Entre el año en que se escribió el primero de los 66 libros de la Biblia hasta hoy, hay más de tres milenios de historia, que han tenido lugar en diversas áreas geográficas. Gracias a la Providencia divina, uno de esos lugares es el continente americano. En el artículo Cómo la Biblia llegó al continente americano: una historia de mártires, viajeros y milagros, publicado previamente en BITE, hicimos un resumen de esto. Pero ¿cuál es el diagnóstico actual de las Escrituras en esta región del mundo, que actualmente es la de mayor distribución? ¿Cuáles son las carencias actuales y qué propuestas podríamos tener en cuenta para ampliar este alcance y extender también las misiones?
En este artículo, Rubén del Ré, director general de las Sociedades Bíblicas Unidas, responde a esas preguntas.
Diagnóstico de la Biblia en Latinoamérica
El Nuevo Testamento da testimonio de que la Palabra del Señor crece. Ocurrió en Jerusalén, donde leemos que “crecía la Palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente” (Hch 6:7, RVR1960). Ocurrió en Judea que “la Palabra del Señor crecía y se multiplicaba” (Hch 12:24, RVR1960). Y aún en el mundo gentil de Éfeso “crecía y prevalecía poderosamente la Palabra del Señor” (Hch 19:20, RVR1960).

En muchos sentidos, podemos decir que algo similar ha ocurrido en América Latina, lo cual va de la mano con un crecimiento de las iglesias sin precedentes. Sin embargo, aún hay desafíos de traducción en nuestros países. Según las estadísticas de ProgressBible, hay 770 idiomas en este continente, de los cuales 381 tienen traducción bíblica total o parcial. En cuanto a las 389 lenguas restantes, el 83% está muriendo o en peligro de desaparecer, y de esas la mitad no tiene población registrada (como los tehuelches de Argentina).
Las tres lenguas mayoritarias de nuestro continente (español, inglés y portugués) son las de mayor distribución de biblias a nivel mundial. Y según la fraternidad de las Sociedades Bíblicas Unidas, en las Américas se encuentran el 36% de Biblias completas y el 74% de Escrituras distribuidas a nivel global.

La literatura cristiana en español está viviendo una verdadera explosión. Y, según reportó la semana pasada la Association of American Publishers, la venta de libros religiosos en los Estados Unidos creció un 18.9% en 2024. Además, según consignó Christianity Today en enero de 2025, la venta de biblias creció un 22% en ese mismo año.

Pero hoy es necesario hacer un análisis mucho más profundo, más misionero y más estratégico. Para una persona que entra a cualquier iglesia promedio en las Américas, ¿es evidente y claro que la Biblia no solo está presente, sino que está en el centro?
La Palabra en el interior de las iglesias
Hoy hay un peligro latente: ante el auge de la distribución, podemos descuidar otros aspectos muy importantes que tienen que ver con el uso de nuestro “producto” y su impacto.
- ¿Es la Biblia central en nuestra adoración, más allá de la tradición o liturgia de cada congregación?
- ¿Es evidente que el mensaje surge de la Biblia y no de la locuacidad y las anécdotas del predicador de turno?
- ¿Qué lugar ocupa el texto bíblico en el share of mind (cuota mental) de los creyentes?
- ¿De qué manera las Escrituras están conectando con las nuevas generaciones y moldeando una verdadera cosmovisión bíblica?
- ¿Estamos instruyendo adecuadamente a los nuevos conversos en la Palabra de Dios, o existe el riesgo de que, mientras nos enfocamos en “erradicar la pobreza bíblica” a través de la traducción, estemos experimentando esa misma “pobreza bíblica” dentro de la propia iglesia?
- ¿Está la Biblia presente en los hogares, no como objeto decorativo, sino como centro de la vida y el diálogo familiar?
- Y más aún: ¿está la Biblia manifestándose en nuestras iglesias, con la evidencia de vidas transformadas frente a la sociedad?

Hace un tiempo hablé con un líder muy reconocido del mundo evangélico en Argentina, quien me preguntó cuál era, a mi parecer, el mayor problema de las iglesias en este tiempo. No dudé un momento en responder: “Hemos dejado de confiar en el poder de la Palabra de Dios. El pragmatismo nos llevó a dejar de confiar en que la Palabra ‘hace’ cosas por sí misma, sin nuestra ayuda: ‘es viva y eficaz’”. Este problema no se soluciona con un “proyecto”, sino con arrepentimiento.
Alguien podría argumentar: “Bueno, pero nuestro mensaje es Cristo, no un Libro”. Eso es verdad. Pero es solamente cuando leemos, estudiamos, meditamos y predicamos este Libro, que podemos tener una visión clara de Jesucristo.
John Stott escribió hace cinco décadas: “Hay una sola manera de obtener conceptos claros, verdaderos, elevados de Cristo, y es mediante la Biblia (…). La Biblia es el retrato de Jesucristo”. De hecho, el mismo Señor lo afirmó: “...las Escrituras (...) dan testimonio de Mí” (Jn 5:39, RVR1960).

Martín Lutero escribió: “Donde se encuentra la Palabra, allí está Cristo. Por lo tanto, donde se encuentra la Palabra, allí también está el Espíritu Santo (...). La Escritura no es el simple registro de la revelación dada hace tiempo, sino el medio para la manifestación de la revelación hoy (…). Las Escrituras son cosas vivientes que nos hacen vivir”.
Por todo lo anterior, en la Sociedad Bíblica Argentina tenemos tres convicciones centrales:
- Las Escrituras deben estar en el centro de la vida y la misión de la Iglesia.
- Cristo es el centro de las Escrituras.
- Por lo tanto, cuando la Biblia está en el centro, Cristo está en el centro.
Entonces la pregunta de rigor es: ¿cómo podemos manifestar esa centralidad de las Escrituras en nuestras iglesias? Más allá de los énfasis de cada denominación o tradición eclesiástica, ¿cómo podemos demostrar o hacer evidente que la Biblia está en el centro?

Propuestas para abordar las carencias actuales
Las siguientes son siete propuestas para abordar los desafíos anteriormente mencionados. Estas ideas expresan algo así como “el sueño de una revolución bíblica” en nuestro continente.
1. Hacer una lectura pública de las Escrituras en todos los cultos
Timoteo tenía que lidiar con muchos temas en la iglesia de Éfeso, pero el apóstol le hizo un encargo muy preciso: “Mientras llego, dedícate a leer en público las Escrituras, a animar a los hermanos y a instruirlos” (1 Ti 4:13, DHH)
Enfrentamos el desafío de reinstalar la lectura pública de las Escrituras en nuestros cultos. La música no solo ocupó el centro del escenario, sino el escenario completo, y nos hemos olvidado de que leer la Biblia como congregación es un componente central de la adoración del pueblo de Dios. Ese acto debe ser mucho más que una simple lectura de corrido, porque es la transmisión pública de la voz de Dios, la misma que creó el mundo, la que “desgaja las encinas, y desnuda los bosques” (Sal 29.9), la que calma la tempestad y la que levanta a los muertos.

Como dice el conocido predicador: “La primera exposición del texto se da en la propia lectura de la Escritura”. La Palabra debe tocar el corazón del que lee. Y al leer, debe estar convencido de que esas palabras tienen un poder que procede directamente de la boca de Dios.
En Nehemías 8, Esdras abrió “el libro de la ley de Moisés (...) a ojos de todo el pueblo, (...) y cuando lo abrió, todo el pueblo estuvo atento (...). Y leían en el libro de la ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura” (Neh 8:1, 5, 8, RVR1960). Al principio, “el pueblo lloraba oyendo las palabras de la ley” (v. 9), para luego descubrir que “el gozo de Jehová es vuestra fuerza” (v. 10). Arrepentimiento, adoración, gozo y fortaleza. Todo esto fue el resultado de la lectura pública de la Palabra de Dios.

2. Promover la predicación expositiva de la Biblia
Pablo le escribe una segunda carta a Timoteo. Está en la cárcel, listo para ser sacrificado. “Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en Su manifestación y en Su reino, que prediques la Palabra” (2 Ti 4:1-2).
Los que predicamos necesitamos confiar más en el poder del Espíritu Santo y menos en nuestras propias capacidades. Proponemos regresar a la predicación expositiva de la Biblia, pero no tanto como método homilético (aunque es muy bueno), sino como principio teológico. Leer la Palabra de Dios y explicarla para que la gente la entienda.

Esto es particularmente importante para las personas más sencillas. “La exposición de Tus palabras alumbra; hace entender a los simples” (Sal 119:130). Predicar expositivamente significa proclamar lo que está escrito, lo que está allí, para que la gente escuche la voz de Dios y no la nuestra. John Stott, lo expresó con claridad: “El secreto esencial no es dominar ciertas técnicas sino estar dominado por ciertas convicciones”. Por ejemplo, la convicción de que Dios habló y sigue hablando a través de la Biblia.
Esto no significa imponer una carga sino quitarla. No se trata de mi elocuencia, mi erudición o mis historias. Somos simples heraldos, que debemos anunciar un mensaje que nos fue dado. El mensaje es de Dios y está escrito. Como decía el mismo Stott: “Cuanto menos el predicador interfiera entre la Palabra y sus oyentes, mejor”.
Otras veces hemos creado un conflicto entre hacer énfasis en la Palabra o hacer énfasis en el Espíritu. Pero ese conflicto no debe existir porque son inseparables. La Palabra de Dios es la espada del Espíritu (Ef 6:17). R. A. Torrey, compañero de Moody, escribió hace más de 100 años: “El secreto de la vida efectiva es conocer el poder del Espíritu por medio de la Palabra. El secreto del servicio efectivo es usar la Palabra en el poder del Espíritu”.

3. Fomentar la memorización bíblica
No me refiero simplemente a una actividad para los niños de la escuela dominical, sino a una disciplina espiritual para todas las edades, incluidos los adultos mayores. Dallas Willard escribió: “Si yo tuviera que elegir entre todas las disciplinas de la vida espiritual, escogería la memorización de la Biblia, porque es un camino fundamental para llenar nuestra mente con lo que ella necesita”.
Dios se lo dijo a Josué: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él” (Jos 1:8). Pablo les escribió a los Colosenses: “La Palabra de Cristo more en abundancia en vosotros” (Col 3:16). Y a los Efesios les dijo: “hablen entre ustedes con salmos” (Ef 5:19). ¿Cómo puedo hablar con salmos? Guardándolos en mi mente y corazón, a través de la memorización.
El mandamiento es meditar en la Palabra día y noche. La memorización es un paso fundamental para la meditación. Los estudios muestran que después de 24 horas, podemos recordar con exactitud el 5% de lo que oímos, el 15% de lo que leímos, el 35% de lo que estudiamos, pero el 100% de lo que memorizamos.

4. Ayudar a las nuevas generaciones a desarrollar una cosmovisión bíblica
Esta propuesta es más compleja que las anteriores, pero representa una necesidad enorme. Una cosmovisión es una visión general del mundo. Las cosmovisiones determinan la forma en que vemos las cosas, igual que unos lentes con cristales de color. Es decir, no se trata de lo que vemos, sino de los anteojos que utilizamos para ver.
Necesitamos animar a las nuevas generaciones no solo a leer la Biblia sino también a pensar desde la Biblia. A que, como dice el Dr. John Piper, la Palabra de Dios no sea simplemente el cuadro que analizo en la pared sino la ventana a través de la cual miro todas las cosas.b¿Cómo podemos ayudar a las nuevas generaciones a construir puentes entre el sermón del domingo, la oficina del lunes y la universidad del martes? ¿Cómo cerrar la brecha entre lo sagrado y lo secular?

5. Revitalizar la enseñanza de toda la Escritura en nuestras iglesias
En los últimos años han mermado las actividades de enseñanza bíblica en muchas congregaciones. Programas como la “escuela bíblica dominical” han sido descontinuados y, lamentablemente, muchas veces no se les ha reemplazado por nuevos espacios de enseñanza bíblica.
Podemos pensar la enseñanza de la Biblia en diferentes dimensiones:
- “A lo ancho”, presentando una visión general de la Biblia. ¿Cómo se compone? ¿Por qué hay un Antiguo Testamento y uno Nuevo? ¿Cómo se formó el pueblo de Israel y qué promesas le hizo Dios a Abraham? ¿Quiénes fueron Moisés y Josué? ¿Y Rut? ¿Cuál era la tarea de los profetas? ¿Qué enseñó Jesús? Y, sobre todo, ¿qué hizo? ¿Cómo nació la Iglesia cristiana, y qué enseñaron los apóstoles?
- “A lo largo” de las Escrituras, ayudando a ver cómo encajan sus distintas partes (lo que algunos llaman una teología bíblica). ¿Cómo se relaciona el antiguo pacto con el nuevo? ¿Cómo se cumplen las profecías, desde el Génesis hasta Malaquías, en la Persona y la obra de Cristo? ¿Y cómo me ubico yo en esa gran historia de la redención?
- También podemos ir “a lo profundo”, desde una visión más sistemática. ¿Qué enseña toda la Biblia acerca del amor de Dios? ¿Y de Su santidad y justicia? ¿Y qué enseña acerca del pecado? ¿Cuál es la naturaleza de la Iglesia? ¿Cuál es la maravillosa esperanza que nos aguarda?
En otras palabras, y usando la expresión del apóstol, el propósito es enseñar “todo el consejo de Dios”, lo cual no sucede en las iglesias contemporáneas promedio.

6. Incentivar la lectura diaria de las Escrituras en el seno del hogar
Los puritanos consideraban que el culto familiar era la columna vertebral de la sociedad, por lo que excluían de la comunión a un hombre si no conducía a su familia a la adoración. Claro que uno podría decir: “Pero estamos en el siglo XXI, no en el XVII. Los tiempos, las sociedades y hasta los modelos familiares han cambiado”. Sin embargo, podemos encontrar maneras de hacerlo, y esto es particularmente importante para los nuevos creyentes.
Pienso en esas madres solas, que tanto vemos en nuestras iglesias, luchando con la vida y con sus hijos. ¿Podemos animarlas a que, cuando lleguen de ganar el pan y antes de cenar, abran la Biblia y se la lean a sus pequeños? ¿Creemos que va a pasar algo? ¿Creemos verdaderamente en el poder transformador de la Palabra de Dios? Un hogar lleno de la Palabra es la mejor herencia que pueden recibir los hijos.
Hoy muchos “tercerizan” la enseñanza bíblica en la Iglesia, pero la escuela dominical es el plan B. El plan A es el hogar. Si la Biblia preside la mesa familiar, la iglesia local lo va a notar. Se va a crear una atmósfera de adoración, de confesión, un clima de comunión, un nivel de conversación y de diálogo que revolucionará a las familias y será un testimonio para los que no conocen al Señor.

7. Hacer visible el poder de la Palabra mediante vidas transformadas, que vencen el pecado y aman al prójimo de manera práctica y sacrificial
Todo lo que compartimos antes tiene que ver con el uso de la Biblia, pero este último tiene que ver con su poder. Porque “toda la Escritura” tiene el propósito de que “el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Ti 3:16-17). Por supuesto, podemos pensar en muchas otras manifestaciones de esa centralidad, las cuales ya estamos trabajando:
- Evangelizar con la Biblia
- Orar la Biblia
- Cantar la Biblia
- Consejería bíblica y otros
Si la Biblia está en el centro, el resultado serán, justamente, vidas transformadas desde el centro.

Sembrar la Palabra para cosechar transformación
Todos los cristianos seguramente compartimos unos mismos anhelos:
- Ver personas que creen el Evangelio a través de la Biblia.
- Ver cristianos que leen y comparten la Palabra de Dios, y encuentran su deleite en ella.
- Ver hogares con biblias abiertas, como parte de la cotidianidad.
- Ver iglesias que predican y enseñan fielmente las Escrituras, convencidas de su poder y suficiencia.
- Ver un espacio público donde los cristianos encarnan sus valores.
- En definitiva: ver un continente transformado por la Palabra de Dios.
Desde la sociedad bíblica que represento hemos asumido el compromiso de ayudar a las iglesias locales en cada uno de estos desafíos, a través de materiales, programas, conferencias y eventos. Estamos trabajando en cooperación con distintos ministerios a fin de sumar fuerzas, porque no alcanza con tener la Biblia en la mano; debe estar en nuestra mente y corazón, en nuestro hablar, en nuestra mesa familiar y en nuestro trabajo, transformando nuestra vida e impactando la de los demás. ¿Podemos clamar al Señor y trabajar por una verdadera “revolución bíblica” en nuestro continente?
Nota del editor: Este artículo está basado en la intervención que Rubén del Ré hizo en la Reunión de secretarios generales de las Sociedades Bíblicas de las Américas y el Caribe, que fue organizada por la Sociedad Bíblica de Panamá y celebrada el 18 de marzo de 2025.
Referencias y bibliografía
El Predicador Cristiano: Entre Dos Mundos (1982) de John Stott
Toda la Biblia, toda la Iglesia de John Stott
El Espíritu de las Disciplinas: Entendiendo Cómo la Vida Espiritual Transforma la Vida Diaria (1988) de Dallas Willard
Predicación Cristo-Céntrica: Recuperando el Poder del Evangelio (1994) de Bryan Chapell
El Ministerio del Espíritu Santo (1898) de R. A. Torrey
In a Bible Publishing Boom, All Scripture Is Profitable | Christianity Today
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