Escucha este artículo en formato podcast:
El sueño americano es, según Investopedia, la creencia de que una persona nacida en cualquier clase social puede obtener su propia versión de éxito porque le es posible escalar a otro nivel. Sin embargo, la interpretación de cómo puede alcanzarse varía bastante, especialmente si se tiene en cuenta que las nuevas generaciones piensan muy diferente a las antiguas. De hecho, la compañía GoDaddy, famosa por el alquiler de sitios web y por apoyar a las pequeñas empresas, hizo una encuesta en junio de 2023 para conocer la perspectiva de los emprendedores sobre el sueño americano.
Para realizar el estudio, se tuvieron en cuenta 1000 personas mayores de 18 años, dueñas de una empresa propia en los Estados Unidos, con máximo 50 empleados. No se incluyeron negocios que estuvieran prontos a cerrar, vender o transferir. Los resultados ―que evidenciaron el cambio de cosmovisión entre la llamada ‘gen X’ y los millennials, y aún más entre los baby boomers y los centennials― son muy interesantes y, tal vez para algunos, alarmantes.
La primera pregunta de la encuesta fue: “¿Cuál de las siguientes afirmaciones indica que has alcanzado el sueño americano?”. Las posibilidades eran:
- Comprar una casa.
- Ser mi propio jefe.
- Vivir en comodidad.
- Sentirme feliz con mi vida.
- Libertad para seguir lo que me apasiona.
La ganadora fue… “Sentirme feliz con mi vida”. El 56 % de los encuestados dio esa respuesta. Increíblemente, tener una casa obtuvo el cuarto lugar, con un 45 %. GoDaddy concluye: “Sentirse feliz en la vida, vivir cómodamente y tener libertad para perseguir una pasión propia son cosas más importantes que comprar una casa”. Eso parece haber llamado la atención.
Otra pregunta estaba relacionada justamente con ese tema: “¿Comprar una casa sigue siendo un símbolo del sueño americano?”. GoDaddy dio respuesta a esto teniendo en cuenta el 45 % ya mencionado y exponiendo qué tan significativo era este logro para cada generación, así:
- Generación Z: 40 %.
- Millennials: 44 %.
- Generación X: 49 %.
- Baby boomers y anteriores: 50 %.
Es evidente que comprar una casa sigue siendo importante para todas las generaciones. Sin embargo, entre las más nuevas empieza a ser un logro cada vez menos prioritario. En un artículo actualizado en junio de 2022, Investopedia ―la importante revista de inversiones, análisis y consejos financieros― explicó algunas razones por las que este fenómeno puede estar sucediendo. La mayoría son financieras, pero una de ellas es puramente sociológica: las nuevas generaciones están postergando el matrimonio.
“En el 2018, menos del 60 % de personas entre 25 y 34 años ya se habían casado o vivían con alguien. Eso versus el 80 % en 1967”. En otras palabras, los matrimonios se postergan a medida que pasan las generaciones. Hace cinco años la edad promedio en que las mujeres se desposaban era cercana a los 28 y la de los hombres, a los 30. Esos números van en aumento al considerar las nuevas generaciones. Investopedia concluyó que el conformar una familia es un detonante para decidir comprar casa, por eso para las nuevas generaciones no es un asunto prioritario.
Entonces, ¿qué implicaciones tienen estas cifras para el pueblo de Dios? ¿Cómo podríamos analizar este fenómeno desde nuestra cosmovisión cristiana? ¿Qué oportunidades deja todo esto para la Iglesia cristiana?
Análisis
En realidad, el fenómeno no es tan extraño si consideramos la cultura que se ha venido imponiendo en las últimas décadas. ¿A qué me refiero? A finales de la década de los 60, Philip Rieff, un importante sociólogo de la Universidad de Pensilvania, propuso una idea para entender la cultura que se estaba gestando en su época: esquematizarla o representarla en un individuo que encarnara las prioridades de su época. Hoy en día podemos percibir el resultado casi como un perfecto cumplimiento profético.
El primer individuo es el propuesto por la mentalidad de Platón y Aristóteles, a quien Rieff llamó “el hombre político”: se caracterizaba por encontrar su identidad y la realización de sus intereses en la “polis” (ciudad). Es decir, se dedicaba a la vida pública, la sociedad era su prioridad y lo definía como ser. “Asiste a la asamblea de la ciudad, frecuenta el Areópago, está profundamente inmerso en lo que se podría llamar la vida cívica comunitaria”, explicó Carl Trueman en El orígen y el triunfo del ego moderno.
Luego, “el hombre religioso”, característico de la Edad Media, reemplazó al político. Su identidad, prioridad e interés estaba en el cristianismo. Así que, en vez de pensar en la ciudad, se enfocaba en la iglesia, en participar de la misa, las fiestas y liturgias de la época. Más tarde, vino “el hombre económico” que, influenciado fuertemente por la revolución industrial, encontró su identidad en la producción, en su trabajo y en sus finanzas. Si se le preguntara cuál es la realización de su vida, posiblemente respondería: “tener un trabajo que supla las necesidades de mi familia, darles estabilidad económica a los míos”.
Hasta este punto, todos los “modelos” de individuos en el esquema de Rieff encuentran su identidad y realización en la sociedad. Pero ocurre un cambio en la cultura: el siguiente arquetipo tiene un enfoque puramente individual. Rieff lo llamó: “el hombre psicológico”. Su sentido está en su propia felicidad, en sentirse bien consigo mismo: su objetivo laboral es sentirse feliz con su ocupación; su realización familiar es igual y la personal es que la sociedad lo haga sentir bien consigo mismo, no juzgado ni menospreciado. Eso explica el porqué de la revolución sexual que se ha dado en las últimas cuatro décadas.
El esquema de Rieff se cumple con gran precisión, dando todo el sentido a la estadística de GoDaddy. La respuesta principal es la del hombre psicológico: sentirse feliz en la vida y vivir en comodidad es mucho más importante que comprar una casa o ser jefe de uno mismo. Si adquirir una vivienda no trae una felicidad inmediata, puesto que implica deuda y trabajo, ya no es tan buena idea para este arquetipo de hombre.
Aparte de eso, como la realización personal cada vez es más individualista y menos social y comunitaria, entonces no necesita comprar una casa ni contraer matrimonio. Finalmente, esos dos elementos hacen parte de la realización de un individuo que encuentra su identidad en la sociedad. Comprar una casa sería sinónimo de estabilidad económica para tener una familia, con hijos y nietos. Casarse sería prioritario para alguien que piensa en sociedad, en el futuro de la civilización y en aportar a una comunidad.
A esta cosmovisión podemos agregarle una segunda reflexión sociológica: “la centralidad de lo sagrado en la cultura”. Rieff no solamente pensó en términos del individuo, también tuvo en cuenta la justificación de los valores que propone la sociedad, así que presentó tres nociones. La primera se caracteriza por el destino: es mística, en ella los valores de una cultura se justifican por algo sagrado. Carl Truman la ejemplificó de la siguiente manera:
Podríamos pensar en Licurgo, legendario gobernante de Esparta, cuyas leyes recibieron autoridad al recibir la aprobación del oráculo de Delfos. Por muy intrínsecamente sabias o pragmáticamente beneficiosas que pudieran haber sido sus leyes, fue el mito sagrado, el sello de aprobación sobrenatural, lo que les dio su verdadera autoridad.
La segunda noción ya no es tan mística, pero sí es de fe. El ejemplo es una cultura cristiana que justifica sus valores por lo que dice la Biblia. De nuevo, no es exactamente igual a la primera noción, pero es parecida, pues apela a lo sagrado para justificar sus valores. Esa es la transición entre un mundo pagano precristiano y un mundo cristiano. Pero luego se da otro cambio que nunca se había visto en la historia: una tercera noción que ya no apela a lo sagrado para justificar sus valores, más bien, las personas apelan a sí mismas.
Rieff lo dijo de esta manera:
La cultura y el orden son inseparables, el primero es el registro del segundo como una expresión sistémica de la relación práctica entre los seres humanos y el aspecto sombrío de la realidad tal como se vive. Ninguna cultura se ha conservado a sí misma sin un registro del orden sagrado. Allí, las culturas no han sobrevivido. La tercera noción cultural de una cultura que persiste independientemente de todos los órdenes sagrados no tiene precedentes en la historia humana.
Esa es la cultura que estamos viviendo hoy. ¿Por qué comprar casa no es tan valioso? ¿Por qué postergar el matrimonio? ¿Por qué la felicidad personal es más importante? La respuesta no está en un orden sagrado, en una sabiduría superior que determine los valores bajo los cuales vivir; ahora es totalmente dependiente de cada individuo. Eso, por supuesto, nos lleva a una respuesta puramente pragmática: “no me gustan las deudas”, “me gusta mi libertad”, “no me gusta tener que darle cuentas a nadie de lo que hago”, “no me gustan las ataduras”, “tener hijos es una responsabilidad muy alta, prefiero vivir más ‘relajado’”. Definitivamente, las estadísticas son solo el producto de toda una cosmovisión.
Oportunidades
Entonces, ¿cómo deberíamos reaccionar? Carl Truman escribió: “La tarea del cristiano no es quejarse del mundo en que vive, sino comprender sus problemas y responder adecuadamente a ellos”. Gandalf se lo dijo a Frodo en otras palabras: “Lo único que podemos decidir es qué hacer con el tiempo que se nos ha dado”. En realidad, quejarnos, pensar que todo tiempo pasado fue mejor (y perder de vista los horrores del pasado) o tratar de ser indiferentes a nuestra sociedad es totalmente inútil.
Debido a que la iglesia ha sido llamada a ser sal y luz para el mundo, y no a ser indiferente hacia él, propongo tres ideas sobre lo que podríamos hacer:
1. Iglesias locales fuertes
Necesitamos congregaciones que demuestren que pueden dar identidad al individuo, de manera que ser parte de una comunidad espiritual se vea como algo atractivo para los que nos rodean. En mi propia experiencia muchas veces me he cuestionado: ¿cómo hacen las personas que no son parte de la iglesia?
Mi duda ha sido bastante pragmática. Es decir, es una sensación que no simplemente recae en el concepto de salvación eterna, sino en verdad en el día a día. El apoyo, el cuidado, el consuelo que nos ha brindado mi iglesia local, a mí y a mi familia, ha sido tan excepcional que me he hecho esa pregunta.
Por supuesto, esta es una propuesta totalmente bíblica. Jesús les dijo a Sus discípulos: “En esto conocerán todos que son Mis discípulos, si se tienen amor los unos a los otros”, Juan 13:35 (NBLA). Este es uno de muchos otros pasajes que podríamos citar para demostrar que la visión de Dios para Su iglesia es una comunidad de cuidado mutuo, en la que las personas encuentren paz horizontal, no solo vertical. De esa manera, la iglesia puede llegar a ser una panacea para muchos.
Evidentemente, en la era poscovid la salud mental ha sufrido drásticamente. La iglesia puede ser consuelo y sostén en medio de la ansiedad, la preocupación y la depresión, principalmente porque ofrece un evangelio eterno y glorioso que verdaderamente trae paz eterna. También porque ofrece una comunidad sólida, que experimenta un amor que sobrepasa todo entendimiento, el cual puede atraer a quienes, en su individualismo, están suplicando por amor.
Así pues, primero podemos enfocarnos en fortalecer las iglesias locales, que se predique el evangelio como fuente principal y final de paz, pero que al tiempo crezcan la unión de los creyentes y el cuidado mutuo al que estamos llamados.
2. La familia como enfoque
Más allá de hacer una apología verbal, este mundo necesita ver que la familia es preciosa y gloriosa, al punto que desee lo que tenemos. Es posible que muchos jóvenes no deseen casarse o ser padres por el ejemplo y los paradigmas que han encontrado en sus padres y abuelos. Si un niño fue criado en un hogar sin afecto, frío e indiferente, nunca va a querer formar uno.
En este punto, podemos y debemos usar el individualismo a nuestro favor. Esto implica demostrar que se puede ser más feliz al tener familia que al no tenerla. Podría haber un impacto si la generación actual de creyentes adultos se esforzara y enfocara en tener relaciones saludables, amorosas, de gozo y paz, tal como lo propone la Palabra de Dios.
Serían familias en las que el hombre ama a su esposa como Cristo amó a la iglesia, y la mujer respeta a su esposo, como la iglesia respeta a Cristo. Queremos tener familias en las que los hijos son instruidos por sus padres, pero los padres no exasperan a sus hijos. Si vivimos en hogares satisfactorios, entonces serán atractivos para una sociedad gobernada por deseos personales, por el interés de ser felices.
3. Hablemos de felicidad
Finalmente, propongo que la iglesia aborde con más claridad y profundidad el tema de la felicidad.
¿Qué es ser felices? En realidad, no es un asunto nuevo: Aristóteles hablaba de la “eudaimonia”, que para muchos se resume simplemente en felicidad. Jesús habló del tema en el Sermón del monte: “dichosos los que…”. Este ha sido un aspecto esencial para el cristianismo y no podemos caer en el absurdo de enseñar, como muchos lo han hecho en las últimas décadas, que a los cristianos no nos interesa ser felices.
Como dijo C. S. Lewis en su ensayo El peso de la Gloria, el problema en el cristianismo no es evitar ser felices, sino más bien luchar por serlo verdaderamente, porque nos dejamos tentar por el contentamiento con cosas triviales y terrenales, cuando un gozo eterno nos es ofrecido. Los cristianos necesitamos tener claro qué es ser felices en realidad y cómo podemos lograr serlo, de manera que seamos capaces de responder en su mismo lenguaje a quienes nos pregunten por la esperanza que hay en nosotros.
Conclusión
No es tan grave lo que está sucediendo. Es diferente. Como en cada época, estamos enfrentando desafíos particulares. Lo importante es que aprendamos a responder adecuadamente a ellos.
Referencias y bibliografía
GoDaddy - Investigación sobre sueño americano
Investopedia - Razones para no comprar vivienda
Rieff en Freud: The mind of the moralist
Trueman, Carl D, El Orígen y el Triunfo del Ego Moderno, B&H, Nashville TN, p. 48
C.S. Lewis, El peso de la Gloria.
Apoya a nuestra causa
Espero que este artículo te haya sido útil. Antes de que saltes a la próxima página, quería preguntarte si considerarías apoyar la misión de BITE.
Cada vez hay más voces alrededor de nosotros tratando de dirigir nuestros ojos a lo que el mundo considera valioso e importante. Por más de 10 años, en BITE hemos tratado de informar a nuestros lectores sobre la situación de la iglesia en el mundo, y sobre cómo ha lidiado con casos similares a través de la historia. Todo desde una cosmovisión bíblica. Espero que a través de los años hayas podido usar nuestros videos y artículos para tu propio crecimiento y en tu discipulado de otros.
Lo que tal vez no sabías es que BITE siempre ha sido sin fines de lucro y depende de lectores cómo tú. Si te gustaría seguir consultando los recursos de BITE en los años que vienen, ¿considerarías apoyarnos? ¿Cuánto gastas en un café o en un refresco? Con ese tipo de compromiso mensual, nos ayudarás a seguir sirviendo a ti, y a la iglesia del mundo hispanohablante. ¡Gracias por considerarlo!
En Cristo,
Giovanny Gómez Director de BITE |