“Combatimos con nuestras palabras”
En mayo pasado se conmemoró el centenario del nacimiento de Sophie Scholl, quien junto a su hermano y un grupo de amigos decidieron enfrentar al régimen nazi a través de la denuncia y propaganda. Ello les costó la vida. La más conocida del grupo fue Sophie Scholl y su actividad en la resistencia ha sido relatada en libros, películas, obras de teatro y continúa inspirando a la gente hoy en día, aunque los nombres de los integrantes del grupo son muy conocidos más allá de Alemania.
Infancia y primeros años
Robert Scholl y Magalene Müller, se conocieron durante la guerra y en 1920 contrajeron matrimonio, en total tuvieron seis hijos: Inge, Hans, Elisabeth, Sophie, Werner y Thilde.
El padre de familia, fue un político liberal y crítico de la Alemania nazi, alcalde de Ingersheim de 1917 a 1920, y de Forchtenberg, hasta 1930, Después de la guerra fue alcalde de Ulm entre 1945 y 1948 y también participó en el Parlamento Regional de Baden-Württemberg.
Sophie nació un 9 de mayo de 1921 en Forchtenberg, Baden-Wurtemberg. Alemania, era por aquel entonces un país convulsionado. Pero aún así, la familia y sus hijos pudieron vivir su niñez de manera segura y cómoda, así se criaron en un hogar luterano que respetaba los valores cristianos, es altamente probable que durante su infancia haya conocido el Catecismo Breve, que en una de sus secciones enseña sobre los Mandamientos:
“El quinto: No matarás. -¿Qué quiere decir?
Respuesta: Debemos temer y amar a Dios para no perjudicar a nuestro prójimo en su cuerpo, sino para socorrerle y ayudarle en todas sus necesidades materiales”1.
O también lo enseñado por el mismo Martín Lutero en el Catecismo Mayor:
“En resumen: con el quinto mandamiento, Dios quiere proteger, liberar de persecuciones y poner en seguridad a toda persona frente a cualquier maldad y violencia de los demás, habiéndolo colocado como una muralla protectora, una fortaleza y un lugar de refugio en torno al prójimo, de modo que no se le haga ningún mal y perjuicio en su cuerpo.
El objeto y fin de este mandamiento es, por consiguiente, no hacer mal a nadie a causa de una acción perversa, ni aun cuando se lo merezca muy bien.
Al estar prohibido el asesinato, queda prohibido también todo motivo que pudiera originarlo; porque hay hombres que, aunque no matan, maldicen, sin embargo, y en sus deseos le mandan una peste encima como para que no salga corriendo más”2.
Al mismo tiempo, Sophie disfrutaba de la naturaleza y la cultura, tenía talento para la pintura, el deporte, la música, pasaba tiempo con sus amigos y especialmente con su enamorado Fritz Hartnagel3. La lectura, fue una de sus aficiones favoritas: “En la noche, cuando las demás bromean entre ellas, yo leo a San Agustín”.
Igualmente fue una ávida lectora que desarrolló un creciente interés por la Filosofía y por la Teología, así entró en contacto con los llamados “artistas degenerados”. Todo esto formó su mundo alternativo, un mundo diferente al mundo que esperaba el orden nacionalsocialista para los jóvenes como ella. En la primavera de 1940 finalizó sus estudios de secundaria. El tema de su examen de bachillerato fue: “La mano que mueve la cuna mueve el mundo”.
Como le gustaban los niños, hizo unas prácticas como educadora en un jardín de infancia y en un sanatorio de niños, motivada por la esperanza de que le fuera reconocido como servicio alternativo al Servicio Alemán de Trabajo (Reichsarbeitsdienst, RAD), requisito obligatorio para acceder a la universidad.
En cuanto al desarrollo de su pensamiento político, en sus etapas iniciales Sophie y su hermano mayor Hans apoyaron al movimiento que lideraba Hitler desde 1921, el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP, por sus siglas en alemán), conocido coloquialmente como Partido Nazi.
Como muchos otros jóvenes, Hans debió unirse al movimiento Juventudes Hitlerianas y Sophie a la organización homóloga para niñas, la Liga de Muchachas Alemanas.
Ascenso del nazismo y resistencia
Se dice que su padre, un ferviente crítico de Hitler, estaba horrorizado por el entusiasmo inicial de sus hijos, y que su influencia, así como la del resto de la familia y los amigos fue poco a poco surtiendo efecto en ellos.
En su adolescencia, Hans el hermano mayor, entró en las Juventudes Hitlerianas, en contra de los consejos de su padre, que rechazaba al nazismo. La “Juventud Hitleriana” acogió a Hans Scholl y allí rápidamente hizo carrera. A los 16 años ya comandaba a 160 jóvenes. Al igual que él, su hermana menor, Sophie, simpatizaba con los nazis e ingresó a la “Asociación de Muchachas Alemanas”, la rama femenina del movimiento juvenil nazi. También llegó pronto a ocupar una posición de liderazgo y, según un testigo de la época, “estaba entusiasmada y era fanática del nacionalsocialismo”4.
Hans Scholl se desencantó del régimen nazi al observar su abierto violentismo y autoritarismo. Estudió Medicina desde 1939 en la Universidad de Múnich y rehusó participar en actividades en apoyo del régimen hitleriano, prefiriendo vincularse con otros jóvenes opuestos al gobierno.
Siguiendo los pasos de su hermano Hans, Sophie entró en la Universidad de Munich y estudió filosofía y biología. Durante su tiempo en la universidad compartieron un círculo de amigos, a quienes les unía el gusto por el arte, la cultura y la filosofía. Sophie disfrutaba bailar, tocar el piano y se ha dicho que era una pintora talentosa.
Sin embargo, ya Alemania había sido transformada en un gobierno militar y de hecho muchos estudiantes ya habían realizado el servicio militar o estaban prontos a ello. De hecho al estallar la Segunda Guerra Mundial, Hans fue movilizado como auxiliar médico en calidad de estudiante universitario, pero no fue sino hasta el 22 de junio de 1942 cuando Hans fue enviado a servir en los hospitales militares del “frente del Este” situados en Rusia y Ucrania durante unos meses, donde pudo conocer detalles de los crímenes de guerra de las SS5.
Luego que Sophie cumpliera con el servicio civil obligatorio, creció en ella el sentido de la urgencia por oponerse al régimen y el deseo de dar sentido a su actuar: “Un sentido de la vocación o algo similar no lo tengo. Pero si se quiere ser artista se debe, ante todo, ser persona. Surgiendo desde lo profundo. Quiero intentar trabajar en mí. Es muy difícil”6.
Al final, los hermanos no pudieron reconciliar sus propias tendencias liberales con las políticas del Tercer Reich, como se llamaba entonces al Estado alemán. Al darse cuenta de cómo sus amistades judías y del mundo artístico estaban siendo tratadas, empezaron a ser cada vez más críticos del régimen. Para cuando Hitler invadió Polonia, en septiembre de 1939, su postura pasó a ser de oposición.
Los jóvenes alemanes estaban siendo enviados a la guerra, y en ese contexto Sophie le escribió a su novio Fritz Hartnagel, quien también fue soldado:
“No puedo entender cómo algunas personas continuamente ponen la vida de otros en riesgo. Nunca lo entenderé y pienso que es horrible. No me digas que es por la patria”7.
Ya en 1942, Hans y Sophie Scholl no confiaban en Hitler. Los hermanos notaban cada vez más que su fe cristiana y sus convicciones éticas no correspondían con los objetivos del régimen nazi. Hans Scholl llegó a la conclusión de que debía hacer algo contra aquella autocracia. Crisis que se profundizó luego del llamado a luchar en el frente oriental y ver con sus propios ojos la crueldad de la guerra. Además, le preocupaba profundamente el destino de los judíos perseguidos y deportados, lo cual más tarde expresaría en uno de sus escritos:
“Nada es tan indigno de una nación como el permitir que sea gobernada sin oposición por una casta que ha cedido a los bajos instintos” (Hans Scholl y Alexander Schmorell)
La fe de la familia Scholl
El arresto de su padre Robert Scholl por haberse referido a Hitler frente a un empleado suyo como “El Flagelo de Dios”, causó una profunda impresión en Sophie. Los desacuerdos con la ley del padre le acarrearon consecuencias: fue sentenciado a cuatro meses de cárcel por hablar mal de Hitler en 1942 y en 1943 a un año y medio de cárcel por escuchar una radio aliada.
Para la familia Scholl la palabra ”lealtad” significaba obedecer los dictados del corazón. “Lo que quiero para ustedes es vivir con rectitud y libertad de espíritu, sin importar lo difícil que esto resulte”, le dijo el padre a su familia8.
Sin embargo, como todos los jóvenes a veces el corazón de Sophie vivía confusión y cansancio, lo cual quedó plasmado en una de sus cartas:
“Ahora estoy de vuelta en Schüles. Realmente vine para poder tocar el órgano en la capilla después, o simplemente estar en la capilla. Me gustaría mucho creer en milagros. Me gustaría mucho creer que puedo adquirir fuerza a través de la oración. No puedo lograr nada por mí misma.
Muth escribió que debemos orar por Otl. Nunca había pensado en orar por él, nunca pareció necesitarlo en absoluto. Sin embargo, ¿quién no? Incluso un santo lo hace...
Estoy terriblemente cansada y siempre soy propensa a tales digresiones mentales ridículas e inútiles. Tú nos has creado a tu imagen. Me gustaría, como hizo el Profeta, pedir pruebas visibles de sí mismo. ¿O ha dejado de ser necesario? Me gustaría extenderme como un paño para que él recoja su rocío.
Estoy confundida, puedo decirlo. Eso es porque estoy cansada. Me siento tan nostálgica”9.
Sin embargo, la fe que aprendió en su hogar fue su refugio:
“No hay que desanimarse. Una vez, cuando me desanimé, fue porque seguía retrocediendo, no me atrevía a orar más. Decidí no pedirle nada más a Dios hasta que pudiera volver a entrar en su presencia. Eso en sí mismo era un anhelo fundamental de Dios. Pero siempre puedo pedirle, ahora lo sé”10.
Al formar la Rosa Blanca, citaron las Escrituras, junto con los escritos de prominentes pensadores cristianos, en cada folleto. “Alguien, después de todo, tenía que empezar", dijo Sophie. “Lo que escribimos y dijimos también lo creen muchos otros. Simplemente no se atreven a expresarse como lo hicimos nosotros”11.
Hans tenía la misma convicción:
“Ya es hora de que los cristianos se decidan a hacer algo... ¿Qué vamos a mostrar en el camino de la resistencia? ...cuando todo este terror termine? Estaremos de pie con las manos vacías. No tendremos respuesta cuando se nos pregunte: ¿Qué hizo al respecto?”
Desacuerdo y resistencia pacífica: la formación de la “Rosa Blanca”
Cuando Hans Scholl regresó a Alemania, luego de su servicio en el frente de batalla, su perspectiva respecto al régimen había cambiado radicalmente, al igual que la de su hermana Sophie, lo cual los llevó a tomar acciones concretas para resistirlo.
“Y la piadosa Rosa Blanca / con su cascada de rizos dorados / quiere pagar toda la culpa / lo que te queda, Rosa Blanca / dalo a los pobres o sacrifícalo. / ¡Ve en nombre de Dios!”.
Estos versos del poeta romántico alemán Brentano inspiraron el nombre del pequeño grupo cristiano de resistencia al nazismo conocido como la Rosa Blanca, que difundió sus consignas bajo la forma de panfletos, y en el que militaron fervorosamente los hermanos Hans y Sophie Scholl.
Respecto de los orígenes y motivación de la Rosa Blanca, comenta una autora:
“Ni Sophie ni sus compañeros de lucha eran fanáticos de afirmar ideologías a cualquier precio. Eran simplemente coherentes con los valores humanos y cristianos de hermandad y de justicia y pensaban que en ese período histórico su primer deber era combatir, con métodos de resistencia pasiva, contra la barbarie y el desprecio del hombre”12.
El núcleo de la Rosa Blanca fue formado por cinco jóvenes universitarios alemanes que, durante 1942 y en las primeras semanas de 1943, desafiaron el régimen en el único modo que les pareció posible: comunicando y difundiendo información. Con ese objetivo, Hans Scholl y su amigo Alexander Schmorell fundaron el grupo Rosa Blanca, al que luego se unieron Sophie, Christoph Probst y Willi Graf, además de uno de sus profesores, Kurt Huber.
Liselotte Furst-Ramdohr, ya viuda a la edad de 29 años tras la muerte de su marido en el frente ruso, fue presentada al grupo la Rosa Blanca por su amigo Alexander Schmorell. En una entrevista otorgada cuando contaba con 99 años recordó: “Todavía puedo ver a Alex cuando me hablaba del grupo”13 (…) “Nunca utilizó la palabra ‘resistencia’, sólo dijo que la guerra era terrible, con las batallas y tanta gente muriendo, y que Hitler era un megalómano y que por tanto tenían que hacer algo”.
Uno de los miembros más conocidos del grupo fue la hermana más pequeña de Hans Scholl, Sophie, cuya historia fue posteriormente el tema central de una película nominada a los Oscar, “Sophie Scholl: los días finales”14. Liselotte Furst-Ramdohr recuerda que Sophie estaba tan asustada que dormía en la cama de su hermano15: “Hans tenía también mucho miedo, pero querían seguir adelante por Alemania, amaban su país”, señaló.
Pusieron continuamente en peligro su vida, difundiendo en Alemania y Austria una serie de seis volantes contra Hitler, que imprimían de modo clandestino, con el objetivo de llegar al mayor número posible de personas y hacerlos conscientes de lo que estaba sucediendo verdaderamente. Apoyados por una red de amigos y simpatizantes, entre ellos la citada Liselotte Furst-Ramdohr (nunca repartió los folletos ella misma pero los escondió en un armario para escobas de su departamento), imprimieron y distribuyeron volantes en los que instaban a la ciudadanía a resistir al régimen nazi, denunciaban asesinatos de judíos y exigían el fin de la guerra.
En junio de 1942 apareció el primer folleto antinazi en los buzones de Múnich y Sophie dijo “Luchamos con nuestras palabras”. Esta primera entrega fue un elocuente llamamiento a la resistencia y la verdad, dirigido a los alemanes que seguían con los ojos cerrados ante las brutalidades cometidas por su dictador16.
El panfleto, señalaba lo siguiente:
“Nada es tan indigno de una nación civilizada como dejarse “gobernar” sin la oposición de un camarilla irresponsable que ha cedido al bajo instinto. Es cierto que hoy todo alemán honesto es avergonzado de su gobierno. ¿Quién de nosotros tiene alguna concepción de las dimensiones de la vergüenza que nos ocurrirá a nosotros y a nuestros hijos cuando un día el velo se haya caído de nuestros ojos y el más horrible de los crímenes: crímenes que superan infinitamente toda medida humana, ¿alcanzan la luz del día?
Si el pueblo alemán ya está tan corrompido y aplastado espiritualmente que no levanta la mano, confiar frívolamente en una fe cuestionable en el orden legítimo de la historia; si renuncian al principio supremo del hombre, aquello que lo eleva por encima de todas las demás criaturas de Dios, su libre albedrío; si abandonan la voluntad de tomar decisiva acción y girar la rueda de la historia y así someterla a su propia decisión racional; si son tan desprovistos de toda individualidad, ya han ido tan lejos en el camino hacia la conversión en un cobarde y sin espíritu masa - entonces, sí, merecen su caída.
(…) Por lo tanto, cada individuo, consciente de su responsabilidad como miembro de la comunidad cristiana y civilización occidental, debe defenderse contra los flagelos de la humanidad, contra el fascismo y cualquier sistema similar del totalitarismo. Ofrezca resistencia pasiva - resistencia - donde quiera que esté, evite la propagación de esta máquina de guerra atea antes de que sea demasiado tarde, antes de que las últimas ciudades, como Colonia, se hayan reducido a escombros, y antes de que el último joven de la nación haya dado su sangre en algún campo de batalla por la arrogancia de un infrahumano. No olvide que todo pueblo merece el régimen que está dispuesto a soportar”17.
Pronto siguió un segundo folleto, destacando la deportación masiva y el asesinato de judíos, que llamaron “un crimen incomparable en toda la historia”. Un tercero, cuarto y quinto llegaron en rápida sucesión, aterrizando en buzones de correo, cabinas telefónicas y otros lugares públicos alrededor de Munich y más allá. “Hitler no puede ganar la guerra, sólo puede prolongarla”, insistían los folletos, mientras Alemania enfrentaba pérdidas asombrosas en el Frente Oriental durante la Batalla de Stalingrado.
“No nos callarán”, se leía en otra de aquellas hojas. “Somos la Rosa Blanca, tu mala conciencia, y no te dejaremos en paz”. El grupo emitió su sexto, y último, panfleto a comienzos de 1943 y en uno de sus párrafos señalaba que:
“El nombre de Alemania quedará dañado para siempre si la juventud alemana no se subleva, toma venganza y se expía al mismo tiempo, aplasta a sus torturadores y funda un nuevo espíritu europeo”18.
El último panfleto y último día de libertad
El 18 de febrero, Hans y Sophie Scholl pusieron en marcha su misión más temeraria. Planificaron distribuir copias de su texto -que resultaría ser el último- folleto en la Universidad de Múnich, para que los estudiantes lo vieran al salir de sus clases.
Los hermanos dejaron pilas de folletos alrededor de la escalera central. Pero cuando llegaron a lo más alto de las escaleras, Sophie todavía tenía algunos panfletos y los lanzó por el balcón para que cayeran sobre los estudiantes que estaban abajo.
Fue vista por un conserje, que llamó a la Gestapo, la policía secreta del régimen. Hans Scholl tenía el borrador para otro folleto en su bolsillo e intentó tragárselo, pero la Gestapo fue más rápida que él.
Los hermanos Scholl fueron detenidos. Rehusaron entregar la identidad del resto de miembros del grupo, pero las autoridades dieron con ellos de todas formas. El resto del grupo entró en pánico. Alexander Schmorell se dirigió directamente al departamento de Lilo Forst-Ramdohr, donde la joven lo ayudó a conseguir otra ropa y un pasaporte falso. Schmorell intentó huir a Suiza pero tuvo que dar marcha atrás a causa de la intensa nieve.
De vuelta en Múnich, fue capturado después de ser reconocido por una exnovia al entrar en un refugio antiaéreo durante un bombardeo. Fue detenido y posteriormente ejecutado. La propia Lilo Furst-Ramdohr fue arrestada el 2 de marzo del mismo año. “Dos hombres de la Gestapo vinieron al apartamento y lo pusieron todo patas arriba”, comenta: “Revisaron mis cartas, y entonces uno de ellos dijo: ‘Me temo que tendrá que acompañarnos’”19, “me llevaron en tranvía a la cárcel de la Gestapo en el Palacio Wittelsbach – estaban de pie detrás de mi asiento para que no pudiera escapar”.
Furst-Ramdohr pasó un mes bajo custodia de la Gestapo. La interrogaban con regularidad sobre su papel en la Rosa Blanca, pero eventualmente la dejaron en libertad sin cargos – un golpe de suerte que ella relaciona con el hecho de ser viuda de guerra y con la probabilidad de que la Gestapo esperaba que los condujera hacia otros conspiradores. Tras su puesta en libertad, fue seguida por la policía secreta durante un tiempo. Entonces, abandonó Múnich por Aschersleben, cerca de Leipzig, donde se volvió a casar y abrió un teatro de marionetas.
Volviendo a los hermanos Scholl, después de un juicio de medio día dirigido por Roland Freisler, presidente del Tribunal Popular. La condena a muerte por traición fue dictada sobre Hans, Sophie y Christoph. A pesar de esto, Sophie no vaciló.
Freisler le preguntó como conclusión si ella no había “llegado a la conclusión de que [su] conducta y las acciones junto con [su] hermano y otras personas en la fase actual de la guerra deberían ser vistas como un crimen contra la comunidad”. Y la respuesta de Sophie fue:
“Ahora, como antes, soy de la opinión de que hice lo mejor que pude hacer por mi nación. Por lo tanto, no me arrepiento de mi conducta y soportaré las consecuencias que resulten de mi conducta”20.
Finalmente fueron condenados a la guillotina por el Tribunal del Pueblo de Mónaco de Baviera, Sophie tenía solo 21 años de edad.
El 22 de febrero de 1943 por el cargo de traición contra el Estado y el Führer, fueron decapitados Sophie Scholl, su hermano Hans, su amigo Christoph Probst y, dos meses después, otros amigos Alexander Schmorell, Willi Graf y el profesor de filosofía Kurt Huber.
En la mañana en la que Sophie enfrentó la guillotina, dijo:
“Que día tan lindo y soleado, y debo marcharme... ¿Qué importa mi muerte, si por nosotros, miles de personas despertaron y fueron motivadas a emprender acciones?”21.
Esas palabras, su valentía, siguen siendo honradas hoy en Alemania, donde escuelas y calles llevan su nombre y el de su hermano. También, muchos lamentan que los otros miembros de la Rosa Blanca no sean tan recordados, pues los nombres de Sophie y Hans Scholl son bien conocidos en Alemania, pero mucho menos los de Alexander Schmorell, Christoph Probst, Karl Huber y Willi Graf.
El último folleto de la Rosa Blanca fue extraído de Alemania e interceptado por las fuerzas aliadas, con el resultado de que en el otoño de 1943 millones de copias fueron lanzadas desde el aire sobre Alemania por un avión aliado. Desde el final de la guerra, los miembros de la Rosa Blanca se han convertido en figuras de renombre, conforme la sociedad alemana ha buscado modelos positivos del período nazi. “Ellos nos hacen pensar que no todos los alemanes de esa época eran colaboradores mudos y cobardes del régimen nazi”22. Así resumió en 2013 el entonces presidente alemán Joachim Gauck
Legado y presencia en la actualidad
Sin embargo, el nombre de Sophie también se ha explotado con otros fines23 no tan acordes a su motivación inicial. También, con motivo del centenario de su nacimiento, la Casa de la Moneda de Alemania emitirá una moneda conmemorativa, habrá misas en su honor y un nuevo canal de Instagram dedicado a ella y la Universidad de Oxford estrenó un completo proyecto sobre Die Weiße Rose (la Rosa Blanca)24.
El mensaje de La Rosa Blanca sobrevivió. Sophie es hoy un icono de la libertad honrado en Alemania, donde 600 calles y 200 escuelas llevan su nombre o el de los hermanos Scholl25, La plaza del hall central de la Universidad de Múnich fue rebautizada “Geschwister-Scholl-Platz”, en recuerdo de Hans y Sophie Scholl; y la plaza contigua, “Professor-Huber-Platz.”
En la memoria popular de este país, su figura de mujer joven íntegra y valiente opaca a sus compañeros de valor e infortunio, incluido su hermano Hans, iniciador del grupo junto a Alexander. Los otros y Sophie se sumarían después. Aún así, coincidimos con lo escrito por Clara Zimmerman en “La Rosa Blanca: su legado y su desafío”26:
“La Rosa Blanca es una página radiante en los anales del Siglo Veinte. El coraje de nadar contra la corriente de la opinión pública, aún cuando el hacerlo era equivalente a un acto de alta traición, y el convencimiento de que la muerte no era un precio demasiado alto a pagar por seguir los dictados de la conciencia”.
Referencias
1 “Catecismo Breve o Educación Cristiana”, en “El Libro de la Concordia” texto recopilado, digitalizado y revisado por Andrés San Martín Arrizaga, Pág. 220, consultado septiembre de 2021
2 Martín Lutero “Catecismo Mayor”, en: en “El Libro de la Concordia” texto recopilado, digitalizado y revisado por Andrés San Martín Arrizaga, Pág. 250, disponible en: , consultado septiembre de 2021
3 Giulia Paola di Nicola “Sophie Scholl, una joven intrépida”, 2011-2015 Consejo Pontificio para los Laicos, consultado agosto de 2021
4 MARC VON LÜPKE, CORTESÍA DE DW EN ESPAÑOL “Hans y Sophie Scholl: ejemplos de coraje civil”
Mar 2, 2018, consultado agosto de 2021
5 Desde sus modestos comienzos, la organización de las SS (Schutzstaffel o “escuadras de protección”), se convirtió en un estado virtual dentro del estado de la Alemania nazi, en el que trabajaban hombres que se consideraban la “élite racial” del futuro nazi.
En el estado nazi, las SS se hicieron cargo de la seguridad, la identificación del origen étnico, la política de establecimiento demográfico, y la recopilación y el análisis de información de inteligencia. Controlaban las fuerzas policiales alemanas y el sistema de los campos de concentración. Además, concibieron e implementaron planes diseñados para reestructurar la composición étnica de Europa oriental y la Unión Soviética bajo ocupación.
A partir de 1939, las SS asumieron la responsabilidad de “resolver” el llamado problema judío y después de 1941, sus líderes planificaron, coordinaron y dirigieron la llamada “solución final”. Esta “solución” consistía en la aniquilación de los judíos europeos, lo que ahora conocemos como el Holocausto.
6 Carta a su hermana Inge, 8.VII.1938
7 Jenny Hill “Sophie Scholl, la estudiante que se opuso a Hitler y sigue inspirando en Alemania”, 6 junio 2021, consultado agosto de 2021
8 Margie Burns “Sophie Scholl y La Rosa Blanca”, consultado agosto de 2021
9 Sophie Scholl “Diary, Blumberg, November 1, 1941” en “Sophie Scholl “Before I Dream My Salvation Away Writings of a Young Martyr Sophie Scholl”, consultado septiembre de 2021
10 Sophie Scholl “Diary, Blumberg, November 10, 1941” en “Sophie Scholl “Before I Dream My Salvation Away Writings of a Young Martyr Sophie Scholl”, consultado septiembre de 2021
11 Sarah Barrat “75 Years Ago Today: The Incredible Story of Hans and Sophie Scholl”, February 22m 2018, consultado Agosto de 2021
12 Giulia Paola di Nicola “Sophie Scholl, una joven intrépida”, 2011-2015 Consejo Pontificio para los Laicos, consultado agosto de 2021
13 Redacción BBC “Los jóvenes alemanes que intentaron derrocar a Hitler”, 24 febrero 2013, Actualizado 25 febrero 2013, consultado agosto de 2021
14 “Sophie Scholl: Die letzten Tage” (2005)
15 Redacción BBC “Los jóvenes alemanes que intentaron derrocar a Hitler”, 24 febrero 2013, Actualizado 25 febrero 2013, consultado agosto de 2021
16 Sarah Barrat “75 Years Ago Today: The Incredible Story of Hans and Sophie Scholl”, February 22m 2018, consultado Agosto de 2021
17 Disponible en inglés, consultado septiembre de 2021.
18 Texto de los panfletos en inglés.
19 Redacción BBC “Los jóvenes alemanes que intentaron derrocar a Hitler”, 24 febrero 2013, Actualizado 25 febrero 2013, consultado agosto de 2021
20 Tanja B. Spitzer “Sophie Scholl and the White Rose”, consultado Agosto de 2021
21 Jenny Hill “Sophie Scholl, la estudiante que se opuso a Hitler y sigue inspirando en Alemania”, 6 junio 2021, consultado agosto de 2021
22 Deutsche Welle “Hans y Sophie Scholl: ejemplos perdurables de coraje civil”, consultado septiembre de 2021
23 “Se comparan con víctimas de los nazis: ¿quiénes son los coronaescépticos?”, consultado septiembre de 2021
24 http://whiteroseproject.seh.ox.ac.uk/
25 María - Paz López “La pasión de Sophie Scholl”, 30 de junio de 2021, consultado agosto de 2021
26 Clara Zimmerman ”La Rosa Blanca, Su legado y su desafío”,
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