A lo largo de la historia, los puritanos han sido objeto de ridiculización y calumnias, lo que ha distorsionado su verdadera imagen. Desde el siglo XVI, el término “puritano” fue acuñado como un insulto para describir a aquellos que criticaban el estado de la Iglesia de Inglaterra bajo el reinado de Isabel I. Con el tiempo, el término adquirió una connotación política y se usó para referirse a quienes se oponían a la monarquía de los Estuardo, presentándolos como extremistas religiosos y sociales. Durante la Restauración en Inglaterra, el sentimiento antipuritano se intensificó, y en Norteamérica, esta aversión se consolidó después de la época de Jonathan Edwards, alcanzando su punto máximo en la Nueva Inglaterra postpuritana.
Sin embargo, en las últimas décadas, los estudiosos han trabajado para redescubrir la verdadera naturaleza de los puritanos, eliminando las ideas erróneas sobre ellos. Investigadores como Perry Miller, William Haller y Edmund Morgan han demostrado que los puritanos eran personas disciplinadas, cultas y profundamente comprometidas con su fe, lejos de la imagen de fanatismo e intransigencia que se les ha atribuido. Eran ciudadanos responsables, con un fuerte sentido de principios y virtudes domésticas. Gracias a estos estudios, la visión convencional de los puritanos ha sido transformada, revelando su verdadera identidad y legado.
Pero a pesar de esto, la sugerencia de que necesitamos a los puritanos —nosotros, occidentales con toda nuestra sofisticación y con todo el dominio que tenemos tanto en las áreas sagradas como en las seculares— puede resultar ser una idea que ofenda y provoque el descontento de algunos. Y eso se debe a que no es fácil que muera la creencia de que los puritanos (aunque ciudadanos responsables) eran cómicos, patéticos, supersticiosos, ingenuos, primitivos, demasiado serios, excesivamente escrupulosos, preocupados por cosas sin importancia, e indispuestos o incapaces de relajarse. Y en ese sentido, muchos se preguntan: ¿qué cosa que nosotros necesitamos podría ser obtenida de unos fanáticos como esos? Respuesta: su madurez.

Madurez forjada en el crisólito de la prueba
La madurez de los puritanos es una combinación de sabiduría, buena voluntad, resiliencia y creatividad. Son gigantes espirituales en comparación con el cristianismo moderno, que es superficial y antropocéntrico. Mientras que el protestantismo contemporáneo tiende a ser permisivo, sentimental y orientado al éxito, los puritanos eran personas de profunda fe, con una pasión serena y una compasión ferviente. Se destacaban por su capacidad para creer, esperar, actuar y sufrir con perseverancia.
El contexto en el que se formó su madurez fue marcado por la adversidad. En Inglaterra, enfrentaron persecución religiosa y fueron rechazados por la Iglesia anglicana debido a sus convicciones reformadas. Aquellos que emigraron a la Nueva Inglaterra tampoco encontraron un camino fácil, pues las condiciones climáticas eran extremas y la supervivencia estaba en constante peligro. En ambas situaciones, los puritanos fueron moldeados por la lucha, desarrollando un carácter fuerte e incansable. Esto los hizo fieles sucesores de Moisés, Nehemías y el apóstol Pablo.
Más allá de las dificultades externas, los puritanos libraron una guerra moral constante. Se vieron a sí mismos como soldados peregrinos del Señor, enfrentando oposición en cada paso de su vida. John Geree, escribió en su tratado The Character of an Old English puritane or Nonconformist (El carácter de un viejo puritano inglés, o inconformista): “Él consideró su vida entera como una guerra, en la que Cristo era su capitán, sus brazos, sus oraciones, y sus lágrimas. Su estandarte era la Cruz, y su palabra [lema] era Vincit qui patitur [aquel que sufre vencerá]”. Aunque perdieron muchas batallas públicas, mantuvieron su firmeza moral y espiritual.

No lograron reformar completamente la Iglesia de Inglaterra ni establecer una Nueva Jerusalén en América, pero su resistencia bajo la opresión y la presión constante les otorgó un lugar de honor en la historia de la fe cristiana, de la cual Hebreos 11 es la primer galería de creyentes. Fue a partir de esta experiencia constante de ser metidos al horno que se forjó su madurez y que su sabiduría concerniente al discipulado fue refinada. George Whitefield, el evangelista, escribió lo siguiente con respecto a ellos:
Los pastores nunca escriben o predican tan bien como cuando están bajo una cruz; pues en ese momento el Espíritu de Cristo y de gloria descansa sobre ellos. Sin duda, eso fue lo que hizo que los puritanos fueran (...) antorchas tan ardientes y luminosas. Cuando fueron expulsados por la ley negra de Bartolomé [El Acta de uniformidad de 1662] y removidos de sus respectivos cargos para predicar en graneros y campos, en los caminos y en los vallados, entonces, de una manera especial, ellos escribieron y predicaron como hombres con autoridad. Y aunque muertos, todavía hablan a través de sus escritos; los cuales siguen conservando una unción especial en nuestros días.

Seis lecciones de los puritanos para nosotros
Pero esa unción especial sigue vigente. Todavía es posible sentir esa autoridad y esa sabiduría madura sigue siendo capaz de robar el aliento, tal como lo han descubierto por sí mismos todos los que recientemente se han convertido en lectores de la literatura puritana. A través del legado de esta literatura, los puritanos pueden ayudarnos hoy en día a encaminarnos hacia la madurez que ellos conocían, y que nosotros necesitamos. ¿De qué maneras pueden hacer eso? Permítanme sugerir lecciones que los puritanos tienen para nosotros en seis áreas específicas.

1. Integración de la vida diaria
Los puritanos vivían con una perspectiva holística de la vida, donde no existía una división entre lo sagrado y lo secular. Para ellos, toda actividad debía realizarse para la gloria de Dios, lo que los llevó a ser personas organizadas, realistas y entregadas a la oración. Integraban la contemplación con la acción, la adoración con el trabajo, y el amor por Dios con el amor por el prójimo. Su meticulosidad no solo era extrema comparada con la nuestra, sino que también les permitía estructurar de manera equilibrada todas sus responsabilidades cristianas.
Tenían una “regla de vida” bien definida, lo que los ayudaba a planificar su tiempo con sabiduría, asegurando que todas las cosas buenas e importantes estuvieran dentro de sus días. En contraste, los cristianos modernos tienden a vivir de manera dispersa, sin una planificación clara, lo que los deja abrumados y distraídos. De los puritanos podemos aprender la importancia de la disciplina espiritual y la estructuración de nuestras vidas en función de nuestra fe, evitando que nuestras actividades se vuelvan desconectadas o carentes de propósito.

2. Calidad de la experiencia espiritual
La relación de los puritanos con Dios estaba centrada en Jesucristo y profundamente enraizada en las Escrituras. Veían la Biblia como la Palabra de Dios y la norma suprema para sus vidas, y por ello la meditaban de manera sistemática. Su enfoque no era simplemente teórico, sino práctico: se examinaban a sí mismos constantemente para detectar pecados ocultos y crecer en santidad. Su meditación se reflejaba en su predicación, donde aplicaban la Palabra de Dios de manera directa y transformadora. Practicaban la autoexaminación no con un espíritu mórbido, sino con la intención de fortalecer su gratitud y confianza en Cristo.
Esto les daba paz y gozo, a diferencia de la tendencia moderna hacia una espiritualidad emocionalmente fluctuante y centrada en experiencias superficiales. Hoy, muchos cristianos carecen de la profundidad espiritual de los puritanos y son fácilmente engañados por sentimentalismos disfrazados de piedad. La enseñanza puritana nos muestra la importancia de un cristianismo basado en el conocimiento bíblico sólido, la introspección guiada por la Escritura y una relación con Dios que sea tanto intelectual como afectiva, evitando caer en el legalismo o en un emocionalismo vacío.

3. Pasión por la acción eficaz
Los puritanos no eran meros soñadores, sino personas de acción comprometidas con la transformación de su entorno. Eran activistas espirituales que dependían totalmente de Dios, pero también trabajaban con diligencia en cada aspecto de sus vidas. Creían que cada tarea debía ser hecha con excelencia y oración, desde la guerra hasta la predicación y la vida cotidiana.
Mientras que los cristianos modernos tienden a ser pasivos y a conformarse con un cristianismo pietista sin impacto en la sociedad, los puritanos buscaban influenciar su entorno, orando y actuando con fervor para lograr una Inglaterra y una Nueva Inglaterra santas. En contraste con la complacencia de los creyentes actuales, quienes a menudo evitan comprometerse en asuntos públicos o buscan simplemente encajar en la cultura, los puritanos entendían que la fidelidad a Dios implicaba un llamado a la acción. Su ejemplo nos desafía a recuperar una fe activa y comprometida, donde el fervor espiritual se traduzca en una transformación real de la sociedad.

4. Programa de estabilidad para la familia
Los puritanos desempeñaron un papel crucial en la formación del concepto de la familia cristiana en el mundo de habla inglesa. Consideraban el matrimonio como una relación basada en la amistad y el compromiso a largo plazo, más que en la emoción del momento. Criaban a sus hijos en la fe, enseñándoles a ser adultos responsables y piadosos. En un tiempo de dificultades económicas y alta mortalidad infantil, las familias puritanas eran escuelas de carácter y resiliencia.
A pesar de vivir en condiciones adversas, mantenían el orden, la paciencia y la adoración en el hogar. También veían su familia como su primer campo de ministerio, asegurándose de que sus hijos nacieran de nuevo para Dios. Hoy, cuando la vida familiar es frágil y el divorcio es común, el modelo puritano ofrece un contraste radical con la tendencia moderna hacia el individualismo y la autosatisfacción. En una época donde los padres suelen consentir materialmente a sus hijos mientras los descuidan espiritualmente, los puritanos nos enseñan la importancia de la disciplina, la estabilidad y el enfoque en el propósito divino dentro del hogar.

5. Sentido de la dignidad humana
Los puritanos tenían un fuerte sentido de la dignidad humana porque veían a cada persona como creada para ser amiga de Dios. Creían en la grandeza del alma humana y la seriedad de las cuestiones morales y eternas. Aunque en ocasiones no trataron con respeto a quienes diferían de sus puntos de vista, tenían una apreciación profunda por la nobleza de la santidad y la importancia de la vida humana. En contraste, la sociedad moderna, especialmente en las ciudades, ha erosionado la noción del valor eterno de cada individuo. El sentido puritano de la dignidad humana puede ser un antídoto contra esta indiferencia, ayudándonos a recuperar la visión bíblica de la vida y la importancia de cada persona en el plan de Dios.
6. Ideal de la renovación de la Iglesia
Para los puritanos, la renovación de la Iglesia no era solo una cuestión de ortodoxia o liturgia, sino un avivamiento espiritual profundo que transformara a cada creyente. Buscaban una reforma que no solo cambiara las estructuras eclesiales, sino que llevara a una iglesia vibrante, llena de fervor por Dios y comprometida con la santidad. Richard Baxter, en El pastor renovado, enfatizaba que un pastor reformado no era simplemente aquel que defendía el calvinismo, sino aquel cuyo ministerio reflejaba un avivamiento genuino. La visión puritana de la reforma eclesiástica nos desafía a buscar un cristianismo que no se conforme con la corrección doctrinal, sino que también persiga la renovación espiritual de cada creyente y de la Iglesia en su conjunto.

Completar la Reforma en Inglaterra
Durante mucho tiempo, los puritanos fueron malinterpretados y reducidos a estereotipos negativos, pero en las últimas décadas, los estudios académicos han redescubierto la riqueza de su legado. Investigaciones clave en la primera mitad del siglo XX demostraron que el puritanismo no era un movimiento reaccionario o ignorante, sino una tradición intelectual y espiritual profundamente estructurada. Lejos de ser un simple rechazo a la cultura medieval o renacentista, el puritanismo representaba un sistema de pensamiento y vida basado en una teología robusta y una ética reformada. Esta reevaluación académica ha permitido reconocer que los puritanos fueron, en esencia, constructores de una cosmovisión cristiana integral, con una influencia duradera tanto en la Iglesia como en la sociedad.
El puritanismo surgió como una continuación de la Reforma protestante, con raíces en la obra de William Tyndale y otros reformadores ingleses. Se caracterizó por un énfasis en la centralidad de la Biblia, la pureza doctrinal y la piedad práctica. Figuras como John Knox, John Owen y Richard Baxter defendieron un cristianismo comprometido con la autoridad de las Escrituras, la santidad de la Iglesia y una aplicación rigurosa de la ética cristiana. Su objetivo era reformar la Iglesia y la sociedad en todos sus aspectos, promoviendo un orden moral y religioso basado en la soberanía de Dios. En términos intelectuales, el puritanismo combinaba la herencia medieval con una teología protestante renovada, y en términos espirituales, representaba una forma de monasticismo reformado, practicado en la vida cotidiana y sin votos formales.
El gran propósito de los puritanos era completar la Reforma de Inglaterra, estableciendo un culto purificado, una disciplina eclesiástica efectiva y una sociedad gobernada por principios evangélicos. Su visión era transformar Inglaterra en un modelo de santidad que sirviera de ejemplo para el mundo. Sin embargo, este ideal enfrentó resistencia y terminó marchitándose durante la persecución sufrida entre 1660 y 1689, cuando la restauración monárquica revirtió muchos de sus avances. A pesar de ello, su legado no desapareció, pues su impacto teológico, eclesiástico y cultural continuó influyendo en generaciones posteriores, dando forma al cristianismo evangélico y a la moral social en los siglos siguientes, hasta hoy.
Nota del editor: Este artículo fue desarrollado por el equipo de redacción BITE Y está basado en el libro En pos de los puritanos y su piedad, escrito por J.I. Packer. El contenido fue tomado del capítulo 2, titulado “Por qué se necesitamos a los puritanos”; allí se encuentran las notas y referencias. Puedes descargar el capítulo completo a continuación y adquirir el libro a través de Amazon.
Apoya a nuestra causa
Espero que este artículo te haya sido útil. Antes de que saltes a la próxima página, quería preguntarte si considerarías apoyar la misión de BITE.
Cada vez hay más voces alrededor de nosotros tratando de dirigir nuestros ojos a lo que el mundo considera valioso e importante. Por más de 10 años, en BITE hemos tratado de informar a nuestros lectores sobre la situación de la iglesia en el mundo, y sobre cómo ha lidiado con casos similares a través de la historia. Todo desde una cosmovisión bíblica. Espero que a través de los años hayas podido usar nuestros videos y artículos para tu propio crecimiento y en tu discipulado de otros.
Lo que tal vez no sabías es que BITE siempre ha sido sin fines de lucro y depende de lectores cómo tú. Si te gustaría seguir consultando los recursos de BITE en los años que vienen, ¿considerarías apoyarnos? ¿Cuánto gastas en un café o en un refresco? Con ese tipo de compromiso mensual, nos ayudarás a seguir sirviendo a ti, y a la iglesia del mundo hispanohablante. ¡Gracias por considerarlo!
En Cristo,
![]() |
Giovanny Gómez Director de BITE |