Roberto Seeffeld nació en Bolivia hace 53 años y hace 18 vive en Estocolmo, junto a su esposa y a sus dos hijas. Allí se preparó como auxiliar de enfermería y comenzó a trabajar atendiendo a personas mayores, sin imaginar que por medio de esa labor terminaría ayudando a combatir un fenómeno social que arrasa en la sociedad sueca: la individualidad.
En 1972, se divulgó en ese país el manifiesto elaborado por el Gobierno socialdemócrata de Olof Palme, titulado La familia del futuro: una política socialista para la familia. Este se puede resumir desde la distancia con una frase: el objetivo de la familia es el de preparar ciudadanos autónomos. Estas medidas empezaron a provocar tal efecto en la estructura social y emocional de los suecos, que incluso el productor y director de cine Erik Gandini hizo un documental al respecto, titulado La teoría sueca del amor, con el objetivo de llamar la atención respecto a las necesidades emocionales y relacionales de las personas.
¿Cómo ha incidido esta preocupación cultural en las personas de la tercera edad? ¿Qué tan cerca está Suecia del mensaje principal promovido por el evangelio y los valores bíblicos? ¿Cuál es la realidad actual de este asunto en Latinoamérica y qué debería hacer la iglesia? Los pastores Roberto Seeffeld y Cristiam Camilo Peña Pérez, quien lidera el Ministerio de Adulto Mayor de El Redil Estadio en Medellín, Colombia, nos hablaron sobre estos temas y nos brindaron un panorama de lo que está sucediendo con los adultos mayores en donde se encuentran.
Una individualidad que arrasa
Para darnos un atisbo de lo que está sucediendo en Suecia, Roberto comentó:
La Biblia nos dice que debemos honrar a padre y madre. Lastimosamente, en esta cultura es complicado hacerlo por el mismo hecho de que hay este individualismo. Los suecos crían a sus hijos con la intención de que, al cumplir sus 18 años, ellos puedan tomar su propio camino y prácticamente separarse de la familia.
Lo anterior podría no tomarse como una situación del todo negativa, en parte porque dicho gobierno promueve que los ancianos no dependan de sus hijos, sino de los servicios estatales, y porque en nuestra sociedad ya estamos empezando a normalizar este tipo de pensamiento individualista. Pero, cuando una madre considera que lo lógico es que sus hijos no la visiten, por ejemplo, en Navidad, no hay manera de que un latinoamericano no se muestre sorprendido. Roberto recordó lo siguiente:
En una ocasión, le pregunté a una mujer con la que trabajé si había pasado con sus hijos las fiestas de fin de año y ella, molesta, me respondió que nadie la había ido a visitar y que nadie tenía la obligación de hacerlo, pues sus hijos tenían sus familias. Eso me sorprendió y pensé que era un caso excepcional. Pero, a medida que fui conociendo a más personas, entendí que esto es natural para los suecos.
De ahí que trabajos como los de Roberto sean tan necesarios. Muchos ancianos viven en sus propias casas, pero no cuentan con compañía o ayudas idóneas.
De jefe de ventas de una multinacional a siervo de Cristo
Roberto recuerda la fecha exacta de su nuevo nacimiento que, como el de todo creyente, inspira alabanzas para el Señor: 9 de noviembre de 2014. Desde los 12 años había asistido a la iglesia junto a sus padres, pero en su juventud temprana se amoldó al mundo y durante 20 años se alejó de Dios. Cayó en el alcohol, se casó, tuvo a su hija mayor y tocó fondo al coquetear con la idea de morir.
Sin embargo, el Padre Celestial, en Su infinita misericordia, paciencia y amor, un día escuchó el reto que Roberto –con prepotencia, algunos tragos de por medio y algo de desespero– le planteó: “no creo que existas, pero si existes realmente, haz algo con esta basura de vida que tienes aquí”. La respuesta del Señor fue inmediata y comenzó a obrar en su vida.
Esa obra lo llevó hasta Suecia y le despertó la necesidad de plantar una iglesia de sana doctrina junto a un hermano en la fe:
La Iglesia sueca (Svenska kyrkan en sueco) promueve la ideología de género, tiene más pastoras que pastores e iza la bandera gay en sus templos; es una iglesia muy liberal, que cuenta con más del 60% de feligreses suecos. Definitivamente este individualismo afecta. Los cristianos no quieren meterse en problemas ni con el Gobierno ni con la Policía ni con nadie, así que prefieren seguir las normas que aparentemente ‘son aceptadas por Dios’. Esa es la condición en la que se encuentra hoy la iglesia de este país.
Pero la soberanía y los atributos de Dios son más que suficientes, por lo que Roberto considera que su trabajo, aunque secular, es un ministerio de misericordia facilitado por Él:
Recordemos que se nos ha mandado a hacer todo como para el Señor y este trabajo tiene un efecto en la vida de los ancianos. Realmente me siento muy contento y satisfecho; el Señor me ha puesto en un lugar en el que puedo marcar la diferencia. Estoy totalmente involucrado con mi labor y con las personas que, de alguna manera, están a mi cargo. Por la misericordia de Dios, me encargo de muchas cosas que ellos mismos no podrían hacer y agradezco mucho por esto.
La población mayor aumenta, y también su soledad
El informe sobre las Perspectivas de la Población Mundial 2024, elaborado por el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas, pronostica que, para la década de 2030, habrá 265 millones de personas de 80 años o más y que, para 2070, 2200 millones de personas tendrán 65 años o más.
Estas cifras, basadas en estudios, encuestas y estadísticas, dejan en evidencia el envejecimiento de la población. También queda a la vista que muchos ancianos viven en soledad con la falsa esperanza de que la muerte será su alivio. Si bien en Suecia hay un alto nivel de bienestar social, el 10% de las personas mayores expresan haberse sentido solas. Habría que tener en cuenta que, debido a la cultura allí promovida desde los años 70, puede que haya otro porcentaje de esta población que no sienta soledad a pesar de que vive sola.
Ahora, ese porcentaje está entre los menores de Europa. En Italia y Hungría el 11% de la población adulta se siente sola con frecuencia, y en España llega incluso al 50%. No debemos sorprendernos, pues “La palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios”, 1Co 1:18 (RVR1960). Tal vez asimismo textos como Éxodo 20:12 –que dice “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da”– o Proverbios 16:31 –que dice “Corona de honra es la vejez. Que se halla en el camino de justicia”– no significan nada para muchos.
De hecho, la mayoría de sociedades no solo desconocen lo dicho por el Rey de reyes sobre la vejez; también se jactan de una supuesta libertad que se fundamenta en el desapego. Pero, al final, esta solo produce una falsa independencia.
No podemos amoldarnos al mundo
Si bien en Latinoamérica todavía es cuestionable abandonar a los padres o no visitarlos, para muchos de ellos la soledad es cotidiana. Esta región también está teniendo un rápido envejecimiento poblacional. Para 2060, cerca del 30% de la población tendrá 60 años o más, para un total de casi 220 millones de personas.
El asunto es que, cuando las familias de los más adultos no se hacen cargo de ellos, no hay un soporte tan efectivo por parte del gobierno para ayudarlos. Por ejemplo, según cifras de 2018, en Colombia había 5 millones de personas mayores de 60, y aproximadamente el 11% de ellas se encontraban en situación de abandono. Ese país es uno de los que tiene las cifras más altas de abandono de personas de la tercera edad en Latinoamérica.
Cristiam Camilo Peña Pérez, pastor líder del Ministerio de Adulto Mayor de El Redil Estadio, en Medellín, Colombia, nos recuerda el llamado que tiene la iglesia a llevar el evangelio: “debemos hacer contracultura, si el mundo está dejando relegados a sus ancianos en lugares especiales para que los atiendan creo que la iglesia debe ir en contravía de eso”.
Peña lidera un ministerio cuyo equipo está conformado por trece hermanos, y sirve a un grupo de entre cuarenta y cincuenta personas: los llaman regularmente, los atienden en actividades de comunión entre hermanos y les comparten la Palabra. Además, explicó:
En las iglesias hay grupo de jóvenes, de niños, de mujeres, de hombres y pensamos en trabajar en esta población que muchas veces es relegada, que se desconecta de la iglesia. Eso nos hizo dar pasos en procura de adelantar y formalizar un trabajo serio con este grupo de personas. Así se ha ido consolidando este ministerio por diez años.
Esto sin contar con las visitas a centros geriátricos, en donde se enfrentan a los retos propios de evangelizar, lo cual genera unas dificultades específicas por las características de los oyentes:
A medida que avanzan los años, la mayoría de personas desarrollamos más estructuras de pensamiento que luego nos cuesta dejar. Es más difícil que alguien de una edad avanzada replantee su pensamiento religioso o cuestione lo que por años ha entendido o creído. Por otro lado, está el factor de la salud: algunos ya no logran entender muchas cosas por ciertas enfermedades.
Aunque estos desafíos no son menores, la extrema defensa de la “libertad” en Suecia le plantea a Roberto una dificultad adicional:
Acá está prohibido hablar de cuestiones religiosas con los clientes (así les dicen en la empresa para la que trabajo). Nos hacen firmar un compromiso que nos impide evangelizar a los ancianos con los que trabajamos bajo pena de cárcel, por lo que es necesario conocer muy bien a la persona antes de hablar de Cristo.
Sea cual sea la dificultad, tanto en América como en Europa, existen una angustia y dolor mayores, y es la que produce saber que los ancianos tienen una falsa esperanza: que la muerte les aliviará el sufrimiento de las enfermedades y la soledad. Al respecto, Peña dice:
Cuando vamos a los hogares geriátricos, de alguna manera tengo un pensamiento de dolor al saber que ellos están sufriendo y esperando que sea el último día, pero sin la esperanza de la salvación en Cristo. Por eso, procuramos ir a estos lugares y predicar la Palabra a los que nos atienden y escuchan, y oramos para que el Señor haga milagros de salvación en ellos.
Nuestro Dios es un Dios de milagros
El panorama puede ser desolador. Como iglesia, por cuenta del pensamiento moderno, podríamos llegar a normalizar la idea de que “ya no vale la pena”. Pero recordemos lo que el Señor dice en Su Palabra: “aun antes que hubiera día, yo era; y no hay quien de mi mano libre. Lo que hago yo, ¿quién lo estorbará?”, Is 43:13 (RVR1960).
Para Dios no hay nada imposible y, sin importar la edad, el milagro de la salvación por gracia sigue asombrándonos. Roberto cuenta que hace un tiempo trabajaba con una señora llamada Anne Marie, que conocía a Cristo, tenía cuatro hijas y sufría de demencia y artrosis. Por eso, hacia el final de sus días, no recordaba el nombre de su cuidador ni la existencia de sus hijas que, fuera de la normalidad sueca, la visitaban con regularidad. Roberto cuenta:
Un día fui a atenderla a la hora del almuerzo y la encontré de rodillas orando de una manera muy clara delante del Señor. Decía: “Señor quiero dejarte a mi familia; así como me has guardado, guarda a mis hijas”. Para mí fue impactante porque ella ya no se acordaba de nada. Luego se sentó en el sofá y volvió a la normalidad. Dos semanas después, me dijo: “Roberto (ella no solía recordar mi nombre), estoy cansada, voy a dormir”. Yo salí a las 3:30 p.m. y, al día siguiente, un compañero la visitó hacia la hora de la cena y la encontró sin vida. En ella vi cómo el Señor sostiene a los Suyos.
Dios nos dijo que no perderá ninguna de Sus ovejas, y también que las Suyas oyen Su voz. Peña relató:
Hace unos días celebramos en la iglesia la jornada de bautismos y fue para mí un gozo poder bautizar a una mujer de más de 80 años. Eso me hizo recordar que la salvación es del Señor, que Él atrae a los Suyos en el momento que Él así lo quiere.
Por eso, no podemos desfallecer en la misión que nos fue encomendada y, por el contrario, debemos aceptar la exhortación que desde Medellín nos hace el pastor de El Redil Estadio:
La iglesia debería despertar. De alguna manera, estamos pareciéndonos al mundo que relega y olvida a los ancianos. La iglesia necesita pastorear a todo tipo de personas en todos los momentos de sus vidas. Debemos pastorear, cuidar y proteger a nuestros ancianos, y ayudarles para que puedan envejecer con gracia y ver la muerte con la esperanza de saberse amados por el Señor.
Referencias y bibliografía
Prescripción social en Suecia | Good Clinical Practice Network
Inhumano: 1 de cada 10 adultos mayores en Colombia están en el abandono | El Ciudadano
Uno de cada diez adultos mayores en Colombia está en el abandono | Noticias RCN
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