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Aquellos que están familiarizados con el pastor del siglo XIX Charles Spurgeon (1834-1892) asocian su ministerio con una predicación legendaria, fructíferos escritos y valientes controversias. Sin embargo, pocos conocen el firme compromiso de Spurgeon con una membresía regenerada de la iglesia. Como bautista, Spurgeon creía que la pertenencia a la iglesia debía reservarse a quienes tuvieran una profesión de fe creíble. Comentando el avivamiento de Nueva York de 1858, Spurgeon declaró:
Si Dios nos envía un gran avivamiento de la religión, será nuestro deber no relajar los lazos de la disciplina. Algunas iglesias, cuando crecen mucho, son propensas a tomar gente al por mayor, sin el debido y apropiado examen. Debemos ser tan estrictos en los paroxismos de un avivamiento como en los tiempos más fríos de un aumento gradual (…). Tened cuidado, vosotros que sois oficiales en la iglesia, cuando veáis que la gente se agita, de ejercer todavía una santa cautela, no sea que la iglesia se rebaje en su nivel de piedad por la admisión de personas que no son verdaderamente salvas.
El compromiso de Spurgeon con la membresía regenerada de la iglesia se pondría a prueba a lo largo de su ministerio, ya que más de 14.000 personas trataron de unirse a su iglesia durante sus 38 años como pastor. A lo largo de esas décadas, Spurgeon mantuvo un riguroso proceso de membresía que impedía que la iglesia rebajara sus estándares admitiendo a los inconversos. Nunca se desvió de este proceso, ni siquiera cuando tuvo que cambiar la estructura de liderazgo y la forma en que la iglesia celebraba las reuniones congregacionales.
Dadas las diferencias de contexto, las iglesias de hoy probablemente no deberían intentar reproducir exactamente el proceso de Spurgeon. Aun así, ¿qué podemos aprender del proceso de membresía del Tabernáculo Metropolitano?
Paso 1: entrevista con un anciano
En la edición de febrero de 1869 de la revista The Sword and the Trowel (1865-1897) —de aquí en adelante La espada y el palustre—, Spurgeon proporcionó una descripción del proceso de membresía en el Tabernáculo, comenzando con una entrevista con un anciano:
Se ruega a todas las personas que deseen unirse a nuestra iglesia que se presenten personalmente cualquier miércoles por la tarde, entre las seis y las nueve, a los ancianos, dos o más de los cuales asisten por turnos cada semana con el fin de atender a los interesados. Una vez satisfecho, el anciano inscribe el caso en uno de los libros previstos a tal efecto y entrega una tarjeta con el número correspondiente a la página del libro en la que se anotan los datos de la experiencia del candidato.
Los registros de estas entrevistas con los miembros todavía se pueden encontrar en los Libros de testimonios de los Archivos del Tabernáculo Metropolitano en Londres. Al examinar estos registros, queda claro que los ancianos buscaban dos cualidades en las personas entrevistadas: una comprensión clara del evangelio y evidencias de cambio espiritual.
Por ejemplo, en una entrevista con James Melbourn, el anciano registra: “Ha escuchado con frecuencia al Sr. Spurgeon y prefiere su predicación a cualquier otra que haya escuchado. No creo que tenga la menor idea del evangelio”. Aunque Melbourn es “sobrio, honesto, trabajador y dispuesto a unirse a una iglesia”, el anciano está “asombrado de cómo alguien puede sentarse bajo el ministerio de nuestro pastor un Día del Señor y ser tan completamente ignorante de su propia ignorancia del evangelio”.
A pesar de su evidente vida moral, el anciano no está convencido de que Melbourn entienda el evangelio. Así que, en lugar de apresurarlo en el proceso de membresía, el anciano lo remite a una clase de Biblia, donde puede estudiar más a fondo las Escrituras y llegar a un conocimiento salvífico de Cristo.
Pero más que una simple comprensión intelectual, la conversión produce un cambio de vida. Al escuchar los testimonios, los ancianos también buscaban pruebas de verdadero arrepentimiento y fe. En el caso de Emma Wilcox, el anciano cuenta que antes era “aficionada a las diversiones del mundo”, incluidos “los teatros, los conciertos y salir en coche los domingos”. Pero después de un sermón en particular, “se produjo un cambio decidido. Ya no hay paseos dominicales, ni salón de baile, ni casa de juegos; las cosas viejas pasaron, todas son nuevas. Desea mostrar su amor a Jesús reuniéndose con Su pueblo y quiere bautizarse”. Aquí había pruebas tanto de un alejamiento de la mundanalidad como de un giro hacia Cristo en la fe. El anciano le dio una tarjeta para que diera el siguiente paso.
Conclusión 1: tener claridad sobre el evangelio y la conversión.
Al examinar a los candidatos a la membresía, lo que importa no es la afiliación política, los antecedentes culturales, el trabajo u otros factores externos, ni un contexto anterior de iglesia, donaciones, participación u otros factores religiosos. Lo que importa es si el candidato tiene una profesión de fe creíble. ¿Da pruebas de haber nacido de nuevo? Para examinar la profesión de alguien, por supuesto, nosotros mismos debemos tener una comprensión bíblica del evangelio y de la conversión.
Paso 2: entrevista con el pastor
El segundo paso del proceso era una entrevista con el propio pastor principal: “Una vez al mes, o más a menudo cuando sea necesario, el pastor designa un día para ver a las personas de este modo aprobadas por los ancianos”.
Durante aproximadamente los primeros quince años de su ministerio, Spurgeon entrevistó a todos los candidatos a la membresía. Para 1869, el hermano de Spurgeon, James, había sido llamado a ser su copastor, y en gran medida se hizo cargo de esta tarea durante los años restantes. Aun así, Spurgeon no abandonó del todo esta responsabilidad. Escribiendo en 1884, declaró:
Oh, hermanos, en aquel día en que últimamente vi a cuarenta personas una por una, y escuché su experiencia y las propuse a la iglesia, me sentí tan cansado como jamás se sintió un hombre al recoger la más pesada cosecha. No me limité a decirles algunas palabras como un interrogador, sino que los examiné como candidatos con mi mejor juicio.
A pesar de lo ocupado que estaba, Spurgeon no dejaba el proceso de membresía por completo en manos de sus ancianos, sino que sentía la responsabilidad, como pastor principal, de reunirse brevemente con cada candidato en persona.
Spurgeon confiaba en los juicios de sus ancianos, y todavía no he encontrado ningún caso en el que fuera en contra de la recomendación de un anciano. Sin embargo, no dudaba en expresar sus preocupaciones y advertencias. Para un candidato, Spurgeon escribe en el margen: “El carácter moral de este joven debe ser examinado con cuidado. No es más que un joven y me temo que tiene muchas tentaciones (…). No tengo motivos para sospechar, sólo advierto”. Para otro candidato, escribe: “Otro caso difícil, que requiere una investigación diligente. Creo que sería aconsejable aplazarlo”. A veces, los comentarios de Spurgeon tratan del cuidado del candidato, como aquí: “Ella debería tener la Confesión de fe. Usen la mensajería para que tena una copia”.
Spurgeon entendió que la entrevista de membresía era una oportunidad para comenzar a pastorear a estos candidatos, incluso antes de que se unieran a la iglesia. Cualquiera que fuera su madurez espiritual, Spurgeon trataba de asegurar a los temerosos solicitantes:
Lejos de querer rechazarte, si realmente amas al Salvador, estaremos encantados de acogerte. Si no podemos ver en ti la evidencia de un gran cambio, te señalaremos amablemente nuestros temores, y estaremos tres veces felices de señalarte al Salvador; pero ten la certeza de esto: si realmente has creído en Jesús, no encontrarás a la iglesia terrible para ti.
Conclusión 2: involucrar a una pluralidad de ancianos.
Este segundo paso garantizó que una pluralidad de ancianos participara en el proceso de entrevistas a los miembros. Esta práctica ayudó a superar cualquier error o visión perdida para que los ancianos pudieran conocer y cuidar mejor a los que se unían a la iglesia. Por lo tanto, considere la posibilidad de involucrar a varios ancianos en su proceso de membresía. Si eso no es posible, entonces trate de involucrar a un diácono o a un miembro maduro de la iglesia. En lugar de que la decisión dependa de un solo hombre, encontraremos sabiduría en muchos consejeros.
Paso 3: nombramiento de un visitador por parte de la congregación
El siguiente paso es, quizás, el más sorprendente: “Si el pastor está satisfecho, nombra a un anciano o a un miembro de la iglesia como visitador, y en la siguiente reunión de la iglesia le pide que lo envíe para indagar sobre el carácter moral y la reputación del candidato”. Esta práctica de nombrar visitadores no era infrecuente entre los congregacionalistas y los bautistas, aunque estaba desapareciendo. Spurgeon, sin embargo, la mantuvo durante todo su ministerio.
Si un solicitante superaba los dos primeros pasos, un anciano presentaba brevemente el testimonio del solicitante en la siguiente reunión de miembros y, a continuación, nombraba a un miembro de la iglesia para que fuera visitador o mensajero. A continuación, la congregación votaba para encargar al visitador que fuera en nombre de la iglesia e “indagara sobre el carácter moral y la reputación del candidato”.
Esta indagación consistiría en visitar el lugar de trabajo, el domicilio o el vecindario del candidato, y hacer preguntas sobre él, como las siguientes:
- ¿Conoce a este candidato?
- ¿Sabía que es cristiano?
- ¿Sabía que quiere bautizarse y unirse al Tabernáculo Metropolitano?
- ¿Qué sabe de su carácter?
- ¿Cómo es en el trabajo?
- ¿Cómo trata a su familia?
Preguntas como éstas nos ayudan a entender a qué se refiere Spurgeon cuando menciona la “investigación diligente” y que el carácter moral del solicitante sea “examinado con cuidado”. En una ocasión, Spurgeon comentó sobre un solicitante particularmente confuso:
Este hombre es un lío (…). No creo que sea un gran crédito para nosotros y no lamentaría que el mensajero declinara recomendarlo (…). Puede resultar que sea un hombre sencillo y tonto, pero genuino; sin embargo, ruego al mensajero que haga una investigación muy diligente, porque me temo que es débil de cabeza y no muy sano de corazón. Yo no puedo juzgar, el carácter debe decidir.
La mayoría de los solicitantes eran más directos. Sin embargo, en el caso de algunos, los ancianos reconocieron que juzgar la profesión de fe de una persona basándose en dos entrevistas podía resultar difícil. Este paso permitió a la iglesia hacerse una idea de la reputación de la persona en su comunidad y obtener más pruebas de una profesión de fe creíble. Y, sin duda, creó oportunidades de evangelización para el solicitante, ya que los vecinos se enteraron de su profesión.
Conclusión 3: reconocer la naturaleza pública de la membresía de la iglesia.
Aunque en nuestros días no designemos a visitadores para hacer averiguaciones, sigue siendo sensato ayudar a los solicitantes a ver que unirse a la iglesia no es un asunto privado. Solicitar ser miembro de la iglesia puede convertirse en una oportunidad para hacer más pública su profesión de fe. Para un joven que se une a la iglesia, los ancianos pueden querer hablar con los padres sobre cómo se comporta el joven en casa. Para alguien que viene de otra iglesia que predica el evangelio en la ciudad, los ancianos pueden querer hablar con el pastor anterior para asegurarse de que el solicitante está dejando bien la iglesia. Y si el solicitante va a ser bautizado, ciertamente sería apropiado animarle a invitar a familiares y amigos no cristianos al servicio.
Paso 4: voto congregacional
Si todo ha ido bien en la indagación, el solicitante asistirá a la siguiente reunión de los miembros con el visitante para el cuarto paso:
Si el visitante está satisfecho, pide al candidato que asista con él a la siguiente reunión de la iglesia, o a la siguiente que sea conveniente, para presentarse ante la iglesia y responder a las preguntas que se le hagan desde el estrado, principalmente con el fin de obtener expresiones de su confianza en el Señor Jesús, la esperanza de salvación a través de Su sangre, y cualquier hecho de su historia espiritual que pueda convencer a la iglesia de la autenticidad del caso (…). Después de la declaración ante la iglesia, el candidato se retira, el visitador presenta su informe y se procede a la votación de la iglesia.
Durante la reunión, el visitante daba un informe sobre la indagación. A continuación, el presidente de la reunión, usualmente Spurgeon, entrevistaba brevemente al candidato, normalmente pidiéndole algún tipo de declaración sobre su confianza en Cristo y destacando partes de su testimonio. A menudo, Spurgeon también pedía la palabra a miembros de la iglesia ―por ejemplo, un maestro de la escuela dominical o el miembro que compartió el evangelio con el solicitante― para que dieran su afirmación sobre su conversión. En una ocasión, en la época anterior al sufragio femenino, una estudiante preguntó a Spurgeon si era aconsejable que las mujeres hablaran en una reunión de la iglesia. Spurgeon respondió:
Supongamos que hay un candidato ante la iglesia, y sé que una de las mujeres miembros puede dar testimonio de su carácter cristiano, no dudaría en decir: “Nuestra hermana Brown conoce a este joven; ¿le gustaría decirnos algo acerca de él?”. Creo que sería muy apropiado que respondiera: “Sí, queridos amigos, es un joven muy admirable; le estoy especialmente agradecida porque ha sido el medio para la conversión de mi marido”. Sería una pena muy grande que alguien aparte de la señora Brown diera un testimonio como ése.
Este paso pone de relieve el involucramiento de la congregación en la membresía de la iglesia. El ingreso de un solicitante en la iglesia involucraba no sólo a los ancianos y al pastor principal, sino también a la congregación, que comisionaba a mensajeros, escuchaba la profesión de fe del solicitante y, a continuación, escuchaba los testimonios de los demás sobre la persona. Este proceso culminaba con la votación de la congregación para admitir a la persona como miembro, expresando no sólo la aprobación de la iglesia, sino también su compromiso de pacto con el nuevo miembro.
Conclusión 4: comprometerse unos con otros en la membresía de la iglesia.
Unirse a la iglesia no consiste simplemente en tener nombres en una lista de miembros. Tampoco se trata simplemente de quién puede votar en las reuniones de la iglesia. Más bien, la membresía de la iglesia es un compromiso de la congregación para vivir la visión de Dios para la iglesia en todos los mandamientos de “unos a otros” del Nuevo Testamento. Cuando una iglesia trae a alguien a la membresía, los miembros cargan con la mayordomía y la responsabilidad de caminar con ese individuo hasta que se una a otra iglesia o sea llevado a la gloria. El proceso de membresía de su iglesia debería reflejar ese compromiso activo.
Paso 5: ordenanzas eclesiásticas
En cierto modo, todos los pasos anteriores fueron preliminares, preparatorios para el paso final y más importante:
Cuando el candidato ha profesado su fe por inmersión, que es administrada por el pastor subalterno después de un servicio religioso entre semana, es recibido por el pastor en la primera comunión mensual, cuando se le da la diestra de compañerismo en nombre de la iglesia, y se inscribe su nombre en la lista de miembros.
Las ordenanzas del bautismo y la Cena del Señor llegan al corazón de la membresía de la iglesia, según el Nuevo Testamento. Una iglesia se compone de aquellos que han sido bautizados con base en su profesión de fe y ahora dan expresión a una profesión continua de fe a través de la participación en la Cena del Señor. En otras palabras, la membresía en la iglesia representa la unión del creyente con Cristo y Su pueblo, como se representa en las ordenanzas de la iglesia. Al hacer del bautismo y la Cena del Señor los pasos finales del proceso de membresía, la iglesia recordaba a estos solicitantes que la membresía en la iglesia es, en última instancia, una cuestión teológica.
Conclusión 5: no perder de vista a Cristo y Su cuerpo.
En medio de todos los aspectos prácticos y administrativos de un proceso de membresía en la iglesia, nunca perdamos la maravilla de lo que significa: la identificación con el pueblo de Dios y la unión con Cristo, nuestra Cabeza. Asegurémonos de que los que pasan por el proceso lo entienden. Y permitamos que la alegría de ver a la gente abrazar a Cristo motive el compromiso de la iglesia de mantener un proceso disciplinado de membresía.
Pastorear desde el principio
El riguroso proceso de afiliación de Spurgeon recuerda a los pastores la importancia de la entrevista de membresía. Una de las funciones pastorales más importantes que realizamos es discernir la autenticidad de la profesión de fe de alguien que desea unirse a la iglesia. Para aquellos que se arrepienten de sus pecados y confían en Cristo, tenemos la alegría de afirmar su profesión y animarlos a perseverar. Para el solicitante que está confundido o vive en contra del evangelio, tenemos la responsabilidad de advertirle e instruirle en la verdad. Equivocarse en esto podría resultar espiritualmente dañino para el individuo y para la iglesia.
Por supuesto, eso no quiere decir que ninguno de nosotros llegue a discernir perfectamente la profesión de fe de todo el mundo. Por eso el ejemplo de Spurgeon de involucrar a una pluralidad de ancianos y a la congregación sigue siendo sabio hoy en día. Y es por eso que la disciplina de la iglesia siempre será relevante (¡un tema importante para otro artículo!). Sobre todo, dependemos de la sabiduría de Dios en la oración. En todo esto, Spurgeon nos recuerda que el objetivo de la entrevista de membresía es el pastoreo. Antes de que los solicitantes se unan a la iglesia, tenemos la oportunidad de pastorearlos y guiarlos hacia el Salvador.
Este artículo fue traducido y ajustado por Carolina Ramírez. El original fue publicado por Geoff Chang en Desiring God. Allí se encuentran las citas y notas al pie.
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