Encontré a mi hermano en Oxford, recuperándose de su pleuresía; y con él Peter Boehler; por quien (en la mano del gran Dios) fui, el domingo 5, claramente convencido de la incredulidad, de la falta de esa fe por la cual solo somos salvos.[1]
En la pequeña habitación detrás del altar de la Old Chapel en Belén (Pensilvania), cuelga un retrato de Peter Böhler: sonriente, de cara abierta y cordial, a quien se le atribuye traer a John Wesley a un “despertar pleno”.
El 27 de abril de 1775, falleció Peter Böhler, pastor y misionero moravo. Su historia se conoce en el largometraje Wesley de 2009 con Burgess Jenkins como John Wesley, aunque —como sucede en las producciones audiovisuales— hay detalles sin profundizar, especialmente el rol clave que tuvo en la vida espiritual de los hermanos Wesley.
El origen y ministerio de Peter Böhler
Peter Böhler nació en Fráncfort del Meno, entonces parte del Sacro Imperio Romano, el 31 de diciembre de 1712.[2] Fue el cuarto hijo de los cerveceros Johann Conrad y Antoinette Elisabeth.
Comenzó su educación a la edad de cuatro años; a los ocho años ya estudiaba en latín como preparación para la Escuela de Medicina.[3] Asistió a la escuela en Fráncfort y, luego, a la Universidad de Jena en 1731. Aun cuando su padre quería que estudiara medicina, Peter se sintió atraído por estudiar teología junto a miembros de la facultad como Johann Franz Buddeus, Johann Georg Walch y Nikolaus Ludwig von Zinzendorf.[4]
Mientras Böhler estudiaba teología August Gottlieb Spangenberg le presentó a los moravos Walch y Zinzendorf, quienes influyeron en él al introducirlo en el Pietismo, un movimiento dentro del Luteranismo que resultó fundamental en la educación del Metodismo iniciado más tarde por John Wesley (1703-1791).
El Pietismo combinó el énfasis luterano en la doctrina bíblica muy característico del movimiento reformado con una vida cristiana vigorosa y un comportamiento recto además de la doctrina en su aspecto meramente intelectual.[5] En esos años, Zinzendorf usó su influencia en la Iglesia morava para reunir más partidarios de este movimiento, incluido Böhler.
El 15 de diciembre de 1737, en su primer acto oficial como obispo, el conde von Zinzendorf ordenó a Böhler al sacerdocio.[6] El 7 de febrero del año siguiente, cuando se preparaba para su viaje a América, Böhler conoció a John Wesley. Esto se dio en el contexto del viaje de regreso, luego de un período de dos años como capellán de Savannah, Georgia.
Más tarde, fue a misionar a Savannah y Carolina del Sur como parte de los planes de Zinzendorf para revivir la Iglesia morava. En esos lugares predicó a esclavos negros, nativos americanos y colonos blancos.
En 1740, después de la expulsión de los moravos en Savannah, Böhler dirigió este grupo desde Georgia hasta Pensilvania donde fundaron las ciudades de Nazaret y Belén —todavía comunidades moravas populosas y prósperas—. Fue percibido como un salvador para muchos moravos de esos lugares. En tiempos de crisis se le contaba como el predicador que podía restaurar la paz y esperanza que la gente buscaba tan desesperadamente.
Regresó a Inglaterra para organizar un nuevo grupo —conocido como la Congregación del Mar— que enviaría a América del Norte. Este conjunto de emigrantes viajó con él y se estableció en Belén en 1742.[7]
Respecto a temas doctrinales, las tendencias universalistas no eran desconocidas entre los moravos. Varios autores señalan que Böhler creía en la reconciliación universal de las personas; es decir, que la gracia de Cristo era tan convincente que eventualmente ganaría todos los corazones —creencia sutilmente diferente al universalismo—. Al respecto, George Whitefield menciona en una carta a John Wesley:
No puedes hacer buena la afirmación “que Cristo murió por los que perecen” sin sostener (como Peter Bohler, uno de los hermanos moravos, con el fin de distinguir la redención universal, recientemente confesó de manera franca en una carta) “que todas las almas condenadas serían sacadas del infierno en lo sucesivo”. No creo que el señor Wesley piense así. Y, sin embargo, a menos que esto se pueda probar, la redención universal, tomada en un sentido literal, cae enteramente por tierra. Porque ¿cómo pueden todos ser redimidos universalmente, si no todos finalmente se salvan?[8]
La historia registra que hubo algunos moravos con inclinaciones universalistas, aunque Böhler podría ser el más famoso. Incluido en los Dieciséis Discursos de la literatura Morava está la declaración “por [Cristo] Su Nombre, todos pueden y obtendrán vida y salvación”.[9]
En 1753 Böhler dejó su puesto en la iglesia morava de Inglaterra y regresó a las colonias de América del Norte. Allí, supervisó varias comunidades de esta doctrina, incluidos los asentamientos en Wachovia (Carolina del Norte) y Belén. Fue miembro de la Conferencia de Ancianos de la Unidad desde 1764 hasta su muerte.
Los moravos y John Wesley
Cuando John Wesley estaba a bordo de un barco con destino a América, observó a los moravos en medio de tormentas que amenazaban sus vidas y escribió:
A las siete fui a los alemanes. Mucho antes había observado la gran seriedad de su comportamiento. De su humildad habían dado prueba continua, realizando para los demás pasajeros aquellos oficios serviles que ninguno de los ingleses haría; por lo cual deseaban, y no recibirían pago, diciendo “era bueno para sus corazones orgullosos”, y “su amoroso Salvador había hecho más por ellos”. Y cada día les había dado ocasión de mostrar una mansedumbre que ninguna herida podía mover. Si eran empujados, golpeados o derribados, volvían a levantarse y se iban; pero ninguna queja fue encontrada en su boca. Ahora había una oportunidad de probar si estaban librados del Espíritu de temor, así como del de orgullo, ira y venganza. En medio del salmo con que comenzaba su servicio, el mar se rompió, partió en pedazos la vela mayor, cubrió el barco y se derramó entre las cubiertas, como si el gran abismo ya nos hubiera tragado. Un grito terrible comenzó entre los ingleses. Los alemanes continuaron cantando tranquilamente. Después le pregunté a uno de ellos “¿No tuviste miedo?”. Él respondió “Gracias a Dios, no”. Le pregunté “Pero ¿no tenían miedo sus mujeres y sus hijos?”. Él respondió, suavemente “No; nuestras mujeres y niños no tienen miedo de morir”.
De ellos fui a sus vecinos que lloraban y temblaban, y les señalé la diferencia en la hora de la prueba, entre el que teme a Dios y el que no le teme. A las doce amainó el viento. Este fue el día más glorioso que he visto hasta ahora.[10]
Aquel sería un impactante acontecimiento para el joven Wesley que, eventualmente, lo conectaría con Peter Böhler. El encuentro entre ellos ocurrió en la casa de un señor Weinatz, un comerciante holandés que vivía en Londres en ese momento. John se ofreció a conseguir alojamiento para Böhler y le presentó a James Hutton, quien más tarde sería un funcionario importante en la Iglesia morava.[11]
Wesley acompañó a Böhler en su viaje a Oxford, durante el que comenzaron un discurso extenso y muy personal sobre la naturaleza de la fe. John había regresado a Inglaterra como un hombre atribulado, deprimido por su falta de fe y su trabajo en Estados Unidos. En ese momento, escribió en su diario: “Yo, que fui a América para convertir a otros, nunca me convertí a Dios”.[12]
A propósito del mismo viaje, Böhler le escribió a Zinzendorf:
Viajé con los dos hermanos, John y Charles Wesley, de Londres a Oxford. El mayor, John, es un hombre bondadoso; sabía que no creía correctamente en el Salvador, y estaba dispuesto a ser enseñado. Su hermano, con quien usted conversó a menudo hace un año, está ahora muy angustiado en su mente, pero no sabe cómo comenzará a conocer al Salvador.[13]
Aquella conversación en el camino no quedó estéril, sino que —como la semilla de la parábola que cayó en buena tierra— a su tiempo dio fruto, pues el consejo de Peter sobre la naturaleza de la gracia y la “religión del corazón” fue fundamental en las conversiones de ambos hermanos.
Así, la obra de Böhler —un evangélico muy motivado que recorría Europa e Inglaterra, y cruzaba el Atlántico para difundir las buenas nuevas de la fe en Cristo y la libertad de la condenación—[14] encontró a los hermanos Wesley en su camino en 1737, cuando estaban en su punto más bajo espiritualmente.
Un ejemplo de esta situación fue en febrero de 1738, cuando Charles enfermó y Böhler lo visitó. A continuación, un registro de esa conversación:
—¿Esperas ser salvo? —[Böhler] dijo.
—Sí —respondí.
—¿Por qué razón lo esperas?
—Porque he usado mis mejores esfuerzos para servir a Dios.
Él [Böhler] sacudió la cabeza y no dijo más. Lo consideré muy poco caritativo, diciendo en mi corazón “¡Qué! ¿Mis esfuerzos no son suficiente base de esperanza? ¿Me robaría mis esfuerzos? No tengo nada más en qué confiar”.[15]
De modo que, aun cuando los Wesley eran ministros anglicanos ordenados y habían realizado un trabajo misionero en el extranjero, no fue hasta conocer a Böhler y su gente, que comprendieron que si eso era el verdadero cristianismo, aún carecían de ello.
Ahora bien, Böhler y sus moravos no solo fueron ejemplos frente a John y Charles Wesley, sino que también testificaron, predicaron y argumentaron. Fue este período crucial que condujo a la conversión evangélica de John en Aldersgate en mayo de 1738, quien parecía pasar la mayor parte de su tiempo libre hablando con Peter.
Cuando John tuvo su avance experiencial en ese barrio de Londres, ya se había convencido de la fuerza del mensaje de Lutero de la justificación solo por la fe:
A mi regreso a Inglaterra, en enero de 1738, estando en peligro inminente de muerte y muy inquieto por ese motivo, estaba firmemente convencido de que la causa de esa inquietud era la incredulidad, y que obtener una fe verdadera y viva era lo único necesario para mí. Pero todavía no fijé esta fe en su objeto correcto: quise decir solo fe en Dios, no fe en Cristo o a través de Cristo. Nuevamente, no sabía que estaba completamente vacío de esta fe; pero solo pensé que no tenía suficiente. De modo que cuando Peter Bohler, a quien Dios preparó para mí tan pronto como llegué a Londres, afirmó de la verdadera fe en Cristo (que es solo una) que tenía esos dos frutos inseparablemente acompañándolos, “dominio sobre el pecado, y constante paz de un sentido de perdón”, estaba bastante asombrado, y lo vi como un nuevo evangelio. Si esto era así, estaba claro que no tenía fe. Pero yo no estaba dispuesto a dejarme convencer de esto. Por lo tanto, discutí con todas mis fuerzas y trabajé para probar que la fe podría estar donde estos no estaban; especialmente donde no existía el sentido del perdón: para todas las escrituras relacionadas con esto, se me había enseñado desde hace mucho tiempo a descartar y llamar a todos los presbiterianos que hablaron de otra manera. Además, bien vi que nadie podría (en la naturaleza de las cosas) tener tal sentido del perdón y no sentirlo. Pero no lo sentí. Si entonces no había fe sin esto, todas mis pretensiones de fe se desvanecieron de una vez.[16]
Aquel vívido relato del proceso continúa, evidenciando el importante aporte del misionero moravo:
Cuando volví a encontrarme con Peter Bohler, accedió a plantear la disputa sobre el tema que yo deseaba, a saber, las Escrituras y la experiencia. Primero consulté la Escritura. Pero cuando dejé de lado las glosas de los hombres y simplemente consideré las palabras de Dios, comparándolas entre sí, esforzándome por ilustrar lo oscuro con los pasajes más claros, encontré que todos estaban en mi contra, y me vi obligado a retirarme a mi última presa. “Esa experiencia nunca estaría de acuerdo con la interpretación literal de esas escrituras. Tampoco podía, por lo tanto, permitir que fuera verdad hasta que encontrara algunos testigos vivos de ello”, él respondió. “Él podría mostrarme eso en cualquier momento; si lo deseaba, al día siguiente”. Y, en consecuencia, al día siguiente vino con otros tres, todos los cuales testificaron de su propia experiencia personal de que una verdadera fe viva en Cristo es inseparable de un sentido de perdón por todos los pecados pasados y libertad de todos los pecados presentes. Añadieron con una sola boca que esta fe era el don, el don gratuito de Dios, y que Él seguramente la otorgaría a toda alma que la buscara con fervor y perseverancia. No estaba completamente convencido, y por la gracia de Dios resolví buscarlo hasta el final: 1. Renunciando absolutamente a toda dependencia, en todo o en parte, de mis propias obras o justicia, en las que realmente había fundado mi esperanza de salvación, aunque no lo sabía, desde mi juventud. 2. Agregando al uso constante de todos los demás medios de gracia la oración continua por esto mismo: la fe que justifica y salva; una plena confianza en la sangre de Cristo derramada por mí; una confianza en él como mi Cristo, como mi única justificación, santificación y redención.[17]
A pesar de que en el futuro las diferencias doctrinales quebrarían la relación a nivel institucional entre los hermanos Wesley y los moravos, Peter y John continuaron su amistad hasta el final de sus vidas y, a pesar de sus controversias, trabajaron para la expansión de las buenas nuevas.
Así, es innegable que a través del ministerio de Böhler, los Wesley fueron convencidos de que aun cuando trabajaban en la mies del Señor, no conocían al Señor de ella, y en ello no contaba como mérito ni su conocimiento ni servicio en el extranjero.
El legado de Peter Böhler
La influencia mundial de los misioneros moravos del siglo xᴠɪɪɪ fue extraordinaria. Un ejemplo de ello es Böhler quien fue uno de los primeros hombres en el actual Estados Unidos en ministrar entre los esclavos negros al enseñarles tanto teología como los conceptos básicos de la educación —que de otro modo les habrían sido negados—. Él mismo también sirvió como misionero entre los nativos y estableció una obra morava en Inglaterra.
Asimismo, los moravos representados por Böhler tuvieron un impacto en John Wesley, que lo llevó directamente a su experiencia de conversión. El Diario de Wesley, que cubre los años 1736-1738, está repleto de comentarios de sus observaciones y encuentros con los moravos, a menudo llamándolos “los alemanes”.
Los moravos establecieron misiones en Groenlandia, África, Oriente Medio, India y América del Norte y del Sur y llegaron a crear dieciocho provincias de su Iglesia con medio millón de miembros. Los moravos se han comprometido con frecuencia en contactos ecuménicos con otros grupos cristianos, como en su intento de unir a las Iglesias en Pensilvania en 1740 y sus discusiones sobre la validez de la ordenación morava con los anglicanos cerca de 1880. Su acentuación de la piedad no sólo influyó en John Wesley, sino también en Friedrich Schleiermacher (1768-1834), el padre de la teología liberal protestante.[18]
A propósito del legado de los moravos en las misiones y su impacto en la historia, un autor señala que:
La visión Morava del avivamiento y misión es algo que ciertamente los misioneros pueden aprender hoy día. A través de la historia de la iglesia, muchas veces los ímpetus por misiones corporativas emergían de una coordinada oración extraordinaria. El movimiento de las misiones Moravas [demostró] este fenómeno histórico, y los Moravos también mostraron como una vida constante de oración es una fuente de vida para los misioneros en el campo. Para estar seguros, empleaban algunas prácticas extra bíblicas en sus oraciones, pero su devoción por Dios en oración era admirable. Es más, su implacable devoción por unir las misiones y la oración es digna de imitar. Muy a menudo los ministerios de oración yerran del lado de la inactividad, y similar, agencias misioneras pueden errar del lado de enfatizar estrategias y métodos por encima de la oración. Agencias misioneras e iglesias deben estar alertadas de las tendencias modernas de elevar el pragmatismo sobre la piedad.[19]
Indagar y descubrir la conexión entre los prereformadores —como Pedro Valdo y Jan Hus—, los moravos, el metodismo —liderado por John y Charles Wesley— y el Gran Despertar —cuyas proyecciones son evidentes hasta hoy— resulta fascinante y resalta la pregunta: cuál será nuestro legado como creyentes en el ministerio puertas adentro y afuera.
También es un potente recordatorio de la soberanía de Dios en el avance de su obra pues a pesar de las imperfecciones de Sus obreros —como vasijas de barro (2 Co 4:7)—, misericordiosamente les otorga un lugar en Su plan.
En ese mismo sentido, el equilibrio entre la ortodoxia y la ortopraxis es una realidad difícil de encontrar entre los protagonistas de la historia del cristianismo. Sin embargo, al mismo tiempo, la convierte en una aspiración a la que no debemos renunciar sino más bien rogar humildemente para que sea una realidad mediante la gracia del Señor de la obra —no a través de las fuerzas ni talentos humanos—.
[1] John Wesley, «The Moravians and John Wesley», Christian History 1, n.° 3 (1982): 40.
[2] Biographisch-Bibliographisches Kirchenlexikon (BBKL), Traugott Bautz y Bernd Jaspert, 17. «Böhler, Peter», última modificación mayo de 2022.
[3] Lehigh University, Peter Boehler Papers, (Bethlehem: Lehigh University: 2020).
[4] W. Stephen Gunther y Johannes van den Berg, John Wesley and the Netherlands (Nashville: Kingswood Books, 2002).
[5] The Catholic Encyclopedia, Kevin Knight, 12. «Pietism», última modificación mayo de 2022.
[6] «Zinzendorf and the Moravians: A Gallery of Leading Figures», Christian History 1, n.° 3 (1982): 30.
[7] J.E. Hutton, A History of the Moravian Church (Pennsylvania: Moravian Publication Office, 1909).
[8] George Whitefield, «Whitefield’s Letter to Wesley on Election», Chapel Library (1999): 17.
[9] Nikolaus Ludwig von Zinzendorf, Sixteen Discourses on the Redemption of Man by the Death of Christ (London: Biblioteca Británica, 1740), 34.
[10] Wesley John, «The Moravians and John Wesley», 39
[11] Hutton, A History…
[12] John Wesley, The Journal of John Wesley (Grand Rapids: Christian Classics Ethereal Library, 1951), 30.
[13] Dan Graves, mayo de 2022, «Zinzendorf Ordained Peter Bohler», Christianity, 3 de mayo de 2010.
[14] Fred Sanders, mayo de 2022, «Peter Böhler, who Witnessed to Wesley», Phateos, 27 de abril de 2012.
[15] John Whitehead, The Life of the Rev. John Wesley, M.A: With Some Account of His Ancestors and Relations; And the Life of the Rev. Charles Wesley, M.A (Boston: Hill & Brodhead, 1846), 102.
[16] Fred Sanders, mayo de 2022, «Peter Böhler, who Witnessed to Wesley», Phateos, 27 de abril de 2012.
[17] Fred Sanders, mayo de 2022, «Peter Böhler, who Witnessed to Wesley», Phateos, 27 de abril de 2012.
[18] Prudencio Damboriena, Fe católica e Iglesias y sectas de la Reforma (Madrid: Razón y Fe, 1961), 280 y 694.
[19] Burns Evan, «Moravian Missionary Piety and the Influence of Count Zinzendorf», 33
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