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Casi como el invento de la imprenta o la máquina a vapor, el lanzamiento de la inteligencia artificial ha marcado una nueva etapa en el desarrollo de la humanidad.
Recientemente, durante la Cumbre Global de IA Misional de 2023, el profesor y matemático Andrew Lang de la Universidad Oral Roberts, denominó el lanzamiento de la inteligencia artificial (IA) en el 2022 como un “momento Sputnik”, pues dio inicio a una carrera bélica entre las grandes empresas tecnológicas de diferentes países: a la vez que China está trabajando en herramientas de IA para promover sus intereses socialistas, muchas grandes compañías en Occidente están buscando maneras de multiplicar sus ganancias.
Pero, mientras todos tienen una agenda propia con las nuevas tecnologías, la iglesia de Cristo debe estar enfocada en el reino de Dios. “Los cristianos no pueden permitirse el lujo de permanecer al margen de estas conversaciones”, afirmó Lang. “La iglesia ha perdido oportunidades de hablar y liderar en diversos temas. Existe el peligro de que hagamos lo mismo con la inteligencia artificial, ya que las empresas de tecnología no crearán algo que sea imparcial y favorable a la visión cristiana del mundo. Si van a existir líderes de opinión sobre moralidad y ética en la IA, entonces esos líderes deberíamos ser nosotros”.
Definitivamente, una de las formas en las que la iglesia está tomando el liderazgo en las conversaciones sobre la IA es en la traducción de la Biblia a todos los idiomas del mundo. Los cristianos no solo están desarrollando herramientas más eficientes y productivas en esta área, sino que se preparan también para enfrentar los posibles sesgos éticos y morales que puedan venir con el desarrollo de las nuevas tecnologías.
En este artículo exploramos brevemente cuál es la importancia de continuar este trabajo de traducción con IA en los próximos años, cuáles son las grandes oportunidades que nos ha brindado esta tecnología en desarrollo, y qué desafíos tenemos aún por enfrentar.
La necesidad de la traducción bíblica
El pueblo de Dios ha sido conocido por mucho tiempo como “el pueblo del libro”: nuestra fe, cosmovisión y conducta se han sostenido siempre sobre las Escrituras. Por eso, tener acceso a ellas en el idioma de la gente siempre ha sido una prioridad.
Todo empezó con la Septuaginta, la traducción del Antiguo Testamento hebreo al griego koiné que ya existía en tiempos de Jesús. En un principio fue utilizada por los judíos y posteriormente por los primeros cristianos, incluidos los apóstoles. Luego, en el siglo IV, San Jerónimo tradujo la Biblia al latín, creando la Vulgata, que se convertiría en la Biblia estándar de la Iglesia católica por mucho más de un milenio.
En la Edad Media, el pueblo de Dios experimentó las consecuencias de quedarse sin el fundamento de su fe, pues la Iglesia católica restringió la lectura de la Biblia para monopolizar la interpretación teológica. Con la llegada de la Reforma, los protestantes quisieron devolver al pueblo el gran tesoro de las Escrituras, y por eso vimos a Martín Lutero traduciéndola al alemán, a William Tyndale al inglés y a Casiodoro de Reina al español, entre muchos otros reformadores que creyeron firmemente en la sola scriptura.
Desde entonces, no hemos parado de traducir la Biblia a todos los idiomas del mundo. Esto es necesario para que el evangelio sea recibido en todas las naciones y las ordenanzas de Jesús sean guardadas. En la Gran Comisión, Él les dijo a Sus discípulos: “Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado”, Mt 28:19-20 (NBLA).
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En 1974, en el congreso de Lausana, Ralph Winter y Donald McGavran introdujeron una nueva expresión en el lenguaje del evangelicalismo y las misiones. Para ellos, las palabras “todas las naciones”, en griego panta ta ethne, hacían referencia a los miles de grupos etnolingüísticos que no habían escuchado el evangelio, y desafiaron a los misioneros a dejar de pensar en términos de países y comenzar a enfocarse en los “grupos no alcanzados”. Si bien hay teólogos que argumentan que esa interpretación de panta ta ethne le impone una definición de la antropología moderna a un concepto que no estaba en los autores originales (pues Mateo no estaba pensando en esos grupos, sino en las naciones gentiles de la época), no deja de ser cierto que es de mucha ayuda alcanzarlos con las buenas noticias del evangelio en su idioma nativo.
El problema es que, de acuerdo con el ministerio Progress Bible, hay en la actualidad 7396 idiomas en el mundo, de los cuales solo 744 (aproximadamente el 10 %) tienen una traducción de la Biblia completa, y solo 3700 tienen alguna porción de la Escritura –desde alguna historia hasta algún libro del canon–. En otras palabras, el 90 % de los idiomas no tienen el consejo de Dios completo en sus idiomas, y el 50 % no tienen ni siquiera una historia bíblica. Nuestra experiencia occidental de contar con decenas de traducciones para escoger en inglés y español no tiene nada que ver con lo que pasa en la mayoría del mundo.
Pero la reciente aparición de las herramientas de IA ha cambiado el panorama: alcanzar la traducción a todas las lenguas ya no parece una tarea tan lejana.
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Las ventajas de la inteligencia artificial en la traducción bíblica
Hay por lo menos tres maneras en las que la inteligencia artificial está mejorando notablemente el trabajo de la traducción bíblica en la actualidad.
La primera es haciendo que los procesos sean mucho más rápidos. La IA ayuda a crear primeras versiones en borrador, que son luego utilizadas por traductores humanos para completar la edición final. Las herramientas de IA son introducidas en los programas de traducción (como Paratext) y son entrenadas con porciones de la Escritura ya traducidas. Su ventaja es que no son modelos estáticos, sino que continúan desarrollándose, de manera que se vuelven más competentes entre más se utilizan.
Un ejemplo de este modelo de aprendizaje es el de Avodah, organización que ha trabajado con hablantes nativos para traducir 1200 versículos y otros recursos, los cuales incluyen diferentes géneros bíblicos, estructuras gramaticales y vocabulario variado. Luego, este material se utiliza para que la herramienta de IA construya las versiones completas en borrador, optimizando el orden de traducción: ya no es necesario hacerlo desde Génesis hasta Apocalipsis siguiendo el canon.
Un proceso de traducción de la Biblia suele tomar 23 años, pero el modelo de Avodah tarda solo cuatro y actualmente se está utilizando en un grupo de diez idiomas, lo que los pone en camino de proporcionar diez nuevas traducciones para 2027. Además, la IA ayuda al traductor a hacer búsquedas más rápidas y eficientes. En ese sentido, Dan Whitenack, científico de datos de SIL, explicó en la Cumbre Global de IA Misional que el término “copiloto” es bastante adecuado para describir el papel de la IA, porque significa que el “piloto” es el traductor. ¿Cuáles son las labores de este copiloto? Whitenack lo explicó así:
A los traductores se les da bien traducir; hacen eso durante todo el día, pero luego llegan al punto en el que pueden cuestionarse cosas —como preguntarse, por ejemplo, ¿qué es un efod?— y esto se convierte en un obstáculo porque tienen que detenerse y buscar entre unos 17 paneles de recursos diferentes. Es por eso que queremos mejores programas de búsqueda.
La segunda forma en que la IA puede mejorar el trabajo de la traducción es haciendo sugerencias sobre la calidad del trabajo. Según Elizabeth Robar, fundadora y directora de Cambridge Digital Bible Research, un programa ideal de IA “sería capaz de mirar por encima del hombro de un traductor y hacer sugerencias para tomar las decisiones necesarias”, incluyendo preguntas durante los procesos de revisión. “Si analizamos un texto, digamos, el mensaje de un Salmo, ¿de verdad se está extrayendo el mensaje?”, agregó durante la Cumbre. “Estas son las emociones que deberían producirse, ¿se ven reflejadas en el texto? De cierta forma, esto es tener un asesor de traducción virtual”.
Whitenack también resalta el potencial de la IA en el control de calidad: “Los radiólogos ya disponen de analizadores de imágenes que les ayudan a evaluar imágenes médicas y a realizar diagnósticos”, afirmó. “Deberíamos ser capaces de hacer algo parecido con los revisores de pares de IA, con los cuales podamos examinar un borrador y entender varias cualidades sobre el mismo, ver si hace falta información o si se ha añadido, y verificar si existen problemas de claridad o naturalidad”.
La tercera manera en que la IA puede mejorar la traducción bíblica es facilitando el trabajo en idiomas con pocos hablantes nativos. Ulf Hermjakob y Joel Mathew son investigadores en el Instituto de Ciencias de la Información de la Universidad del Sur de California, y recientemente lanzaron Greek Room, un programa informático diseñado para agilizar el proceso de traducción de la Biblia, que cuenta con tres herramientas principales: corrección ortográfica, alineación de palabras (que asegura la consistencia en la traducción) y una herramienta utilizada para detectar caracteres inapropiados en un guion, llamada Wildebeest.
Hermanjakob y Matthew esperan poder cambiar el modelo típico de traducción bíblica. Hermjacok explicó que, históricamente, estos procesos eran realizados por misioneros occidentales, quienes solo podían trabajar con un par de idiomas en toda su vida. Sin embargo, ahora la iglesia local tendrá una mayor injerencia en el desarrollo de la traducción. “Las iglesias locales y las comunidades lingüísticas locales están pidiendo traducciones de la Biblia en su lengua del corazón”, explicó Matthew, refiriéndose a esas lenguas maternas no oficiales en las cuales las personas pueden entender y expresar sus sentimientos.
El diseño de Greek Room busca que los traductores calificados, que regularmente son las personas del común en las iglesias locales de comunidades aisladas, puedan enfocarse en tareas que requieren de un mayor juicio humano, como traducir un concepto que no existe en cierto idioma. Matthew dio el siguiente ejemplo:
Hay una comunidad que vive en las montañas, en cabañas sin puertas, por lo que no tienen el concepto de puerta en su cultura. En la Biblia, hay un versículo que dice: ‘He aquí, estoy a la puerta y llamo’. La pregunta es, ¿cómo traducir eso para que tenga sentido para ellos? Intentamos entonces explicarlo no específicamente como llamar a la puerta, sino más bien describir una escena donde alguien está parado en la entrada de tu casa y pide ser invitado a entrar.
Así, la herramienta de corrección ortográfica permitirá que los procesos de traducción de estas comunidades sean fortalecidos. Los hablantes de las lenguas menos conocidas no tendrán que ver su trabajo afectado por la ausencia de conocimientos técnicos, los cuales serán provistos por la IA, y podrán enfocarse en los desafíos más subjetivos.
Desafíos para el uso de la inteligencia artificial
¿La inteligencia artificial copiará la Biblia en un idioma y nos dará una traducción completa en otro (como si hiciéramos “copiar y pegar”)? No. Don Barger, director de innovación y MX Labs en la International Mission Board (IMB), dijo al respecto para Coalición por el Evangelio:
Hay muchos malentendidos y confusión en torno a este tema. No estamos hablando de introducir el texto griego del Nuevo Testamento en una herramienta como ChatGPT o el traductor de Google y esperar que produzca una traducción pulida en cualquier idioma. Esto no es posible ni siquiera para lenguas con muchos recursos como el inglés, y mucho menos para lenguas pequeñas y con pocos recursos.
En cambio, según le dijo a Barger un líder que trabaja entre grupos no alcanzados: “Tanto si la mayor parte de la iglesia lo entiende como si no, las traducciones de la Biblia asistidas por IA son una prioridad mundial”. Pero dejando de lado este tipo de malentendidos, ¿qué desafíos permanecen en el uso de la IA para la traducción de la Biblia?
Un primer desafío es que todavía hay mucho camino por recorrer para asegurarnos de que las herramientas de IA accedan a recursos con una teología saludable. Adam Graber, consultor en teología digital y copresentador del pódcast Device & Virtue, explicó en la Cumbre Global de IA Misional que los modelos de IA no están programados para encontrar respuestas según la precisión doctrinal, sino según la cantidad de datos que estén disponibles en la web. “Tendrá más visibilidad el programa que cuente con el mayor contenido en su base de datos”, afirmó. “Los metodistas prolíficos van a tener más visibilidad que los menonitas tranquilos. Las tradiciones más ruidosas son las que atraen a más personas hacia su dirección, convirtiéndose así en las más populares”.
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En ese sentido, es importante que los diseñadores cristianos de herramientas de IA le den prioridad a la precisión doctrinal, volviendo así sobre el principio de la sola scriptura. Graber afirmó:
Considero que tenemos que adaptar nuestros programas a los objetivos del compromiso bíblico. Los GPT bíblicos no estarán a la altura de las intenciones de los diseñadores y cederán a los hábitos de los usuarios. Como diseñadores, debemos preguntarnos si el sistema opta por defecto, por el compromiso bíblico o por el compromiso GPT.
Un segundo desafío es que las lenguas más pequeñas no están siendo representadas en la inteligencia artificial. Whitenack afirmó que solo 33 de las lenguas del mundo “prosperan” hoy en términos de soporte de datos. A esto se añaden los costos de desarrollar herramientas de IA para las lenguas que no utilizan el alfabeto inglés o latino. “Hay una sensación real de que las lenguas que quedan son cada vez más excluidas porque no están representadas en los sistemas modernos de inteligencia artificial”, afirmó.
Sin embargo, enfrentamos estos desafíos con esperanza. Como resaltó Barger, incluso las grandes compañías ya están viendo el fruto de la traducción de la Biblia:
La empresa Meta se ha propuesto el ambicioso objetivo de desarrollar herramientas de IA de texto a voz en más de cuatro mil idiomas. La mayoría de estos idiomas tienen pocos recursos, o ninguno, que puedan utilizarse para compararlos con otros idiomas (…) El único libro que suele encontrarse en estas lenguas es la Biblia.
Así, quienes no estamos involucrados directamente en el trabajo de traducir la Biblia a los idiomas más pequeños, ¿cómo vamos a orar para que el Señor siga fortaleciendo estos esfuerzos digitales? ¿Nos uniremos a la conversación sobre el uso de la IA para la gloria de Dios? ¿Qué otros obstáculos necesitamos superar si queremos ofrecer recursos doctrinalmente sólidos a la iglesia por medio de la IA?
Referencias y bibliografía
Un momento Sputnik | Wycliffe Global Alliance
Cómo la inteligencia artificial ayuda en la traducción global de la Biblia | Coalición por el Evangelio
La Cumbre de IA presenta lo que está por llegar | Wycliffe Global Alliance
Programa Greek Room | Greek Room
Herramientas de IA para el aprendizaje de la Biblia | Wycliffe Global Alliance
Datos | Progress Bible
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