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Somos una “fe del libro” y, aunque creamos que esto es algo nuevo, en realidad este ha sido un distintivo fundamental de la iglesia desde los inicios de la fe cristiana. ¿Por qué el cristianismo primitivo era una religión centrada en textos escritos? ¿De qué manera la iglesia contribuyó con el desarrollo tecnológico para difundir la Escritura?
A pesar de la creencia común de que los libros sagrados son fundamentales para todas las religiones, el cristianismo primitivo se destacó muy notablemente en la época romana por centrarse en textos. La lectura, escritura, copia y difusión de manuscritos tenían un papel central entre los primeros cristianos.
De hecho, leer los textos sagrados como parte del culto comunitario era una característica compartida por las sinagogas judías y las primeras iglesias. Esto las diferenciaba notablemente de otras prácticas religiosas en el mundo romano, cuyo uso de libros religiosos era casi nulo.
La producción literaria en el cristianismo primitivo fue extraordinariamente prolífica y diversa. En los tres primeros siglos, se escribieron al menos doscientos textos originales, diferentes y relacionados con la fe. Esto es especialmente impresionante dado que los cristianos eran relativamente pocos en número y representaban una pequeña parte de la población romana en ese momento.
Esa abundancia y variedad contrasta con la escasez o, incluso, carencia de textos en otros grupos religiosos de la época romana, como el mitraísmo o el culto a Júpiter. La consecuencia de esto es que el cristianismo primitivo dejó un legado literario significativo, que incluye manuscritos bíblicos canónicos, cartas, escritos de exhortación, homilías y tratados teológicos.
No obstante, queremos enfocarnos en que los primeros cristianos no solo eran un movimiento religioso “del libro”, sino que también se distinguieron debido a algunas características físicas de sus textos. Su formato preferido para transmitir el mensaje bíblico fue el códice. Pero, ¿por qué lo escogieron? ¿Qué tenía de especial?
La revolución del códice
En la Roma de los primeros siglos, los formatos preferidos para construir los textos literarios eran el rollo y el pergamino. El códice –un libro escrito a mano– también era conocido, pero se usaba principalmente para tablas de datos o listas de remedios médicos. Por ejemplo, los manuscritos no cristianos de los siglos II y III d.C. incluyen los restos de un pequeño número de copias en códice de textos literarios paganos.
El jurista romano Ulpiano demostró dicha preferencia generalizada al considerar que el término “libros” se refería adecuadamente a los rollos, ya fueran de papiro, pergamino u otro material. Admitió que los códices también podrían ser considerados como tal en un contexto legal, pero insinuó que los rollos eran la verdadera forma de libro.
En general, durante los dos primeros siglos, el códice se veía como una opción no muy apropiada para textos literarios, mientras que el rollo era predominante. Alrededor del 95 % de las copias de literatura no cristiana del siglo II d.C. son rollos, y alrededor del 5 % son códices. Los cristianos, sin embargo, preferían el códice: al menos el 75 % de todos sus manuscritos que datan del siglo II son códices.
Además, si nos centramos en los textos cristianos manuscritos, vemos algo aún más interesante. La preferencia del códice por encima del rollo era aún más pronunciada cuando se trataba de copiar textos que consideraban inspirados. De las copias cristianas existentes del Antiguo Testamento en el siglo II y III, solo entre el 4 % y el 7 % eran rollos, el resto eran códices.
En lo que respecta a los escritos que forman el Nuevo Testamento, no se ha encontrado ninguno copiado en rollos. En cambio, de las copias de otros textos literarios cristianos, como tratados teológicos, homilías y “apócrifos”, fechados en los siglos II o III, aproximadamente un tercio de ellos fueron hechos en rollos. ¿Por qué los cristianos tenían esta predilección por poner sus textos sagrados en formato de códice?
Los eruditos han explicado varias ventajas prácticas del códice como razones de por qué los cristianos preferían tanto ese formato, pero ninguna de ellas ha sido concluyente. Los escritores antiguos señalaron que los códices pequeños eran prácticos para leer mientras se viajaba. Sin embargo, esta ventaja no llega a ser del todo esclarecedora ya que no explica por qué había códices grandes que eran difíciles de transportar o por qué se le daba un trato tan trivial a un libro que consideraban sagrado.
Lo que sí está claro es que la inclinación de los primeros cristianos por el códice, especialmente en el caso de sus textos más apreciados, debió ser consciente y deliberada. Dada la importancia del rollo para los textos literarios y legales en la época romana, los primeros cristianos debían ser muy conscientes de que, al preferir el códice, estaban en desacuerdo con la cultura de trasmisión legal e intelectual de la época.
En ese momento, el rollo era el formato de prestigio y, por tanto, si los cristianos querían recomendar sus textos a la cultura en general, especialmente los que consideraban Palabra de Dios, el preferir el formato de libro códice para estos textos parecía una elección extraña y contraintuitiva. Incluso, era una decisión deliberadamente contracultural.
Algunos académicos sugieren, aunque las pruebas no son concluyentes, que en la cultura del libro de los siglos II al V d.C. pudo darse un cambio gradual hacia el códice del cual los cristianos parecen haber sido pioneros. En teoría, esto explicaría por qué los cristianos adoptaron ese formato de manera más rápida. Sin embargo, durante los siglos II y III, los cristianos estuvieron a la vanguardia de la tecnología del libro, experimentando con diversos métodos de fabricación de códices al hacer copias de sus textos. En otras palabras, no utilizaron el códice para ajustarse a un proceso de cambio, sino que ellos mismos fueron los causantes.
Tenemos algunos formados por una sola pila de hojas de papiro, como el códice Chester Beatty de las epístolas paulinas, que originalmente tenía 52 hojas dobladas y cosidas en un solo objeto. Se construyó con 56 hojas plegadas individualmente.
Si en el siglo III ya se había desarrollado la forma de libro códice para fines literarios serios, ¿por qué los cristianos seguían experimentando con estas técnicas? Lo más probable es que, entre los siglos II y III d.C., ellos hayan estado a la vanguardia del desarrollo de ese formato. Su motivación u objetivo para experimentar con las técnicas de construcción era acomodar grandes cantidades de texto en un solo libro físico. Así, los cristianos adoptaron el humilde formato del códice y trataron de desarrollarlo para satisfacer sus propias necesidades. Su compromiso con la copia de textos impulsó sus esfuerzos por desarrollar esta tecnología.
Vale la pena notar que la preferencia por el códice requería habilidades y pasos adicionales en su construcción en comparación con el rollo, el cual implicaba copiar en columnas estrechas, en una única longitud continua. Por el contrario, para crear un códice, se debía calcular la longitud necesaria del papiro, cortar el papiro en hojas plegables, escribir el texto en las hojas en el orden correcto y luego ensamblarlas. Además, los copistas tenían que escribir en ambas caras, mientras que en un rollo solo se usaba una cara. La columna de escritura en el códice era más ancha, lo que requería calcular los cuatro márgenes.
Sin embargo, a pesar de la preferencia cultural generalizada por el rollo y de la dificultad asociada al uso del códice, los cristianos decidieron utilizar este formato en sus escritos. ¿Por qué? Realmente no lo sabemos, al menos por ahora, pero me aventuraré a dar mi punto de vista.
Lo más probable es que los cristianos usaran el códice porque permitía leer y transportar grandes cantidades de texto en un solo volúmen, sobre todo, entendiendo la naturaleza peregrina de la iglesia de los primeros siglos. Esto les ayudó a organizar, leer y estudiar “todo el consejo de Dios” de manera conjunta.
En todo caso, sabemos con certeza que la preferencia por el códice fue una elección excepcionalmente deliberada y contracultural por parte de nuestros hermanos de la iglesia primitiva. Esto desafía a la iglesia de hoy de diferentes maneras. ¿Cómo podemos hacer que la Escritura sea más asequible para todos en la actualidad? ¿De qué manera la tecnología es útil para difundir el conocimiento bíblico? ¿Crees que podemos recuperar la identidad de innovación tecnológica que tuvo la iglesia de los primeros siglos?
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