¿A quién no le gusta la música? ¿Alguno aquí podría levantar la mano y decir “a mí no me gusta la música”? Yo creo que nadie haría una cosa así.
La música la llevamos todos por dentro; es un regalo de Dios. Esta existe desde el principio, cuando Dios la creó. Martín Lutero dice que la música es uno de los tesoros más relevantes e importantes que Dios dejó al hombre. Es uno de muchos tesoros que él dejó para nuestro disfrute. Yo soy testigo de cómo la música puede ser una herramienta muy poderosa de transformación en la vida del ser humano. No quiero decir con esto que la música tiene algún efecto redentor, o que la música es un Mesías. No queremos aquí idealizar el poder de la música. Estoy diciendo que la música tiene un efecto de transformación social en la cultura que puede modificar la conducta del ser humano.
Estoy convencido de que un programa de música tiene el potencial de impactar una cultura y de llegar a desviar o encaminar a una sociedad completa. Martín Lutero y Juan Sebastián Bach pudieron hacer algo así. En la Reforma, se utilizó el arte de la música para que la gente se liberara de la presión de la Edad Media. Bach llevó la música a niveles entonces desconocidos, y todo el mundo comenzó a conectar su genialidad con Dios. Esto tiene mucha relevancia para nosotros, pues hasta el día de hoy se considera que Bach es el padre de la música. Sus aportes fueron tan profundos, que hoy es posible hablar de polifonía, sinfónicas, y en general un gran enriquecimiento musical. Lutero, por su parte, usó la música como una alfombra para conducir el mensaje del evangelio.
Nosotros también como iglesia afectamos a nuestra comunidad por medio de la adoración y la alabanza musical. El Salmo 150 culmina haciendo un llamado a toda la creación a unirse en alabanzas. Dios ama la música y nos dice que la usemos para adorar. La Escritura dice que debemos usar todo para edificación. Ahora, cuando un creyente tiene la posibilidad de usar la música para poder afectar a la sociedad, tiene también una responsabilidad muy grande. Todo creyente ha de ser equipado en su iglesia local para representar el evangelio dignamente en el mundo, y si alguno puede usar la música, entonces posee una herramienta poderosa para la gloria de Dios.
Quiero compartirles mi experiencia en el uso de la música con niños. Yo vengo de una familia de músicos, y he sido formado desde los cuatro años en el arte del violín. En términos personales, he visto cómo la música ha formado mi manera de ver el mundo y de apreciar la imagen de Dios en todas las cosas. Todos podemos ver toda la belleza de Dios, pero el arte constituye un medio para ahondar en ella. A través de los programas de música que hemos desarrollado, hemos visto una transformación completa en muchos niños, comenzando por su mentalidad y por su preparación para recibir el evangelio mismo. En los programas sinfónicos y orquestales que hemos diseñado, hemos evidenciado cómo los niños pueden ver la vida de otra forma, ajustándose a la disciplina con una actitud artística. Hemos visto a niños desarrollar el trabajo en equipo, la perseverancia, el dominio propio y muchos valores que han sido diezmados en nuestros tiempos.
Hoy en día todos quieren que con presionar un botón todo se arregle, como sucede con un microondas. Con la música hemos logrado que muchos jóvenes y niños vean la vida con otro matiz. Un agricultor puede ver que, después de sembrar una semilla y cultivarla, ella florece y se convierte en una linda planta y da fruto. A través de nuestro trabajo con el estado y los programas nacionales que hemos desarrollado, hemos visto cómo los jóvenes cambian su conducta. Tenemos testimonio de muchos de ellos sobre cómo han vuelto a encontrar un propósito después de tener una vida totalmente desenfrenada. Con el tiempo, estos jóvenes se convierten en tierra fértil en donde también podemos plantar el evangelio. De forma directa o indirecta, llegamos a sus corazones.
La palabra “cultura”, en su raíz latina tiene que ver con la idea de cultivar. Así como el agricultor siembra y labra la tierra, y después ve un resultado, también nosotros buscamos sembrar unos valores que crean una mejor sociedad, en la cual podremos expandir el reino de Dios de una forma más libre. Muchas veces nos quejamos de aquellos que en nuestra sociedad ejercen una influencia dañina. Sin embargo, sabemos que, si el bien no predomina, el mal impondrá su lugar. Tenemos la responsabilidad de usar todos los medios para expandir el bien, y uno de ellos es la música.
Nuestros programas musicales han llegado a diferentes poblaciones y provincias, con el propósito de sensibilizar a nuestro país. Queremos ver en el futuro jóvenes que aprecien y valoren la vida, la perseverancia y la disciplina; que no pierdan la esperanza ni piensen que todo se ha perdido. A través de la música estamos teniendo ese impacto. La música, en definitiva, deja huellas en la vida de las personas. Hoy en día tenemos ejemplos en carne y hueso. Uno de nuestros chelistas de las provincias lejanas del país se debate hoy entre la vida y la muerte. En el pasado fue un reconocido delincuente dentro de su comunidad. Luego de entrar en uno de nuestros programas y convertirse en chelista, no solo le ha dado un propósito claro a su trabajo entre la comunidad, sino que ya ha escuchado con un corazón diferente el evangelio de Cristo; ha formado un oído dócil para lo que promovemos en cuanto al reino de Dios.
La música también tiene otros beneficios. Muchos la utilizan en la medicina haciendo musicoterapia, con la cual se trata la situación de pacientes de depresión y terminales. Pero la gran ventaja de la música es que podemos trabajar con jóvenes y niños, que son la población en donde debe estar nuestro énfasis para que la sociedad sea distinta en el futuro. Muchos de nosotros no entendemos el valor que tiene el brindar este tipo de formación espiritual desde el punto de vista artístico a nuestros niños. En los países desarrollados es casi obligatorio enseñar a los niños un instrumento. Está comprobado que el que escucha la música tiene un desarrollo neuronal brillante, y el que la toca alcanza beneficios aún más increíbles. La creatividad de una persona formada en la música es muy profunda, y sus aportes e ideas son de muchísimo valor. Einstein fue violinista, y decía que la música lo conectaba con sus descubrimientos y con Dios. Este hombre no contemplaba la ciencia como un ente aislado, sino que el arte lo llevó a hacer esa conexión necesaria con el Creador y dueño de la vida.
La música es de mucha bendición en el contexto de la iglesia. Sin embargo, debe tratársele con cuidado, siempre con un sentido teocéntrico y no antropocéntrico. Todos nuestros dones y talentos deben ser para la gloria de Dios, por que es labor fundamental de la iglesia el equipar a sus miembros para servir con ese propósito. Aquel creyente que va a las personas del mundo y tiene un conocimiento musical, hará lo mismo que Juan Sebastián Bach: dedicar sus dones y talentos para la gloria de Dios. Damos gracias a Dios por el regalo de la música, que puede, es y debe ser usada para su gloria, impactando el interior de la iglesia, motivando a los creyentes a alabar centrados en Dios. La música es una alfombra, un niñero que nos lleva hasta la misma presencia de Dios en una adoración pura y correcta, filtrada por la Palabra de Dios. La música nunca va por encima de Dios, sino que constituye un medio para acercarnos a él.
Así, yo quiero hoy animarte a que, si tienes un niño o un joven al que quieres formar de manera integral, tienes que acercarlo a la música. Tu debes ser quien promueva en él el arte, para así crear una sociedad distinta, con mayor sensibilidad y con valores de perseverancia, disciplina, belleza. El arte se expresa en un sin número de maneras, y otorga tantos beneficios e impactos en la vida de una persona, que vale mucho la pena mantener vivo ese regalo entre nosotros hoy.
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