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A lo largo de las últimas décadas se han hecho grandes descubrimientos en el campo de la arqueología bíblica. Seguramente habrás escuchado del descubrimiento de alguna ciudad, alguna sinagoga de los primeros siglos, un sello de un rey, canastas, construcciones, palacios y acueductos de los tiempos bíblicos. Todos estos hallazgos son llamativos en sí mismos porque nos dan una perspectiva de cómo era el mundo bíblico en su origen. Sin embargo, hay muchas más razones de fondo para que arqueólogos, antropólogos, lingüistas y académicos de otros campos se comprometan en este tipo de búsquedas.
La arqueología bíblica puede también dar sostén y firmeza a los relatos bíblicos, ayudando a confirmar algunas de las historias que son narradas en la Biblia o señalando la plausibilidad de estos relatos. A lo largo de los años se han descubierto importantes piezas arqueológicas que han ayudado a los arqueólogos y a los cristianos a confirmar con mucha mayor certeza los contextos y escenarios descritos en los textos bíblicos.
Pero antes de abordar estas importantes razones en mayor profundidad, las cuales pueden llevar a todo tipo de discusiones sobre el mundo de la Biblia y la forma en que interpretamos la Revelación, es preciso identificar qué es la arqueología bíblica, cuál es su objeto de estudio, su historia y los aportes que esta disciplina le ha brindado al mundo.
¿Qué es la arqueología bíblica? Definiendo el campo de estudio
La arqueología bíblica es una escuela académica y una rama de los estudios bíblicos y de la arqueología levantina. La arqueología bíblica estudia los sitios arqueológicos del Antiguo Oriente Próximo y especialmente de Tierra Santa (también conocidos como Palestina, la Tierra de Israel y Canaán) de los tiempos bíblicos.
Este campo de estudio emergió como una disciplina académica a finales del siglo XIX, con el impulso de arqueólogos británicos y estadounidenses, con el objetivo de confirmar la historicidad de la Biblia. Entre los años 1920, justo después de la Primera Guerra Mundial, cuando Palestina estaba bajo el dominio británico, y entre la década de los sesenta, la arqueología bíblica se convirtió en una disciplina dominante entre la escuela americana de arqueología levantina bajo el liderazgo de figuras tales como William F. Albright y G. Ernest Wright. Este trabajo fue principalmente financiado por iglesias y liderado por teólogos. Desde finales de los años sesenta, la arqueología bíblica fue influenciada por la arqueología procesual, la “Nueva Arqueología”, y enfrentó diversos problemas que hicieron que el enfoque religioso de la misma se hiciera a un lado en el marco de las investigaciones. Esto ha llevado a las escuelas americanas a hacer un cambio desde los estudios bíblicos y a enfocarse en la arqueología de la región y en su relación con los textos bíblicos, en lugar de probar o refutar los relatos bíblicos.
Fuentes de la arqueología bíblica
La Biblia Hebrea es la principal fuente de información acerca de la región de Palestina y principalmente cubre el periodo conocido como la Era de Hierro. Por lo tanto, la arqueología puede proveer perspectivas que la historiografía bíblica no puede darnos. El estudio comparativo de los textos bíblicos y de los descubrimientos arqueológicos ayuda a entender el Antiguo Oriente Próximo, las personas de estos contextos y sus culturas. Aunque tanto la Biblia Hebrea como el Nuevo Testamento son tomados en cuenta, la mayoría de los estudios se centran fundamentalmente en la Biblia Hebrea.
Uso del término “arqueología bíblica”
El término arqueología bíblica es usado por los arqueólogos israelíes y por los medios de comunicación, así como en relación a la audiencia de habla inglesa, en referencia a lo que es conocido en hebreo como “arqueología israelí”, y para evitar usar el término de arqueología palestina. En este sentido, esta definición ha sido usada con ciertos matices políticos y nacionalistas dentro de la comunidad académica israelí.
Los orígenes de la arqueología bíblica
Antes de que la disciplina se estableciera en un terreno netamente académico, las visitas a Oriente Próximo y la búsqueda de reliquias que dieran indicios de la veracidad de los relatos bíblicos fue algo común en el mundo cristiano.
El primer gran registro de una búsqueda arqueológica no académica en Tierra Santa se remonta al siglo IV, cuando Helena de Constantinopla, la madre del Emperador Constantino, viajó a Jerusalén para recuperar objetos sagrados y “reliquias” con el fin de impulsar y confirmar la religiosidad entre los cristianos del Imperio romano. Helena hizo trasladar hasta Roma las escaleras del palacio de Poncio Pilato, pues según la tradición por estas habría caminado Jesús cuando fue juzgado y condenado a muerte por el procurador romano. Helena también fue reconocida por buscar las reliquias de la “Vera Cruz”, la verdadera cruz en la que fue crucificado Jesús. En su búsqueda por encontrar la cruz donde Jesucristo murió, Helena hizo demoler el templo dedicado a la diosa Venus erigido en el monte Calvario y ordenó una excavación sobre el lugar, luego de esto reclamó haber encontrado la cruz en la que Jesús fue crucificado.
Aunque muchos de los “descubrimientos arqueológicos” de Helena han sido considerados como inauténticos, algunos otros, como es el caso de la Escalera del palacio de Poncio Pilato, si bien no están confirmados plenamente como fidedignos, parecen ser auténticos. El reformador alemán Martín Lutero habría subido de rodillas por la Escalera de Pilato luego de su viaje a Roma, ya que según las creencias populares de su tiempo seguir el camino de Jesús por la Escalera brindaba el perdón de los pecados a los penitentes.
Si bien los hallazgos de Helena y de otros peregrinos cristianos que viajaban a Tierra Santa, tal y como sucedía en la época de las cruzadas, fueron muchas veces puestos en duda por los escépticos, la tradición de la búsqueda de reliquias se puede catalogar como una forma de proto-arqueología. Esta primera forma de arqueología puede indicarnos las verdaderas intenciones y la importancia misma de buscar objetos relacionados con los relatos bíblicos. La búsqueda de reliquias, la creencia en ellas o su fabricación de forma deliberada, tenían la función de aumentar la fe de los creyentes al tiempo que servían como un incentivo para que los fieles visitarán ciertos lugares de culto de manera más frecuente y dejarán en ellos sus ofrendas. Por estas mismas razones, la historia de las reliquias cristianas no ha estado exenta de enormes fraudes y fabricaciones.
La arqueología como una disciplina consolidada surgirá mucho tiempo después de la búsqueda de reliquias medievales, la cual también era en sí misma una forma de caza de tesoros y fuente de incentivos económicos para quienes se involucraban en ella. Así, el estudio de la arqueología bíblica comenzó al mismo tiempo que la arqueología general en el siglo XIX, y naturalmente su desarrollo se relaciona con el descubrimiento de artefactos altamente importantes.
De esta manera, los desarrollos de la arqueología bíblica han sido clasificados en diferentes periodos:
Antes del mandato británico en Palestina
Las primeras exploraciones arqueológicas comenzaron en el siglo XIX y fueron lideradas principalmente por los europeos. Hubo renombrados arqueólogos trabajando en ese tiempo y uno de los más conocidos fue Edward Robinson, quien descubrió un número de ciudades antiguas.
El Fondo de Exploración Palestina, fue creado en 1865, con la Reina Victoria como su más grande patrocinadora. Grandes investigaciones fueron llevadas a cabo alrededor del Templo de Jerusalén en la década de 1860 por Charles Warren y Charles William Wilson, por quien la “Arca de Wilson” ha sido nombrada.
La Sociedad de Exploración Americana Palestina fue fundada en 1870. En ese mismo año, un joven arqueólogo francés, Charles Clermont-Ganneau, llegó a Tierra Santa con el fin de estudiar dos notables inscripciones: La Estela Mesha en Jordán y varias inscripciones en el Templo de Jerusalén. Otra personalidad entró en la escena en 1890, cuando Sir William Matthew Flinders Petrie, quien se había hecho conocido como “el padre de la arqueología palestina”. En Tell-el Hesi, Petrie sentó las bases de las exploraciones metodológicas al darle una gran importancia al análisis de las cerámicas como objetos arqueológicos. En efecto, la recuperación de fragmentos u objetos sirvió para fijar la cronología de múltiples acontecimientos con mucha mayor precisión, ya que los objetos de cerámica tenían características específicas según el momento histórico.
En 1889, la orden católica de los dominicos abrió la Escuela Arqueológica y Bíblica de Jerusalén, la cual se convertiría en una entidad renombrada en este campo a nivel mundial. Autoridades destacadas como el presbítero M. J. Lagrange y L. H. Vicent surgieron como figuras importantes de esta escuela.
En 1898, La Sociedad Alemana Oriental fue fundada en Berlín por el emperador Guillermo II de Alemania. Muchas otras organizaciones similares fueron fundadas durante esta época con el objetivo de impulsar la naciente disciplina de la arqueología bíblica, aunque los investigadores de aquella época tenían como único objetivo probar la veracidad de los relatos bíblicos.
Durante el Mandato británico en Palestina
De 1922 a 1948:
La investigación y la exploración de Tierra Santa se incrementó considerablemente durante este periodo y fue dominada por el genio de William Foxwell Albright, de la iglesia metodista de los Estados Unidos, por C. S. Fischer, los jesuitas y los dominicos. La era de los descubrimientos arqueológicos cerró con un gran avance: El descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto en Qumran en 1947, así como la subsecuente excavación de los mismos, la cual sería en parte dirigida por el presbítero francés Roland de Vaux.
Después del Mandato Británico
1948 marcó el comienzo de una nueva era política y social para Tierra Santa con la fundación del Estado de Israel y la entrada a la escena de los arqueólogos israelíes. Inicialmente las excavaciones estaban limitadas al territorio del estado de Israel, pero después de la Guerra de los Seis Días, las investigaciones se extendieron a los territorios ocupados de Cisjordania. Una importante figura en la arqueología de este periodo fue Kathleen Kenyonee, quien dirigió las excavaciones de Jericó y de la colina de Ophel en Jerusalén.
Crystal Bennett lideró las excavaciones de Petra y la ciudadela de Amman. Los museos arqueológicos de las órdenes franciscana y dominica también son particularmente notables en Israel.
La arqueología bíblica hoy
La arqueología bíblica del siglo XXI es llevada a cabo frecuentemente por equipos internacionales patrocinados por universidades e instituciones gubernamentales tales como la Autoridad de Antigüedades de Israel.
Muchos voluntarios son reclutados para participar en las excavaciones conducidas por un equipo de profesionales. Los practicantes universitarios están haciendo crecientes esfuerzos para relacionar una excavación con otras en un intento de crear una amplia y detallada visión del mundo antiguo y de la cultura de cada región. Los recientes y rápidos avances en tecnología han facilitado hacer mediciones científicas cada vez más precisas en docenas de campos así como en estructuras temporales y más amplios y diseminados reportes.
Los debates de la arqueología bíblica
La arqueología bíblica es frecuentemente el tema de un continuo debate. Una de las fuentes de disputas más grandes es el periodo en el que los reyes gobernaron a Israel, y más generalmente la historicidad de la Biblia. Es posible definir dos grandes escuelas de pensamiento en torno a la arqueología bíblica en consideración con estas áreas: El minimalismo y el maximalismo bíblico, dependiendo de si la Biblia es considerado un documento no histórico, un documento religioso o si no lo es. Las dos escuelas no son unidades separadas, sino que forman un continuum (una secuencia de matices en la que las diferencias no son perceptibles en múltiples elementos, pero en la que los extremos son muy diferentes). Estas diferencias hacen que sea difícil definir ciertos campos de pensamiento arqueológico y sus límites. Sin embargo, es posible definir puntos de diferencia, aunque estas diferencias parecen estar decreciendo con el tiempo.
La importancia de la arqueología bíblica. ¿Por qué los cristianos excavan?
Es cierto que muchos cristianos viajan a Israel cada año para hacer turismo en Tierra Santa. Las últimas estimaciones indican que el número de peregrinos cristianos oscila entre 500.000 y 700.000 cada año. Sin embargo, pocos de ellos participan en una excavación de algún sitio bíblico. Pero considerando el hecho de que la arqueología es algo que debería importarle a todos los cristianos, aquí hay algunas razones que nos indican por qué la arqueología bíblica es tan importante.
1. La arqueología bíblica es un asunto material
La arqueología nos recuerda la “terrenidad” de los relatos bíblicos. Los arqueólogos no sólo descubren cómo eran las viviendas y construcciones de los tiempos bíblicos, sino que también investigan los artefactos de trabajo de las personas de estos tiempos. Para los arqueólogos que han trabajado en Betsaida, cerca al mar de Galilea, esto puede recordarles que este sitio era el hogar de al menos tres discípulos de Jesús: Andrés, Pedro y Felipe (Juan 1:44). Ellos eran pescadores, y las excavaciones que se han llevado a cabo en Betsaida nos ayudan a entender la organización y la forma de vida de estos hombres. Algunos de los estudiantes universitarios de arqueología que han excavado en Betsaida les han preguntado a los profesionales si quizás ellos están excavando en alguna de las casas de los discípulos. La respuesta de los arqueólogos es a la vez jocosa y simple: “Si tú encuentras un buzón de correos con los nombres de Pedro, Andrés o Felipe en él, entonces pensaríamos que sí”. Como dato de interés, el nombre de Betsaida significa en hebreo literalmente “casa de pescadores”. Aunque los arqueólogos nunca han encontrado un buzón de correos, ellos han descubierto muchas cosas que iluminan nuestra percepción sobre cómo era pescar en estos sitios en el tiempo de Jesús.
De modo que la arqueología nos provee de un contexto cultural material sobre la antigüedad. Nos ayuda a demostrar cómo vivieron los antiguos, cómo ellos cultivaban sus cultivos, cómo construían sus hogares, cómo enterraban a sus muertos, cómo controlaban sus fuentes de agua, y otros aspectos de su cultura física. La arqueología es literalmente un trabajo “innovador”.
2. La arqueología bíblica es un asunto de la historia
Nosotros vivimos en una era que gusta de la reconstrucción de la historia así como de desmentir los eventos que la Biblia relata. Por ejemplo, siempre ha habido escepticismo acerca de si el sacrificio de niños era algo predominante en el mundo antiguo, tal y como es presentado en la Escritura. Mientras que John Currid, un investigador evangélico, trabajaba como arqueólogo de campo en un sitio de Cartago, él descubrió un cementerio sacrificial de niños en el cual miles de niños habían sido sacrificados ritualmente. Así, la arqueología provee confirmación de la realidad de ciertos eventos bíblicos que ocurrieron en la historia.
Los eventos bíblicos tienen lugar en el tiempo y el espacio. Como Pablo argumenta en 1ª de Corintios 15, si no ha habido una resurrección histórica de Jesucristo de la muerte, entonces “nuestra fe es en vano” y “esta es fútil” (vv. 14, 17). Si los muertos no han resucitado en el tiempo y el espacio, “comamos y bebamos, pues mañana moriremos” (v. 32). Por estas razones, la historia es esencial para la fe cristiana.
3. La arqueología bíblica es un asunto de interés
Los trabajos de arqueología también ayudan a despertar el interés de los cristianos en su propia fe. Un excavador está descubriendo el pasado, descubriendo cosas que no se han visto en miles de años. Un enfoque práctico o de “manos sobre el terreno” resalta, nuevamente, la realidad de los eventos y escenarios de la Biblia. La arqueología ayuda a que la Biblia cobre vida ante nuestros ojos. Después de investigar durante mucho tiempo, muchos estudiantes de arqueología han comentado que nunca volverán a leer la Biblia de la misma manera.
4. La arqueología bíblica es un asunto de compañerismo entre los cristianos
Finalmente, el trabajo arqueológico puede construir un espíritu de camaradería entre los cristianos.
Durante una temporada de investigaciones en Betsaida, John Currid, lideró a un grupo de 35 seminaristas evangélicos durante dos semanas de excavaciones. Él frecuentemente los llevaba a Betsaida porque fue una ciudad de la que Jesús se quejó en el evangelio como una ciudad de no creyentes y sin arrepentimiento (Lucas 10:13). Así que allí estaba Currid con sus alumnos. Treinta y seis cristianos en Betsaida excavando en las ruinas de las casas de pescadores, algunos de los cuales habían sido discípulos de Cristo justo en una ciudad donde el mensaje de Jesús fue pasado por alto por la mayoría de la población.
Nosotros vivimos hoy en la era de una pandemia que ha afectado cada aspecto de la vida, incluyendo la arqueología. Normalmente durante los meses de verano, el tiempo de mayor trabajo de excavaciones en Israel, decenas de excavaciones están en marcha. En el verano de 2020, sin embargo, Currid se dio cuenta de que solo excavaciones de pequeña escala estaban en plena operación. La pandemia, sin lugar a dudas, fue un evento que interrumpió las investigaciones, pero como todo evento extraordinario, es algo que interrumpe la vida de todas las personas únicamente de manera temporal.
Las limitaciones de la arqueología bíblica
Una de las razones de la importancia de la arqueología bíblica para los cristianos es su utilidad en materia apologética. La apologética es la defensa de los artículos de fe frente aquellos que se muestran escépticos o que declaran de manera abierta que no creen. Sin embargo, con el fin de hacer una correcta interpretación de los descubrimientos arqueológicos y su lugar en los contextos bíblicos, es preciso tener en cuenta cuáles son los alcances reales de la arqueología bíblica y qué panorama general nos proveen.
El principal argumento a favor del uso de la arqueología bíblica en la apologética cristiana es que nos ayuda a corroborar la existencia de eventos y personas narrados en la Biblia.
Los descubrimientos arqueológicos nos ayudan a tener información más certera sobre la existencia de personajes como el rey David, Salomón, Sedequías, Herodes, Pilato, Caifás, y muchos otros más. Todo esto, (y muchos otros descubrimientos más) pueden solidificar nuestra confianza en la veracidad de los relatos bíblicos. Esto también nos ayuda en medio de los múltiples desafíos de la cultura contemporánea, donde muchas personas afirman cosas inexactas acerca de la Biblia.
También debemos recordar que la vasta mayoría de lo que los arqueólogos excavan no toca algunos puntos. Aún así, todo lo que se desentierra con las palas de un arqueólogo nos ayuda a investigar mejor la cultura antigua. Por lo tanto, la arqueología bíblica se adapta principalmente al análisis cultural, y sólo en segundo lugar es útil para dar mayor firmeza a ciertas declaraciones históricas.
En este sentido, aunque la arqueología bíblica puede brindar razones para creer en la veracidad del texto bíblico y afirma su plausibilidad, esta no es una herramienta para demostrar la fe. La adhesión del cristiano a la verdad expresada en la Escritura es finalmente un asunto de fe, por lo cual esta no es un asunto de demostración fáctica. Sin embargo, todos los hallazgos y descubrimientos arqueológicos que dan sustento al contexto cultural y social de los tiempos bíblicos nos ayudan a confiar en el hecho de que la fe cristiana, aunque no es demostrable a nivel científico o histórico en su totalidad, no es un absurdo que desafía la inteligencia humana.
Con información de The Gospel Coalition y Crossway.
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