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Para el final del primer siglo, la mayoría de los apóstoles habían sido asesinados y los cristianos representaban pequeñas minorías distribuidas por todo el Imperio romano. Para un observador ajeno y escéptico, era probable que el cristianismo se estancara y desapareciera rápidamente.
Sumado a este pronóstico, era necesario tener en cuenta el hecho de que el Imperio era cada vez más hostil con el cristianismo y que la nueva fe tenía en contra que sus valores se estaban contraponiendo a los valores de la cultura grecorromana cada vez más.
Pero los cristianos tenían muy clara su posición y los casi seguros sufrimientos que experimentarían producto de su fe. En relación con la oposición estatal, hay que decir que los cristianos ya sabían lo que les sucedería gracias a que el mismo Señor los había alertado. De acuerdo con las enseñanzas de Jesús, resultaba imposible que un discípulo no se enfrentara con el rechazo y la oposición, lo dijo en Mateo 5:12 y en Marcos 10:30. Sin embargo, a diferencia de la enseñanza de otras religiones, Jesús había enseñado que esa situación, lejos de generar odio, debía llevar al discípulo a orar por sus perseguidores.
La persecución de los cristianos en el Imperio romano ocurrió de manera intermitente durante un período de más de dos siglos entre el Gran Incendio de Roma en el 64 d.C bajo Nerón y el Edicto de Milán en el 313 d.C, en el que los emperadores romanos Constantino el Grande y Licinio legalizaron el cristianismo.
Se desconoce el número total de cristianos que perdieron la vida a causa de estas persecuciones, aunque el historiador de la iglesia primitiva Eusebio (263-339) se refiere a la cantidad en uno de sus escritos como "las grandes multitudes". A medida que el cristianismo fue ganando terreno, la actitud del Imperio se fue radicalizando, desde persecuciones producto de la sospecha o la persecución local, hasta hostigamientos radicales, directos y generalizados.
Las diez persecuciones
Tradicionalmente se cree que existieron diez persecuciones generales contra el cristianismo por parte del Imperio romano y muchas otras locales. Nos referimos aquí a las generales.
1. La persecución de Nerón
La primera persecución dirigida por el Imperio hacia el cristianismo se dio en el año 64d.C. durante los tiempos del emperador Nerón (37-68).
Roma había sido incendiada y, al parecer, la única justificación coherente que encontró el emperador fue culpar a los cristianos. No se tiene evidencia de que alguien fuera de la comunidad cristiana protestara por el hecho de haber culpado a los seguidores de Jesús de esta tragedia, lo que podría suponer que el cristianismo ya era bastante impopular entre los ciudadanos de la capital del Imperio. También se cree que durante esta ola de persecuciones murieron los apóstoles Pedro y Pablo.
2. La persecución de Domiciano
La segunda persecución al parecer se habría dado durante el gobierno del emperador Domiciano (51-96) entre los años 90 y 96 d.C. A pesar de que durante este periodo hubo confrontación entre el pensamiento cristiano y el pagano, algunos estudios e investigaciones modernas han sugerido que no fue de grandes dimensiones. Se dieron algunos asesinatos y destierros, pero no al nivel de las siguientes persecuciones.
3. La persecución de Trajano
La que comúnmente llamamos tercera persecución se dio bajo el emperador Trajano (53 – 117), entre el año 98 d.C y 117 d.C. El emperador no simpatizaba con el cristianismo, así que, a pesar de no perseguirlos de manera directa, si alguien los acusaba, se podría proceder en su contra. Como consecuencia, el solo hecho de ser cristiano ya representaba una posible sanción legal.
4. La persecución de Adriano
La cuarta persecución se dio bajo el emperador Adriano (76-138), del 117d.C y 138d.C. Aunque este emperador fue más indulgente con los cristianos, durante este periodo se siguió manteniendo la persecución legal a los seguidores de Jesús.
5. La persecución de Marco Aurelio
La quinta persecución sucedió durante el gobierno de Marco Aurelio (121-180), entre el año 161d.C. y 180 d.C. A pesar de ser considerado como un emperador ilustrado, no escondió su aversión hacia el cristianismo. En el año 177 d.C instigó una persecución en la ciudad de Lyon. También impulsó a Celso a escribir un tratado en contra del cristianismo. El emperador promovió una imagen despectiva de los cristianos y dejó para la historia lo que alguien un día dijo al respecto:
“Lo que justifica la eliminación física de los cristianos es, ni más ni menos, que creen de manera diferente, que contemplan la existencia de manera diferente, que viven de manera diferente. No ilegal o perversamente. Solo diferente.”
6. La persecución de Septimio Severo
La sexta persecución se dio durante el reinado del emperador Septimio Severo (145 – 211), entre el 202 d.C. y 211 d.C. Durante este periodo, convertirse en cristiano y bautizarse se volvió un acto ilegal y castigable con la muerte.
7. La persecución de Maximino Tracio
Durante el periodo del emperador Maximino Tracio (173 – 238), en el 235d.C se produjo la séptima persecución que duró hasta el año 236 d.C. El emperador promulgó un edicto u orden de ejecución contra los dirigentes cristianos.
8. La persecución de Decio
Pero la anterior persecución solo sería un pequeño anticipo de la que se produciría en el reinado del emperador Decio (201 – 251), durante la octava persecución entre el año 249 d.C. y 251 d.C.
Para aquel entonces el Imperio no consideraba a los cristianos meramente como oportunos chivos expiatorios, como en el tiempo de Nerón, miembros de una minoría despreciable a los que podía ejecutarse si se hacía pública su condición, como en el periodo de Trajano, o seguidores de un culto repugnante que merecían la prohibición y la muerte, como en los tiempos de Marco Aurelio. Se habían convertido en un grupo social cuya escala de valores e influencia se oponían directamente con los del Imperio.
9. La persecución de Valeriano
Bajo el emperador Valeriano (200 – 260) se produjo la novena persecución, entre los años 257 d.C y 260 d.C., en la que se prohibieron las reuniones cristianas y se arrestaron a numerosos obispos. Quizá se esperaba que el ataque contra los dirigentes debilitaría al movimiento, pero la estrategia de Valeriano no dio los resultados que esperaba. Al año siguiente, convencido de que la aniquilación de la jerarquía no se traduciría en el final del cristianismo, ordenó la ejecución de todos los diáconos y laicos de relevancia que no apostataran. La nueva medida estuvo en vigor durante dos años y sólo concluyó cuando Galieno decidió derogarla y devolver sus propiedades a las iglesias.
10. La persecución de Diocleciano
Muchos cristianos empezaban a respirar aliviados porque creían que la persecución en el tiempo del emperador Valeriano sería la última y que el cristianismo empezaría a ser tolerado en el futuro. Sin embargo, la realidad era que le esperaba una de sus peores pruebas. En el 303d.C, Diocleciano (244-311) ordenó, por influencia de Galerio (260-311), la destrucción de las iglesias y la quema de todos los volúmenes donde aparecieran recopiladas porciones de las Sagradas Escrituras en lo que sería la décima y última gran persecución. Se trataba, como había sucedido con Valeriano, solo de un primer paso. La medida, pese a su rigor, no obtuvo los objetivos esperados, y un edicto promulgado al año siguiente autorizó incluso el empleo de la pena de muerte contra los cristianos.
Ni siquiera la abdicación de Diocleciano significó el final de la persecución. Los cristianos eran considerados enemigos directos del Imperio y esta convicción tuvo como resultado el que continuara la persecución, aunque su intensidad variaría según los distintos gobernantes. Por fin, en el 311d.C., Galerio promulgó un edicto de tolerancia que obligó al año siguiente a Maximino Daya (270-213), un feroz perseguidor de los cristianos, a seguir su ejemplo. De la misma manera ocurrió bajo Aureliano.
Constantino (272-337) y Licinio (250-325) proclamaron la libertad religiosa completa. A partir de ese momento se dan por concluidas las persecuciones imperiales, aunque lo cierto es que tanto Licinio como Juliano (361-363) desencadenarían nuevas persecuciones en intentos agónicos de aplastar el cristianismo e imponer de nuevo el paganismo.
Las consecuencias
¿Qué consecuencias tuvieron estas persecuciones? Estas persecuciones influyeron fuertemente en el desarrollo del cristianismo, dando forma a la teología cristiana y la estructura de la Iglesia. Los efectos de las persecuciones incluyeron muchos de los grandes documentos de explicaciones y defensas del cristianismo.
Mártires, teólogos, apologistas, filósofos, biblistas y muchos eruditos, pensadores y escritores transmitieron sus interpretaciones y pensamientos mientras esquivaban los duros golpes del Imperio. Gran parte de las formas en las que concebimos y vivimos el cristianismo hoy, se moldearon durante las persecuciones de estos casi tres siglos.
Sin embargo, muchos de los testimonios de fe, templanza y carácter de los creyentes de estos tiempos han llegado hasta nosotros para inspirarnos y retarnos.
¿Y tú? ¿Qué piensas? ¿De qué forma crees que la persecución ha forjado el carácter del cristianismo? ¿Crees que de alguna manera la persecución es necesaria?
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