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Por Josué Barrios
Comencé a interesarme en las implicaciones de las redes sociales y sus efectos hace ocho años. Todo inició cuando mi pastor me pidió que me quedase con él a solas luego del servicio de jóvenes para conversar. Dijo algo que me impactó: “Josué, no puedes vivir una doble vida; no puedes pretender glorificar a Dios en la iglesia y vivir diferente en las redes sociales”.[1]
Mi pastor me dirigió a la verdad de que, si creemos el Evangelio, eso debe transformar incluso la forma en que usamos las redes sociales. Así que cambié mi modo de conducirme en ellas. Perdí muchos seguidores y “estatus social”, pero no me importó cuando pude comprender más la suficiencia de Dios. Y en medio de eso, sentía una carga en mi corazón al ver cómo muchas personas usan las redes de una manera que contradice lo que dicen creer.
Decimos creer el Evangelio, pero deseamos la aprobación de los demás. Decimos estar satisfechos en Cristo, pero nos gusta ostentar y dar una imagen distorsionadas de nuestras vidas. Decimos que debemos amar al prójimo, pero las redes sociales están llenas de peleas innecesarias incluso entre creyentes. Decimos que leer la Biblia y orar es vital, pero pasamos más tiempo en Instagram, Facebook, y WhatsApp que profundizando en la Palabra y orando.
Además, para muchas personas, si algo no está en las redes sociales en verdad no ocurrió. Tenemos una forma de ver la vida en la que solo vale la pena aquello que es publicado, aprobado por otros, y nos hace lucir mejores o con un estilo de vida deseable. A veces nos interesa más postear nuestras vidas que vivirlas.
Más aún, a veces nos interesa más ver qué hay de nuevo en las redes sociales que vivir nuestras propias vidas. Por eso muchas personas abren sus redes sociales siempre que no están haciendo algo (al estar en una fila en el banco, o aburridos).Yo no dejaba de preguntarme: ¿por qué las redes sociales tienen tanta influencia en nosotros?
Redes sociales para la gloria de Dios
Así que mientras estudiaba periodismo y trabajaba en marketing digital, escribí hace cinco años un ebook sobre el tema que publiqué de manera independiente. Tan solo en las primeras horas fue descargado más veces de lo que jamás esperé, y gracias a Dios obtuvo críticas muy positivas. Supe que había tocado un nervio para muchas personas. Desde entonces no he dejado de aprender sobre el tema, enseñar, recibir feedback, y seguir escribiendo.Mi propósito en el ebook fue solo tratar de iniciar una conversación. Su contenido no es mi última palabra sobre el tema y hay cosas que ahora escribiría mejor. Por ejemplo, hablaría más sobre los aspectos positivos de las redes sociales, y cómo el surgir de ellas es inevitable porque somos hechos a imagen de un Dios Trino, personal y relacional. Pero su tesis principal se ha hecho más real para mí: somos llamados a usar las redes sociales de una manera que glorifique a Dios en respuesta a su Evangelio (1 Co. 10:31; Col. 3:17).
Él orquestó que las redes sociales existieran en nuestra época, y ellas pueden ser usadas para bien o para mal. La forma en que las usamos puede dañar a otros y dañarnos a nosotros, o puede ser de edificación. Puede ayudarnos por el camino de la sabiduría o por el camino de la necedad. Puede honrar a Cristo o pueden deshonrarlo. Daremos cuenta de todo esto, y de lo que ellas testifican de nosotros ahora, cuando estemos ante Dios.
El problema
¿Por qué es tan difícil, entonces, usar sabiamente las redes sociales? Hay básicamente dos razones. En primer lugar, nuestro pecado.
Solemos preferir otras cosas antes que a Dios. Por eso usamos las redes sociales para nuestra propia gloria, incluso en el “ministerio”. Como somos pecadores, no amamos a Dios con todos nuestros corazones ni amamos al prójimo como a nosotros mismos. Pero eso no es todo.
En segundo lugar, tenemos que las personas detrás de esas redes no están interesadas en que glorifiques a Dios en ellas. Las redes sociales quieren tu corazón, y parecen dispuestas a todo para tenerlo. Sé que eso suena raro, pero piensa en cómo la Biblia describe al corazón. Solemos creer que el corazón tiene que ver solo con nuestros sentimientos, pero la Biblia varias veces también habla de actuar y pensarcon el corazón.
Así que cuando las empresas detrás de las redes sociales las diseñan y ajustan para impactar la forma en que actúas, llevándote a pasar más tiempo en ellas, compartiendo más cosas y gobernando tu atención al hacerlas adictivas, ellas están básicamente detrás de tu corazón y muchos de nosotros lo desconocemos.
¿Y por qué las redes sociales quieren nuestros corazones? Porque en ellas el verdadero producto somos nosotros, a quienes los anunciantes pueden dirigir publicidad e información segmentada, apelando a nuestros anhelos y emociones, gracias a que hemos cedido nuestra privacidad en ellas.
Así como en Matrixlas personas eran entretenidas en un mundo digital para que las máquinas pudieran alimentarse de ellas, de manera parecida las redes sociales nos quieren metidos más y más en ellas para su propio beneficio. Tu atención y privacidad son el recurso más valioso que las grandes compañías tecnológicas y las redes sociales quieren de ti.
De hecho, las redes sociales afectan nuestra química cerebral y la mayoría de nosotros no somos conscientes de eso. Esto no solo afecta nuestra relación con otras personas —por ejemplo, a todos nos ha pasado que cada vez tenemos menos conversaciones profundas debido a la presencia de nuestros teléfonos cerca—; también impacta nuestra relación con Dios.
Un ejemplo: el botón “me gusta”
Déjame hablarte de un ejemplo de la clase de cosas que hacen las redes sociales en la lucha por tu corazón: el famoso botón “me gusta”. Ese botón no existe por accidente. Fue diseñado meticulosamente para ayudarnos a tratar de satisfacer nuestra sed de aprobación, contribuyendo a que dependamos de las redes sociales.
Como un presentador de televisión ha dicho: “revisar los ‘me gusta’ es el nuevo hábito de fumar”.[1] En el artículo de Simon Parkin (2018), publicado en The Guardianinicia con un párrafo que nos ayuda a entender esto:
“En un ataque de sinceridad sin precedentes, Sean Parker, el presidente fundador de Facebook de 38 años, admitió recientemente que la red social se fundó no para unirnos, sino para distraernos. ‘El proceso de pensamiento fue: ¿Cómo consumimos la mayor cantidad de tu tiempo y atención consciente posible?’, dijo […] Para lograr este objetivo, los arquitectos de Facebook explotaron una ‘vulnerabilidad en la psicología humana’, explicó […]. Cada vez que a alguien le gusta o comenta una publicación o fotografía, dijo, ‘nosotros… le damos un pequeño golpe de dopamina’. Facebook es un imperio de imperios, entonces, construido sobre una molécula”.
A riesgo de simplificar mucho (soy periodista, no médico), la dopamina es un químico neurotransmisor importante en la formación de los hábitos. Cuando recibimos un “me gusta”, la circulación de la dopamina es estimulada dentro de nosotros. Nos da una buena sensación que nos lleva a desear más “me gusta”.
Debido a que siempre hay algo de dopamina fluyendo en nosotros, en el momento en que hay una especie desbordamiento causado por alguna sustancia o experiencia que nos dio mucho placer (como recibir toneladas de “me gusta”), el cerebro interpreta eso como un error, y entonces produce menos dopamina para mantener un balance saludable.
La única manera de volver a subir el nivel de dopamina es con una mayor dosis de la experiencia, que luego va a ser seguida por una disminución en la producción, y así se crea un círculo vicioso[2].Esto explica a nivel químico por qué las personas que se apasionan con los “me gustas” se vuelven más y más obsesivos con eso. De hecho, ¿sabes qué más funciona de la misma manera? La heroína, solo que en una escala mucho mayor.
Tal vez no tienes esta obsesión por los “me gusta”. ¡Bien por ti! Pero las redes sociales están diseñadas para incentivar eso y puede pasarte si te descuidas.En realidad, esto no tiene por qué ser una vulnerabilidad en nosotros. Dios diseñó la forma en que funcionamos, y la Biblia enseña que nuestro deseo de aprobación no es malo en sí mismo y en todos los casos. El cristiano desea oír la aprobación de Dios (Mt. 25:21). No obstante, las redes sociales, al aprovecharse del desorden que el pecado trae a nuestras vidas, explotan la forma en que Dios nos hizo y buscan jugar con nuestra química cerebral.
Las redes sociales no quieren que sepas que la vida es más que acumular “me gusta” y lo que miras en las redes. Ellas te quieren enganchado a la pantalla de tu smartphone para tener más datos sobre ti y ofrecerte más publicidad diseñada para hablar a tus emociones y ganar más dinero. Así incentivan la superficialidad e idolatría en nosotros.
Pero Cristo quiere que sepas que de nada sirve tener likessi perdemos nuestras almas (Mt. 16:26). De hecho, cuanto más entendemos que por medio de Cristo ya tenemos el likey la aprobación de Dios totalmente por gracia, y lo atesoramos más a Él, menos vamos a ser engatusados por las redes sociales o la aprobación de los demás.
El botón “me gusta” es solo una de las muchas maneras en que las redes quieren hackearnos. Incluso, si el botón desapareciera, ellas siguen presentando muchos peligros para tu corazón. Por tanto, debemos ver las redes desde una cosmovisión bíblica, buscando usarlas con sabiduría (cp. 2 Co. 10:5; Ro. 12:1-2; 1 Pe. 1:14-16).
Discipulado en la era de las redes sociales
Como escribió la poeta Mary Oliver, “la atención es el comienzo de la devoción”.[1]Eso aplica a todas las áreas de la vida. No puedes ser avivado para estar entregado a algo si no le das atención. Lo mismo ocurre con Dios. ¿Pero cómo vivir en devoción a Dios cuando las redes sociales quieren dirigir nuestra atención a otra parte?
Es hora de despertar al hecho de que el discipulado en el siglo XXI demanda que enseñemos bíblicamente cómo confrontar y destronar en nuestros corazones el ídolo de la superficialidad de nuestra cultura, nuestra obsesión por lo nuevo y atractivo, y que entendamos los peligros de entregar nuestros corazones a los baales de Silicon Valley.
La Gran Comisión siempre ha sido más que solo proclamar el Evangelio a otros. Incluye también enseñar a guardar todo lo que Cristo nos ha mandado (Mt. 28:18-20). Y sabemos cuáles son los mandamientos más grandes: amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo como a nosotros mismos. Así que el discipulado hoy debe lidiar con cómo obedecer eso en el momento en que vivimos, lleno de saturación tecnológica y redes sociales.Esto implica, no solo que debemos tener un buen entendimiento bíblico de la tecnología para discipular a otros, sino que también es necesario modelar cómo usar correctamente la tecnología. Por ejemplo, ¿cómo enseñar el valor del silencio, la paciencia, y el dominio propio a las personas que discipulamos si a cada rato publicamos en las redes cualquier cosa que pasa por nuestras mentes? ¿Cómo enseñar que Cristo satisface la sed de aprobación en nuestros corazones si vivimos buscando la aprobación de otros en Internet?
Busquemos vivir esta era de redes sociales con sabiduría. Esto parece difícil porque somos pecadores y detrás de las redes sociales hay empresas enormes que invierten cantidades ridículamente grandes de dinero en hacer appsque nos lleven a renunciar a nuestra atención y privacidad. Pero Dios ha prometido estar de nuestro lado hasta el fin del mundo, como también leemos en la Gran Comisión. A fin de cuentas, las redes sociales podrán querer nuestros corazones, pero solo Uno murió por ellos y los tendrá para siempre.
Bibliografía:
Parkin, S. (2018). Has dopamine got us hooked on tech?The Guardian. Disponible en https://www.theguardian.com/technology/2018/mar/04/has-dopamine-got-us-hooked-on-tech-facebook-apps-addiction.
[1]Citado en: Foer, F. (2019). Attention Is the Beginning of Devotion. The Atlantic. Disponible en:https://www.theatlantic.com/technology/archive/2019/05/mary-olivers-poetry-captures-our-relationship-technology/589039/.
[1]Citado en: Newport, C. (2019). Digital Minimalism. Portfolio, p. 18.
[2]Para consultar más sobre el tema, revisar Alter, A. (2018). Irresistible. Penguin Books, p. 71.
[1]Algunas de las cosas que menciono en este escrito, sobre el negocio de las redes sociales y el funcionamiento del botón “me gusta” ya fueron mencionadas en mis artículos: La vida es más que acumular likes en redes sociales(disponible en http://josuebarrios.com/la-vida-es-mas-que-acumular-likes-redes-sociales/) y Los hechos: Lo que debes saber acerca de Facebook y tu privacidad(disponible en https://www.coalicionporelevangelio.org/articulo/lo-que-debes-saber-acerca-de-facebook-y-tu-privacidad-cambridge-analytica/).
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