predicciones de las sibilas [profetisas o videntes en la mitología y religión de la Antigua Grecia y Roma]. Los griegos y romanos, inmersos en su mitología y diversas filosofías, se convirtieron a la fe cristiana en masa.
Es decir, lo que hoy en día varios consideran como mentiras diabólicas y alejadas completamente de la verdad divina, para muchos cristianos de la antigüedad eran muestra de un anhelo desesperado de conocer a un ser divino que los liberara de la desesperanza y las ataduras de la muerte. El Dr. Perrin reflexiona acerca de esto:
¿Podría ser que Cristo realmente es el Salvador del mundo, aquel a quien todo el mundo anhelaba incluso antes de que Su nombre fuera conocido? ¿Podría ser que Cristo nació en la plenitud de los tiempos, cuando la religión y la filosofía paganas estaban cansadas y fatigadas, y por lo tanto preparadas para el nacimiento de Cristo? ¿Podría ser que el Logos divino era el poder y la sabiduría del Dios que los griegos anhelaban y el camino, la verdad y la vida que los romanos estaban buscando?
Mitos como el de Orfeo nos enseñan acerca de un joven músico, hijo de un rey en unas versiones y del dios Apolo en otras —lo que lo convertía en semidiós—, quien, tras perder a su amada esposa Eurídice por una mordedura de serpiente en el talón, decide ir al inframundo (el mundo de los muertos), enfrentar a Hades, hacer un pacto con él, y rescatarla de la muerte, para tan solo fallar y perderla para siempre. No es de extrañar que historias como esta apunten a un Dios —el “Orfeo” verdadero y perfecto— que, al perder a Su amada esposa (la iglesia), descendió a rescatarla, enfrentó la muerte, y salió completamente victorioso.
Al hacer referencia a esta historia, la profesora y autora Angelina Stanford dice en The Literary Life Podcast (El pódcast de la vida literaria):
Platón, en la sección 179d del Banquete, dice que la razón por la que Orfeo falló es porque no estaba dispuesto a morir por su esposa. No se atrevió a morir por amor, sino que intentaba encontrar una manera de entrar en el Hades con vida. El único salvador y el único que puede rescatar a la esposa de la muerte es el esposo que está dispuesto a morir.
Las culturas antiguas eran conscientes del poder abrumador del pecado y la culpa humana, particularmente en términos de actos prohibidos o tabúes. Para lidiar con estos, albergaban un mito preciado sobre un dios que vino a la tierra, murió y regresó a la morada de los dioses, como indica Louis Markos en The Myth Made Fact: Reading Greek and Roman Mythology through Christian Eyes (El mito hecho realidad: leyendo la mitología griega y romana desde una perspectiva cristiana). En su libro La rama dorada, el influyente antropólogo y estudioso escocés James George Frazer se refirió a este ser divino como un Corn-god (dios del maíz), según lo explicó Markos, “porque su muerte y resurrección paralelaban el ciclo estacional del maíz. Así como el grano es cosechado y molido, pero luego vuelve a la vida en primavera, el dios del maíz, o Rey del Maíz, es asesinado y enterrado, sólo para renacer y renovarse”.
Más adelante, Markos comenta: “¿Qué pasaría si la razón por la cual Cristo sonaba tanto como el mito del Rey del Maíz fuera que Cristo era el mito que se hizo realidad?”. También argumenta que tal vez la razón por la cual cada cultura antigua anhelaba que un dios viniera a la Tierra, muriera y resucitara, era porque el Creador de todas las naciones colocó en cada persona aquel deseo:
Si Cristo es el cumplimiento de todas las leyendas del Rey del Maíz —si realmente es el mito que se hizo realidad— entonces el Dios de la Biblia no es solo el Dios de los judíos, sino de todas las naciones (…). Cristo también cumplió todos los anhelos más profundos de los pueblos paganos.
Por lo tanto, el cristianismo, lejos de ser una idea extranjera impuesta al mundo por una pequeña tribu del Medio Oriente, era y es la verdadera respuesta a una necesidad humana universal. Cuando Cristo murió en la cruz, hizo real e histórico aquello que las naciones paganas habían anhelado durante mucho tiempo en sus mitos fantásticos y no históricos.
El cristianismo y la mitología griega
Tanto en el cristianismo como en la mitología griega podemos encontrar temas similares y recurrentes, los cuales nos permiten concluir que ni la Biblia ni los mitos son seculares. Ejemplo de ello es la interacción del mundo de los dioses con la humanidad y, en especial, una de las características definitorias de la literatura épica es la penetración del velo que separa lo humano de lo divino. Los personajes en las historias griegas saben que deben suplicar a los dioses, y que desafiarlos generalmente resulta en un juicio severo. Según House, los relatos bíblicos también son historias de personas que caminaron fielmente con Dios o que, en su rebelión, enfrentaron Su juicio.
Sin embargo, así como encontramos temas similares, podemos encontrar un sinnúmero de diferencias. La más grande radica en el objeto de su adoración. Mientras que el Dios de la Biblia es justo y santo, y Su Palabra demanda rectitud, los dioses griegos son notoriamente engañosos, malvados y caprichosos; los humanos no pueden confiar en ellos. A diferencia del cristianismo, para los griegos no existe nada similar a las promesas de pacto entre dioses y mortales.
Otra distinción reside en la cosmovisión de los griegos acerca de la creación. Como señala la escritora y educadora estadounidense Edith Hamilton, “Los griegos no creían que los dioses crearan el universo. Fue al revés: el universo creó a los dioses”. Debido a esta distorsión, los mitos griegos nunca podían proclamar un universo significativo y moral. “Todos los errores morales y filosóficos, de hecho, surgen de ignorar la creación del mundo por parte de Dios”, afirma House.
Una diferencia más es que los griegos y romanos pensaban que una vez un hombre moría, no existía la resurrección, pero el cristianismo nos demuestra lo contrario. Además, la idea de la vida eterna era tan ajena a los griegos, que pensaron que Pablo estaba predicando sobre dos divinidades llamadas “Jesús” y “Resurrección”, según el relato de Hechos 17. De hecho, en el mundo mitológico en general –incluido el nórdico–, la esperanza no es un tema central; en esas historias, la vida después de la muerte carece de esperanza. Markos explicó respecto a esto que:
A diferencia de la doctrina bíblica de la predestinación, no existe un propósito ni una meta de pacto para el destino de una persona en la mitología griega. Los griegos no podían decir, como lo hizo Pablo en Romanos 8:28, que todas las cosas ayudan a bien a los que aman a Dios, quienes son llamados según su propósito. Asumían que estaban condenados al infierno, y tenían razón, ya que ni siquiera tenían el concepto de gracia, salvación o de una vida eterna gozosa.
Debido a esto, la impotencia del ser humano, su mortalidad y su sujeción al destino llevaron a los griegos a enfatizar en personajes heroicos. No obstante, la tradición cristiana generó un cambio importante: la elevación del personaje improbable (el más débil) al estatus de héroe. Por ejemplo, J.R.R Tolkien eligió hobbits para salvar la Comarca, y Lewis eligió niños para gobernar Narnia. Los griegos no hubiesen sido capaces de comprender esto debido a que los humildes a menudo podían servir a los poderosos, pero nunca los superaban.
El mito de mitos
En conclusión, en los círculos cristianos leer mitología se ha convertido en un gran mito. Sin embargo, leer esta clase de historias no solo nos entretiene y educa; también nos enseña la forma de pensar del mundo antiguo y nos muestra fragmentos de la verdad. En última instancia, los mitos nos recuerdan que, a pesar de los grandes intentos de las civilizaciones antiguas y paganas de explicar el mundo y dar sentido al gran anhelo del ser humano de un salvador, ni sus héroes ni sus dioses ni sus profetas, ni ninguna otra criatura, pudieron acercarnos al Creador, traer esperanza al mundo y salvarnos de las garras de la muerte. Solo Cristo la venció. El evangelio es el mito de los mitos, no porque sea irreal o fantástico, sino porque Cristo es el mito que se hizo realidad.
Referencias y bibliografía:
Buxton, Richard. The Complete World of Greek Mythology. Thames & Hudson, 2004.
House, Ben. The Ancient World, Omnibus IV. Veritas Press, 2009.
Roman, Luke and Monica. Encyclopedia of Greek and Roman Mythology. Facts On File, 2010.
Markos, Louis. The Myth Made Fact: Reading Greek and Roman Mythology through Christian Eyes. Classical Academic Press, 2020.
Hamilton, Edith. Mythology. Back Bay Books, 1942 & 2023.
Evslin, Bernard. Heroes, Gods and Monsters of the Greek Myths. Dell Laurel-Leaf, 1966.
Stanford, Angelina. The Literary Life Podcast: Why Read Pagan Myths. 2020.
Lewis, C. S. Myth Became Fact, God in the Dock. William B. Eerdmans Publishing Company, 2001.
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