Gran parte de la batalla por la vida se libra en los centros de ayuda para el embarazo. Allí, las mujeres que no desean o no pueden criar a los bebés que llevan en sus vientres reciben ayuda profesional para optar por un plan de adopción y así conservar la vida del niño. Estos lugares han sido un foco de atención desde el 2022. ¿Por qué?
Hasta hace dos años, las mujeres estadounidenses tenían el derecho constitucional a abortar sus bebés prácticamente sin ningún impedimento por parte del gobierno. Además de contar con una autonomía casi ilimitada en relación a sus decisiones médicas, el mismo gobierno ofrecía un amplio acceso a procedimientos de aborto en todo el país.
Pero en junio de 2022 aconteció lo impensable: este derecho constitucional fue revocado. Durante el caso de Dobbs v. Jackson Women’s Health Organization, la Corte Suprema anuló Roe v. Wade, que, desde 1973, había establecido el aborto como parte del derecho a la privacidad. Entonces, hace dos años, los estados individuales volvieron a tener autoridad para decidir sobre la legalidad del aborto. A partir de ese momento, mientras que unas mujeres se desplazan a otros estados en donde el aborto sigue siendo legal, muchas otras deciden ir a los centros de ayuda de sus ciudades para buscar acompañamiento.
Por supuesto, los cristianos celebraron el cambio en la política. Pero, ¿de qué manera están aportando en la lucha por la vida? ¿En qué medida los creyentes están apoyando estos centros de ayuda para el embarazo y acompañando a las mujeres en crisis?
Iglesias que se conectan con centros de ayuda para el embarazo
Un estudio reciente de Lifeway Research revisó el involucramiento de las iglesias con centros de ayuda para el embarazo. Se hizo una gran encuesta entre protestantes estadounidenses respecto a si sus iglesias habían apoyado estos centros de una de las siguientes maneras:
- Con apoyo financiero o animando a la congregación a dar apoyo financiero.
- Animando a la congregación a referir los casos de embarazos no planeados a estos centros.
- Animando a la congregación a apoyar con un voluntariado en estos centros.
- Trayendo a un líder de los centros para hablar en la iglesia.
En la investigación se encontró que 3 de cada 10 cristianos (el 31 %) en ese país han visto al menos un tipo de conexión congregacional con esos centros locales desde la revocación de Roe v. Wade.
Sin duda, el hecho de que casi un tercio de las congregaciones se conecten con estos centros es un motivo de celebración. Sin embargo, ¿esa cifra concuerda con las convicciones de la Iglesia estadounidense? Según Scott McConnell, director ejecutivo de Lifeway Research, las creencias de los cristianos deberían arrojar un mayor involucramiento:
En una encuesta realizada días antes de que se filtrara la decisión de Dobbs, casi dos tercios de los estadounidenses estuvieron de acuerdo en que las iglesias y las organizaciones religiosas tienen la responsabilidad de aumentar el apoyo a las mujeres que tienen embarazos no deseados si el estado en el que vive restringe el acceso al aborto.
En otras palabras, aunque más de la mitad de los cristianos consideran que tienen una responsabilidad hacia las mujeres en crisis, solo menos de un tercio llevan esa convicción a acciones palpables. “La mayoría de las iglesias protestantes en los Estados Unidos no están apoyando un centro de ayuda para el embarazo que exista de manera independiente o como parte de su iglesia”, afirmó McConnell. “Existe igualdad de oportunidades para que todas las iglesias orienten a quienes tienen embarazos no planificados a recibir ayuda si hay un centro de recursos cristiano para el embarazo cerca. Sin embargo, pocas lo están haciendo de una manera que su congregación lo note”. ¿Hay una desconexión entre la creencia y la práctica?
[Puedes leer: 5 claves que todo cristiano debe conocer sobre el aborto (antes de debatir)]
A pesar de que Roe v. Wade haya sido revocada, la necesidad actual de apoyar a mujeres en crisis continúa siendo apremiante. De acuerdo con los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, más de 4 de cada 10 embarazos en los Estados Unidos son no intencionados. Eso significa que casi la mitad de las mujeres embarazadas pueden llegar a considerar la posibilidad de abortar. “Los cambios en la legalidad del aborto no cambian la realidad de que un gran número de mujeres y parejas no están planificando las pruebas de embarazo positivas que reciben”, afirmó McConnell. “Necesitan compasión, cuidado y ayuda tangible, pero a menudo no están dispuestas a acudir directamente a una iglesia en busca de ayuda”.
Esto demuestra que el problema es estructural; las iglesias no solo están desconectadas de los centros de ayuda para el embarazo, sino que tampoco producen la confianza necesaria para que las mujeres busquen ayuda. Según otro estudio de Lifeway de 2015, más de la mitad de los feligreses que han tenido un aborto (52%) dicen que nadie en la iglesia lo sabe, y casi la mitad de las mujeres que han tenido un aborto (49%) dicen que las enseñanzas de los pastores sobre el perdón no parecen aplicarse a estos casos.
Como explica McConnell, el asunto en cuestión debería motivar un cambio importante en la cultura eclesial:
Eso te habla del ambiente de la iglesia. No puedes decir que has tenido un aborto, no puedes decir que estás considerando uno; es completamente tabú discutirlo. Pero cuando una mujer está dispuesta a reconocer públicamente que ha tenido un aborto en el pasado, a veces será abordada por varias otras mujeres en la iglesia que nunca han estado dispuestas a compartir con nadie que ellas también han tenido un aborto. Es increíblemente liberador para ellas.
En ese sentido, las iglesias tienen el deber de desarrollar una cultura en la que se hable no solo de cuáles son los problemas del aborto, de por qué es un pecado, sino también de la gracia de Cristo, que es abundante y cubre y perdona todo tipo de maldad. Las congregaciones deberían tener conversaciones, lideradas por los pastores, que sean espacios seguros para que mujeres y hombres sean vulnerables en asuntos como este y puedan apoyarse unos a otros en su lucha contra el pecado.
El aborto: mucho más que un problema legal
Quizás esta falta de disposición por parte de la iglesia se debe a que, hasta el día de hoy, muchos cristianos ven el aborto simplemente como un problema legal. Pero una revisión breve de la legislación abortista mostrará que se trata principalmente de un asunto ideológico.
Como ya se mencionó, Roe v. Wade fue un caso de la Corte Suprema de Estados Unidos decidido en 1973. Norma McCorvey, bajo el seudónimo de “Jane Roe”, demandó al fiscal de distrito de Dallas, Henry Wade, afirmando que las leyes de Texas que prohibían el aborto eran inconstitucionales. Ella argumentaba que las prohibiciones interferían con la decisión personal e íntima de una mujer sobre su cuerpo y su vida reproductiva, lo cual atentaba contra su derecho a la privacidad, protegido por la Decimocuarta Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos.
La Corte falló 7 – 2 a favor de Roe. Con ello estableció que el derecho al aborto estaba protegido por el derecho a la privacidad implícito en la Decimocuarta Enmienda. Este fallo permitió a las mujeres abortar sin excesivas restricciones gubernamentales hasta que el feto fuera viable fuera del útero.
[Puedes leer: Ante la anulación de la sentencia Roe vs. Wade, ¿qué tiene que ver la fe con las posiciones pro-vida?]
Es fundamental detenerse en la lógica de esta ley. ¿Realmente la Decimocuarta Enmienda contiene implícitamente el “derecho” al aborto? Esta dice:
Todas las personas nacidas o naturalizadas en los Estados Unidos, y sujetas a su jurisdicción, son ciudadanos de los Estados Unidos y del Estado en que residen. Ningún Estado aprobará o hará cumplir ley alguna que reduzca los privilegios o inmunidades de los ciudadanos de los Estados Unidos; ni privará a ninguna persona de la vida, la libertad o la propiedad, sin el debido proceso legal; ni negará a ninguna persona dentro de su jurisdicción la igual protección de las leyes.
La enmienda en realidad defiende el derecho a la vida y se opone a cualquier ley que reduzca la libertad de un ser humano (incluyendo aquellos que están en el vientre). Sin embargo, los defensores del aborto le han dado su propia interpretación, afirmando que las preferencias individuales de una persona son más importantes que la vida de un bebé. Aunque en principio Roe v. Wade establecía restricciones al aborto solo hasta antes de que el feto fuera viable, con el paso de los años estas se hicieron más laxas, al punto de que en algunos lugares se empezó a permitir el aborto después de las 24 semanas casi sin ningún obstáculo, incluso hasta poco tiempo antes de que la mujer diera a luz.
Fueron necesarios 51 años, hasta junio de 2022, para que la Corte Suprema corrigiera su error. En el caso de Dobbs v. Jackson Women’s Health Organization, la única clínica de aborto en Mississippi en ese entonces demandó a Thomas E. Dobbs, Comisionado de Salud de ese estado, quien defendía la ley estatal que prohibía la mayoría de las operaciones de aborto después de las primeras 15 semanas. Sin embargo, la Corte estuvo a favor de Dobbs, y por un voto de 6 – 3, se revocó Roe v. Wade, argumentando que la Decimocuarta Enmienda no confiere el derecho al aborto.
Entonces, concluimos que las leyes abortistas estadounidenses no tienen su fundamento en la Constitución. El Dr. Albert Mohler describió este sistema como una “cultura de la muerte (...). No se trata de un mero asunto o debate de política; es algo que tiene que ver con vidas reales, seres humanos reales, asesinados legalmente de forma masiva”. ¿Podríamos, entonces, afirmar que el individualismo actual privilegia la conveniencia de las personas antes que la vida?
Claro, nada justifica los abusos sexuales contra la mujer, ni el proceder de muchos hombres y mujeres que no se responsabilizan de sus acciones. Con todo, la solución no es quitarle la vida al niño en el vientre, sino trabajar en la prevención de embarazos no planeados y el acompañamiento a mujeres que no están listas para criar a sus bebés, guiándolas hacia un plan de adopción.
Así, la lucha contra el aborto va más allá de las leyes. Hoy, quienes quieren practicar un aborto, corren a los estados en los que aún es legal. Por eso la iglesia tiene que involucrarse de manera más consciente, no solo favoreciendo las leyes provida, sino acompañando a las mujeres con el evangelio. “Si deseamos ver el fin de los abortos, debemos proveer el cuidado necesario a quienes sobreviven a esta crisis de aborto”, afirmó el Dr. Mohler. “No podemos aceptar la lógica de la cultura de la muerte. Pero la única respuesta real a la cultura de la muerte es el evangelio de la vida”.
¿Estamos listos en Latinoamérica?
Herbie Newell, director ejecutivo de Lifeline Children’s Services, se cuestionó —casi de manera profética— en el 2020 si la iglesia estaba preparada para cuando el aborto fuera ilegal:
¿Estamos listos para que la Corte Suprema de los Estados Unidos haga que el aborto sea ilegal? ¿Nuestras iglesias están listas, no solo para promover el nacimiento, sino también para ayudar a esas mujeres a criar a sus niños para la vida? Cuando una mujer embarazada no puede escoger la paternidad, ¿estamos preparados para aconsejarla y presentar la opción de la adopción? ¿Desearemos y estaremos listos para pararnos en la brecha? ¿Abriremos nuestros hogares para la adopción y la acogida temporal? ¿Usaremos nuestro tiempo para ser mentores y discipular? Amados, ¿realmente deseamos dejar que el evangelio reclame su lugar en nuestras familias?
Esa pregunta sigue siendo relevante hasta hoy, sobre todo porque las leyes abortistas, tan comunes en Estados Unidos y Europa, se implementan cada vez más en Latinoamérica. En Cuba y Uruguay el aborto es legal hasta las doce semanas de gestación, desde 1965 y 2012, respectivamente. La Suprema Corte de México declaró en el 2021 inconstitucional la criminalización del aborto a nivel federal, y desde entonces, algunos estados han comenzado a liberalizar sus leyes. En Argentina el aborto es legal hasta las catorce semanas de gestación desde 2020, y en Colombia la Corte Constitucional despenalizó el aborto hasta las 24 semanas de gestación.
¿Qué pasaría si por acciones legales el aborto llega a ser ilegal en nuestros países? ¿Estaremos preparados? Desde hoy, ¿qué estamos haciendo? ¿Solo queremos que el aborto sea ilegal y hasta ahí llegará nuestra lucha o, como iglesia, estamos apoyando a las mujeres que por miedo o desinformación están considerando la opción de abortar?
Referencias y bibliografía
La tormenta que se avecina: secularismo, cultura e iglesia | Albert Mohler
Dobbs v. Jackson Women's Health Organization | Wikipedia
Las mujeres desconfían de la iglesia para hablar de aborto | Lifeway Research
Decimocuarta Enmienda de los Estados Unidos | Archivo Nacional
Leyes de aborto en el mundo | Centro para los derechos reproductivos
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